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Plan fiscal aprobado en primer debate, quedará en suspenso hasta nuevo aviso

La reforma deberá pasar ahora por los filtros del Poder Judicial, espacio donde se cayeron las reformas de Pacheco y de Chinchilla tras consultas constitucionales.

Después de una semana de sesiones maratónicas, el plan fiscal fue aprobado en primer debate y ahora entrará en una espera de al menos un par de semanas, con varios temas por resolver. 

Esa espera se explica por dos acciones obligatorias: el proyecto debe publicarse en el diario oficial La Gaceta y deberá ir a consulta obligatoria de instituciones. Además, se espera que vaya a consulta constitucional, el temido paso en el que ya tropezaron dos proyectos muy similares en 2006 y 2012.

El proyecto contiene la sustitución el Impuesto General de Ventas (IGV) por el Impuesto al Valor Agregado (IVA), reforma el Impuesto Sobre la Renta y propone una amnistía tributaria, una regla fiscal y 13 reformas al empleo público, entre otras medidas para atender el creciente déficit fiscal estimado para este año en 7,2% del Producto Interno Bruto (PIB).

De este modo, si es avalado por la Sala IV, solo restará su votación en segundo debate y la firma del presidente Carlos Alvarado para que se convierta en Ley de la República.

En resumen: ¿Qué dice el plan fiscal y por qué el Gobierno insiste con él?

El camino fue tortuoso desde noviembre de 2017, cuando se presentó como un compendio de proyectos fiscales que la administración Solís Rivera impulsó por separado; sin embargo,  no logró avanzar lo suficiente hasta febrero pasado, cuando los diputados de la anterior administración alcanzaron un acuerdo de mayoría para dar vía rápida al proyecto.

La vía rápida; sin embargo, se hizo larga. Pasaron siete meses desde aquel momento en el que los entonces diputados del Frente Amplio y del Movimiento Libertario corrieron contra el escritorio del entonces presidente legislativo, Gonzalo Ramírez, a quien acusaron de apresurar el trámite sin mayor aviso.

Después vinieron los nuevos diputados, que llegaron a Cuesta de Moras a inicios de mayo y debieron recoger el procedimiento, para el que abrieron dos espacios más para presentar posibles cambios (principalmente exoneraciones y rebajos de algunas tarifas).

Finalmente, un texto de consenso logró reunir a las fracciones, casi por completo, del Partido Liberación Nacional (PLN) y el Partido Unidad Social Cristiana (PUSC) junto con la bancada de Gobierno, el republicano Otto Roberto Vargas y el independiente Erick Rodríguez, una suma de 35 diputados más que suficiente, pues la meta era de 29 legisladores al tratarse de un proyecto en vía rápida.

Destacó entonces la posición de los liberacionistas y los socialcristianos, las dos fuerzas políticas que impulsaron reformas fiscales en los gobiernos de Abel Pacheco y de Laura Chinchilla, con la férrea oposición entre ellos mismos y también de los hoy oficialistas del Partido Acción Ciudadana (PAC).

Ahora, las dudas quedan en posibles errores de procedimiento que pueda detectar la Sala Constitucional, único panorama mediante el que la iniciativa de ley podría devolverse a una etapa más temprana o caerse por completo.

Esa sola posibilidad es el peor temor para Hacienda, cuya ministra Rocío Aguilar asegura que cualquier panorama sin la aprobación del texto sería catastrófico, con “un ajuste automático” vía tasas de interés, insolvencia financiera del Estado para atender sus obligaciones e insostenibilidad de la deuda.

Con un déficit fiscal que apunta a cerrar el año en un 7,2% del Producto Interno Bruto (PIB) y una deuda que alcanzaría un 53,8%, Hacienda solo implora por la reforma para obtener mejores condiciones de endeudamiento mientras realiza reformas estructurales, un pequeño tanque de oxígeno para un país que ya supera el límite sostenible de la deuda para países en vías de desarrollo (50% del PIB).

La votación

La aprobación contó con el apoyo de 35 legisladores, entre 15 diputados del Partido Liberación Nacional (PLN), 10 de Partido Acción Ciudadana (PAC), ocho del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), el republicano Otto Roberto Vargas y el independiente Erick Rodríguez.

Votaron en contra 21 legisladores: el pleno de las fracciones del Partido Integración Nacional (PIN), Restauración Nacional (RN) y del Frente Amplio (FA); así como el republicano Dragos Dolanescu y las diputadas Paola Valladares, Franggi Nicolás y Shirley Díaz, quienes rompieron la línea de fracción del PLN y del PUSC, respectivamente.

El voto llegó tras discursos de todos los diputados opositores, en medio de una tarde lluviosa que atenuó las manifestaciones en los alrededores del Congreso.

 

No obstante, los discursos fueron acalorados en el interior del parlamento, donde la votación llegó a eso de las 5:00 p.m.

Lo cierto es que “la discusión no se termina aquí y quedan muchos cabos sueltos”, palabras con las que José María Villalta, el diputado del Frente Amplio (FA), recordó que al texto aún le falta buena parte de su trámite y quizás la más importante.

En ascuas

A partir de este momento, Gobierno y Asamblea Legislativa quedan en ascuas. Todo queda en manos de un Poder Judicial, que tendrá que dar su opinión sobre el tema y cuya Sala Constitucional deberá determinar si se cometió o no un vicio de procedimiento, en caso de que se concreten las diez firmas necesarias para enviar el proyecto a consulta.

Con los vicios de procedimiento, dijo el abogado constitucionalista Manrique Jiménez, la Sala IV tiene amplias potestades, y puede ordenar que se anule toda la tramitación de un proyecto o que se repita sólo una parte de la misma.

Dudas quedan sobre muchos puntos, como la forma en que se admitieron mociones de fondo y si se garantizó o no el derecho de enmienda de los diputados; sin embargo, la duda principal es qué opinará el Poder Judicial a través de la Corte Plena, organismo que deberá decir si el proyecto afecta su funcionamiento y si está de acuerdo o no con él.

Ya el Poder Judicial acordó en una resolución sobre una vieja versión del proyecto que la iniciativa sí afecta su funcionamiento, pues las disposiciones de regla fiscal y en materia de empleo público condicionan su “autonomía presupuestaria”; sin embargo, no dijo si estaba o no de acuerdo con el texto.

Lea también: ¿Cómo el criterio de la Corte podría traerse abajo la reforma fiscal?

En caso de que se repita el criterio, la Asamblea Legislativa podría necesitar de 38 votos para aprobar el proyecto, motivo suficiente para anular el procedimiento de vía rápida mediante el que se tramitó el proyecto, o bien solicitar una votación obligatoria de esa cantidad para el segundo debate de la vía rápida.

No obstante, el Gobierno sostiene que el proyecto no nació para afectar el funcionamiento del Poder Judicial sino como una reforma fiscal general, con incidencias para toda la población, y no sólo para ese poder de la República.

Será la Sala Constitucional la que deba resolver quién tendría la razón en ese escenario y si existió algún error de procedimiento que deba corregirse o enterrar el proyecto, a pesar de que Servicios Técnicos de la Asamblea Legislativa ya advirtió que podría ser un vicio de procedimiento que no se hicieran las consultas institucionales, incluida la del Poder Judicial, en la comisión que aprobó el último texto sustitutivo y sus reformas.

La urgencia del proyecto para el Ejecutivo y la certeza jurídica del trámite del Legislativo queda bajo el amparo del Poder Judicial. Nada es seguro.

Por el momento, los diputados aguardarán en medio de una confianza nerviosa, como dejó claro el jefe de fracción del PLN, Carlos Ricardo Benavides, quien recientemente señalaba que no tenía dudas de que el texto siguió el procedimiento que se propuso desde un inicio, aunque la Sala Constitucional siempre puede encontrar “cosas nuevas”.

Benavides mejor que nadie lo sabe, pues fue diputado de PLN cuando cayó el proyecto de Pacto Fiscal impulsado por Pacheco en 2006; mientras que ocupó el Ministerio de la Presidencia cuando pasó lo propio con la Ley de Solidaridad Tributaria en 2010 durante el gobierno de Laura Chinchilla.

“Desde los tiempos de don Abel a hasta hoy han pasado 16 años sin votar una reforma fiscal que arregle la situación y seguimos siendo el país que quiere vivir como Suiza pero que quiere pagar impuestos con un sistema muy parecido al de algunos países centroamericanos”, reprochó el liberacionista esta tarde, justo antes de ver cómo otro proyecto fiscal se aprobaba en condiciones convulsas. ¿La tercera será la vencida?

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