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Sofía Cortés: “Gobierno de Carlos Alvarado debilitó la protesta social en el país”

“No puede dejar de señalarse lo que significó la administración Alvarado Quesada para la protesta social en el país, un Gobierno profundamente antisindical, con un discurso y acciones criminalizantes de la protesta social”, afirma Sofía Cortés,  investigadora del IIS.

La investigadora del proyecto “Somos protestas” del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UCR, Sofía Cortés, señaló como una de las causas principales de la disminución en las acciones de protesta el desgaste de los movimientos sociales durante las últimas administraciones, en especial la de Carlos Alvarado.

Según Cortés, el mandato de Alvarado se caracterizó por “cerrar canales” para la comunicación con los movimientos sociales y una “poca apertura al disenso”, reflejada, según la docente de la Escuela de Historia de la UCR, en que, a pesar de darse importantes huelgas, las demandas no fueron canalizadas institucionalmente.

“La derrota a la huelga de 2018 contra la reforma fiscal y también de las protestas del 2019 y 2020 contra el Fondo Monetario Internacional (FMI) se gestaron porque el Gobierno de Carlos Alvarado cerró canales históricamente utilizados para garantizar los pesos y contrapesos en las decisiones del país”

Esto, agregó, se suma a que el Gobierno de Carlos Alvarado impulsó y aprobó proyectos que terminaron de empedrar el camino para la protesta social en Costa Rica.

“Durante su gestión se aprobaron proyectos fundamentales de la reforma neoliberal que venían siendo adversados por los sectores sindicales como la Reforma Fiscal, Ley Marco de Empleo Público y Ley Anti-Huelgas (N°9808)”, recalcó Cortés.

Caras nuevas en la protesta

La investigadora aseguró que todo este contexto de desgaste de los movimientos sindicales repercute, también, en que actores sociales que anteriormente no tenían tanto protagonismo estén dando un paso al frente para posicionar sus demandas.

“Hemos visto un crecimiento importante de protestas vinculadas con padres, madres y, en general, comunidades educativas que se están manifestando contundentemente a raíz del deterioro de la infraestructura del sistema de educación pública”, señaló la docente e historiadora.

Esta relevancia tomada por estos grupos, afirmó, no solo es contundente en la cantidad de acciones de protesta, sino en caracterizarse por adoptar “formas de manifestación más transgresoras para hacerse escuchar”.

Entre el repertorio de protestas de estos actores sociales, Cortés destacó principalmente “el cierre de centros educativos, el cierre de calles y las concentraciones” y que estas corresponden a “una preocupación de la gente por el deterioro de la educación, causado en buena medida por el desfinanciamiento”.

Cortés recordó los bloqueos extendidos en varios puntos del país durante el mes de octubre de 2020, como una experiencia en la cual, aunque hubo una organización sindical detrás de la convocatoria, una buena parte de los participantes “eran personas sin adscripción organizativa”.

“Hay un foco de malestar latente producto del deterioro generalizado de las condiciones de vida de la mayoría de la población y que puede manifestarse en jornadas de protestas como las de octubre de 2020”, explicó Cortés.

Movimientos sociales sin articulación

La docente e historiadora destacó la dispersión de los movimientos sociales de las últimas décadas “con excepción de algunas coyunturas muy específicas como la lucha contra el Tratado de Libre Comercio o la huelga contra la Reforma Fiscal”.

Como ejemplo, mencionó las luchas separadas de los movimientos estudiantiles, a pesar de que, según Cortés, todas responden a “un ataque general al presupuesto de educación pública”.

“Vemos protestas de estudiantes de secundaria por un lado y de estudiantes de universidades estatales por otro y se dificulta la construcción de alianzas y solidaridad con los problemas que les aquejan”, detalló la docente.

Por esta razón, afirmó la investigadora, desde las organizaciones sociales y los movimientos de la ciudadanía debe abordarse este tema para lograr iniciativas más articuladas y de un impacto mayor.

“Cuando se dan articulaciones hay una mayor capacidad de hacer avanzar una agenda o, por lo menos, que la discusión en la opinión pública sea más efectiva, aunque al final no se logren los objetivos propuestos”, declaró la máster en Historia.

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