En la Ciudad de cera, una joya ensayística en el olvido, el sociólogo costarricense Francisco Escobar hace reflexiones que entroncan directamente con la visión que ha guiado la vida del arquitecto japonés Riken Yamamoto, galardonado el 5 de marzo de 2024 con el Pritzker, considerado el Premio Nobel del ramo.
Al citar al novelista, poeta y dramaturgo belga Maurice Maeterlinck, autor de La vida de las abejas, Escobar destaca el principio de la observación como valor supremo para aprehender las distintas realidades.
“Aprender a observar es un duro aprendizaje. Parece sencillo y natural, uno creería que basta con ver y mirar, pero no es cierto. La simple mirada superficial escamotea la estructura secreta de la realidad. Uno cree ver todo, pero no es así (…), el trasfondo profundo y evasivo que no puede pescarse con las redes de los sentidos, escapa y se oculta a los ojos, porque requiere de las redes sutiles de la imaginación y de la razón lógica”.
“Esta es la Costa Rica que investigamos. Tal vez usted no conoce este pueblo, estas son las casitas en una compañía bananera. Esto causó un impacto muy fuerte en mí sobre vivienda pública. Estas casas están sobre pilotes y debajo del piso está el espacio al aire libre. Y aquí en el centro hay un espacio público. Esto me gusta. Es muy hermoso. Este es un muy buen plan, muy útil para un país que se moderniza”, Riken Yamamoto.
Antes de llegar a la principal conclusión de lo que significaba el espacio comunitario para las personas, el cual se convertiría en el rasgo esencial de su propuesta arquitectónica, Yamamoto, nacido en Beijing, China, en 1945, pero hijo de padres japoneses, pasó por un proceso de observación, que luego le daría alas para hacer una arquitectura específica, novedosa y con un claro acento social.
Como se resalta en su perfil oficial, a los 17 años quedó fascinado con la visita que hiciera al templo Kôfuku-ji, en Nara, Japón, y aquello que vio le marcaría el camino a seguir.
El templo simbolizaba los cinco elementos budistas: tierra, agua, fuego, aire y espacio. Así recordaba esa experiencia Yamamoto: “Estaba muy oscuro, pero pude ver la torre de madera iluminada por la luz de la luna y lo que encontré en ese momento fue mi primera experiencia con la arquitectura”.
Sin pretenderlo, el futuro arquitecto estaba aprendiendo a observar. A dar ese paso entre la experiencia estrictamente sensorial y aquello que es capaz de tocar el alma para dejar una huella imborrable en la biografía.
Hiroshi Hara, arquitecto japonés, quien a sus 87 años vive en Kawasaki, Japón, se convirtió en su mentor y a la vez lo inició en ese largo viaje de descubrimiento, que terminaría con una visión arquitectónica con el sello Yamamoto, que pasa por determinar, siempre, al otro.
Es aquello de que “el sentido de la vida es cruzar fronteras”, al que aludía Ryszard Kapuściński a propósito de su libro Viajes con Heródoto (Anagrama, 2006). En efecto, a partir de experiencias enriquecedoras por Francia, España, Marruecos, Argelia, Túnez, Italia, Grecia y Turquía, Yamamoto comenzaba a atar cabos y a ver realidades que luego reuniría en su idea de que el otro, de que lo comunitario aparecía siempre y comenzaba, para él, a ser un lenguaje universal, aunque la mayoría lo pasase por alto.
Ese sentir también lo experimentó cuando viajó por parte de América Latina, incluida la visita que hizo a Costa Rica y que sale a relucir en la entrevista, momento en el que el arquitecto mostró un gran entusiasmo al hablar de su breve pero provechoso paso por nuestro país.
Tras el viaje, en 1974, que incluyó Los Ángeles, Estados Unidos, México, Guatemala, Costa Rica, Colombia y Perú, después de haber estado en Irak, India y Nepal, Yamamoto llegó a esta relevante conclusión: “Que la idea de un “umbral” entre los espacios públicos y privados era universal. Reconozco que el sistema arquitectónico pasado era para que pudiéramos encontrar nuestra cultura. Las aldeas eran diferentes en su apariencia, pero sus mundos eran muy similares”.
Había comenzado un recorrido que lo enlazaría a la consideración que, exactamente, una década después, haría Escobar en La ciudad de cera, en la que profundiza sobre el mundo de las abejas, al tiempo que lo extrapola a la sociedad.
“El trabajo de Maeterlinck sobre las abejas arroja luz sobre el viejo problema que siempre se debate sin ser esclarecido, la relación entre el individuo y la sociedad. En la colmena ambos conceptos son inseparables. No se tiene aquí una abeja y allá la colmena colectiva. No. La abeja individual sólo puede ser conocida y comprendida como un miembro de su especie. El horizonte social de la colmena es el que permite explicar el curso de la vida y la acción individual. La acción individual sólo puede explicarse en términos de las leyes, tendencias, fuerzas, estructuras o como quieran llamarse, que canaliza la abeja individual desde su nacimiento hasta su muerte. El consejo de Mauricio Maeterlinck de aprender a observar es válido no sólo para penetrar el laberinto misterioso de la ciudad de cera, y desentrañarlo, sino para penetrar en este otro laberinto igualmente misterioso de la ciudad humana, donde cada uno de nosotros oscila como un péndulo entre las leyes inexorables de la especie y el eterno desafío individual de la libertad”.
Ese aprender a observar llevó a Yamamoto a ponderar el espacio comunitario como un bien inigualable, así como la transparencia, que en la óptica del arquitecto, implica que la estructura permite ver desde adentro y desde afuera, casi de manera literal.
Su propuesta arquitectónica lo ha acercado a su colega chileno Alejandro Aravena, quien obtuvo el Pritzker en 2016, premio que en el pasado merecieron Norman Foster (1999) y Óscar Niemeyer (1988), entre otros, que al día de hoy, desde 1979, componen un grupo de 53 ganadores, y que está dotado con $100.000 (₡50,6 millones al tipo de cambio actual).
A continuación, les presentamos un extracto de la entrevista, originalmente hecha en inglés, vía Zoom, a Yamamoto, que se encontraba en Yokohama, 29 kilómetros al sur de Tokio, ciudad en la que reside, a las puertas de cumplir sus 80 años, el próximo 15 de abril.
¿Por qué eligió la profesión de arquitecto?
—Mi padre fue un ingeniero eléctrico y tal vez fue su influencia. Él murió cuando yo tenía cinco años, así que esa fue la única imagen de mi padre. Mi madre me contó sobre mi padre y así entendí el significado y, cuando fui un poco mayor, escogí ingeniería. En ese momento, no sabía qué tipo de ingeniería y así preferí la arquitectura, el diseño. Como ingeniero preferí la arquitectura. Después de terminar la universidad entré a un curso de maestría en la universidad de artes y decidí. Ya podía entender el significado de la arquitectura y por esa razón cambié el camino hacia la escuela de arte.
Y también yo pertenecía al laboratorio del señor Hiroshi Hara. Después de graduarme de la escuela de artes, el señor Hiroshi Hara era un arquitecto muy popular en ese momento y como parte del laboratorio debíamos viajar por todo el mundo para investigar las aldeas antiguas (pueblos antiguos) y así fue como decidí qué arquitecto quería ser. En ese momento entendí eso. La investigación de las casas y aldeas antiguas en el mundo. Ahí fue cuando verdaderamente entendí el significado de la arquitectura.
Tras ganar el Pritzker se ha dicho que en su propuesta arquitectónica hay un marcado interés por el espacio comunitario. ¿De dónde le viene esa visión en un mundo marcadamente individualista?
—Yo había tenido la experiencia de un largo viaje con el señor Hiroshi Hara y conocí muchos sistemas comunitarios y de vivienda juntos. Todas las viviendas estaban ubicadas dentro de una comunidad con una fuerte relación entre el sistema comunitario y el sistema familiar, y encontré el significado de comunidad y el significado del sistema familiar. Por eso, cada vez que diseño, lo hago dentro de una comunidad. Así que los arquitectos deberíamos saber cuál es el sistema comunitario que funciona u opera en determinado lugar. La arquitectura está relacionada con la comunidad en todo momento, ya sea un edificio público o privado, la casa de una familia, o una gran instalación. Toda arquitectura. Esa es la razón por la que siempre hablo del sistema comunitario.
Los expertos en su obra sostienen que la transparencia es el otro elemento clave en su arquitectura. ¿Está de acuerdo con esta apreciación?
—Sí, estoy de acuerdo. La transparencia es una de las cosas más importantes para la arquitectura. La arquitectura siempre debe ubicarse dentro de una comunidad. La arquitectura debe estar abierta a la gente de la comunidad. Así es la arquitectura que yo diseño, abierta a las personas de la comunidad. Cualquier tipo de arquitectura, ya sea pública o privada. Esa es la razón por la que yo motivo la transparencia.
Usted mencionó su investigación sobre las aldeas y pueblos antiguos. ¿Esto fue sólo en la zona rural? En dónde considera que es más factible impulsar ese sentimiento de comunidad a partir de la arquitectura: ¿en los países desarrollados o en los países en vías de desarrollo?
—Nuestra investigación se dio no solo en la zona rural, sino también en las ciudades. Por ejemplo, investigamos las favelas en Brasil. Visité muchas favelas y pueblos antiguos. También investigamos ciudades con alta densidad de población. Investigamos países en vías de desarrollo en Sudamérica y también en África, como Marruecos, Argelia y Túnez. También fuimos a Centroamérica.
Visité Costa Rica hace mucho tiempo. Le enseñaré este ejemplo muy interesante en Costa Rica (nos muestra fotos de un diseño de antiguas casas de la compañía bananera en el Caribe).
Esta es la Costa Rica que investigamos. Tal vez usted no conoce este pueblo, estas son las casitas en una compañía bananera. Esto causó un impacto muy fuerte en mí sobre vivienda pública. Estas casas están sobre pilotes y debajo del piso está el espacio al aire libre. Y aquí en el centro hay un espacio público. Esto me gusta. Es muy hermoso. Este es un muy buen plan, muy útil para un país que se moderniza. Aún para hoy en el presente, es un muy buen plan (planificación del espacio) para trabajar en este lugar. Y alrededor están las plantaciones de banano. Esto encontré en Costa Rica, este pueblo (aldea), no era muy antiguo, era relativamente nuevo. Es un sistema moderno, pero de alguna forma relacionado con un sistema antiguo. Creo que han desaparecido, pero fue un buen diseño que tuvieron en Costa Rica (Le comentamos que muchas de esas casitas ya no existen, porque fueron abandonadas cuando la compañía bananera se fue).
En los países en vías de desarrollo, ese control que ejercen los grandes poderes, como lo es una gran compañía, a veces ejercen un poder muy grande sobre los Estados. Y ahora en Sudamérica hay una relación muy fuerte con los Estados Unidos. Por eso, es que cuando vienen las grandes compañías a veces desaparecen las aldeas pequeñas.
Este es un muy buen ejemplo de algo que la gente puede hacer: apropiarse de las casas ellos mismos. Por eso, para mí es muy importante visitar estos países y salir de Japón. Ustedes ya tienen una buena idea, con su forma de vida.
Conocí al señor Alejandro Aravena, es un arquitecto chileno y ahora preside el jurado del Premio Pritzker y conocí su proyecto, que es realmente importante. Me gusta su proyecto, diseñó proyectos de vivienda (Nos muestra fotos de su proyecto de vivienda y señala que entre cada casa hay un espacio para que la gente construya algo, un espacio diseñado por la gente). Este es el diseño de Aravena, cada casa es personalizada por la misma gente.
Esa es la razón por la que mi arquitectura tiene un gran sentido del espíritu comunitario y la importancia de diseñar con transparencia.
¿Qué más recuerda de su viaje a Costa Rica?
—Viajé por Costa Rica, conocí una ciudad muy hermosa y pueblos muy hermosos. En un día conocí el lado del Caribe y en el mismo día la costa del Pacífico. Tomó como seis horas el recorrido. Es un país muy hermoso.
Dada su larga vida y trayectoria como arquitecto, ¿cuál es el cambio más significativo que ha observado en la arquitectura en los últimos 30 años?
—De acuerdo con mi investigación, de los últimos 30 años, esta es una situación mala, en comparación con antes. La razón es que las grandes compañías se han repartido el mundo y quieren obtener beneficios a costa de los de siempre. Y son mucho más grandes que los Estados de las naciones. No son controlables por los Estados de las naciones. Ningún sistema de gobierno logra controlar a las grandes compañías ahora. Muy pocas compañías se reparten el poder. Su poder es demasiado grande. Así que nosotros, las personas de las comunidades, ya no tenemos oportunidad de ser dueños de nuestros gobiernos. Ese es un gran problema que ha ocurrido en estos últimos 30 años. Esa es la razón por la que tenemos las grandes guerras en el mundo. Son las grandes compañías, no las personas de los pueblos.
¿Qué significa para usted el que le hayan otorgado el Pritzker, el premio más importante en el ámbito de la arquitectura?
—Tal vez esta es la gran oportunidad para cambiar el significado de la arquitectura. Yo creo eso. Y Alejandro Aravena sabe el significado de que Riken Yamamoto haya recibido el Premio Pritzker. Yo viajé con él a Japón después de que se decidió lo del premio y él visitó mis proyectos arquitectónicos en el sur de Japón y en Tokio. Fue un viaje largo, de solo un día. Salimos muy temprano en la mañana del aeropuerto del centro de Tokio y viajamos en avión al sur de Japón a ver un proyecto de vivienda que tiene 35 años, muy antiguo y que diseñé cuando era joven y también fuimos a la estación de bomberos de Hiroshima y también a la Universidad de Nagoya Zokei. Él visitó tres proyectos arquitectónicos, tres edificios. Y pasamos todo el día juntos, desde temprano en la mañana hasta las 10 de la noche, y tuve muy buena comunicación con él. Él sabe que ahora el momento es muy peligroso, pero que el mensaje que se da es muy importante, así que estoy muy feliz de que me hayan encontrado (Otorgado el premio).
¿Considera que a través de la arquitectura podemos mejorar el mundo?
—No es tan difícil si actuáramos con un propósito de en cuál sistema de vivienda queremos vivir juntos. Tal vez muchas personas entienden el significado de la arquitectura, muchas personas pueden encontrarlo, notarlo. Nuestro sistema comunitario es muy importante. Es responsabilidad de nuestros arquitectos crear este sistema comunitario. Ahora se necesita el nuevo sistema, porque el mundo ya ha cambiado. Pero la gente en Costa Rica, en Centroamérica, o en Sudamérica tienen una historia, ya tienen las experiencias sobre cuál sistema de vivienda es mejor. Ustedes conocen el camino para hacerlo, más que los arquitectos más modernos. Tal vez ustedes pueden crear ese tipo de sistema. Esa es la solución para cambiar el sistema del mundo y es realmente importante.
*La traducción de la entrevista del inglés al castellano fue realizada por Fabiola Pomareda.