País

Minería en Latinoamérica sigue causando peligrosos accidentes

La región no es extraña a los accidentes, sobre todo en minas subterráneas, que en años recientes han cobrado vidas. 

Si bien se alega que los avances tecnológicos han generado una menor incidencia de accidentes en la actividad de la minería, sea subterránea o a cielo abierto, lo cierto es que tales infortunios aún son tristemente comunes.

Es cierto que mucho se ha avanzado desde el desastre de la mina El Teniente, en Chile, considerado el peor en la historia del mundo, pues una explosión cegó la vida de 355 trabajadores, la mayoría de los cuales perecieron a consecuencia de la inhalación de humo.

Sin embargo, los riesgos de la actividad aún son altos. Valga recordar que en Chile, en 2010, la situación de 33 mineros generó interés global al quedar atrapados en una mina tras un derrumbe. Pero ellos al menos lograron ser rescatados.

Recién en mayo del año pasado en Arequipa, Perú, 27 personas murieron en un incendio en la mina de oro La Esperanza.

De acuerdo con datos publicados por la BBC a propósito de ese suceso, ese país es uno de los principales productores de oro del mundo, pues extrae más de 100 toneladas al año, alrededor del 4% del suministro mundial.

No es que ello haya significado algún avance para los trabajadores. De acuerdo con un reportaje de Ojo Público, entre enero de 2018 e inicios de mayo de 2023 se reportaron 138 accidentes en 67 minas formales, en los que murieron 220 trabajadores según datos oficiales del Ministerio de Energía y Minas (Minem). Es notable que el 66% de quienes murieron trabajaba en operaciones de mediana y gran minería.

Además, las cinco empresas mineras que concentraron más muertes durante ese periodo llevan a cabo labores subterráneas o mixtas, con tajo abierto, dedicadas en su mayoría precisamente a la extracción de oro.

Colombia es otro país que no es extraño a este tipo de incidentes. En 2014 una explosión en una mina subterránea dejó 12 mineros atrapados en Antioquia. En ese mismo departamento, pero en febrero de 2021, tres personas murieron en un accidente minero y un mes después 15 trabajadores fueron atrapados por un derrumbe en una mina de oro en el departamento de Caldas.

Más al norte, en Coahuila, México, en agosto de 2022 el colapso de la mina de carbón El Pinabete atrapó y cobró la vida de diez trabajadores, cuyos cuerpos aún no se han terminado de rescatar.

En cuanto a desastres ambientales, Minas Gerais, en Brasil, ofrece tristemente los peores ejemplos. El llamado desastre de Mariana se dio cuando se derrumbó una represa de la mina de hierro Fundão y una correntada de barro contaminado sepultó el pueblo de Bento Rodrigues. Se trató de más de 50 millones de metros cúbicos de material tóxico sobre 41 poblaciones y tres territorios indígenas.

La historia se repitió en enero de 2019, cuando colapsó el dique de la mina Corrego de Feijao, propiedad de la empresa Vale, vertió millones de toneladas de residuos en cuestión de segundos en el municipio de Brumadinho, con un saldo de 270 muertos, incluyendo 11 desaparecidos e incalculables daños al medio ambiente y, de nuevo, a comunidades indígenas.


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