Suplementos Tlatelolco

Un clamor de medio siglo

El miércoles 2 de octubre de 1968, en la Plaza de las Tres Culturas en una zona denominada Tlatelolco en la ciudad de México,

El miércoles 2 de octubre de 1968, en la Plaza de las Tres Culturas en una zona denominada Tlatelolco en la ciudad de México, a escasos diez días de que iniciaran los Juegos Olímpicos que por primera vez se realizarían en un país latinoamericano, ocurrió una masacre cuyos ecos de gritos desesperados y estallidos de balas resuenan cincuenta años después. Una gigantesca manifestación encabezada por estudiantes llegaba a su fin poco después de las 7 de la noche, la mayor parte de los manifestantes ya se habían retirado, pero aún quedaban algunos miles que se mezclaban con el tráfico habitual en la zona. Había periodistas de todo el mundo que llegaron para cubrir las Olimpiadas, pero que se interesaron por las protestas estudiantiles que habían iniciado desde finales de junio en el Instituto Politécnico Nacional y en la Universidad Nacional Autónoma. Los estudiantes habían sido reprimidos en varias ocasiones por la policía y varios líderes estaban presos.

Sorpresivamente, tropas del ejército rodearon rápidamente la plaza, un helicóptero descendió  peligrosamente y soltó dos bengalas sobre la multitud, desde los balcones de algunos de los edificios de contorno, francotiradores dispararon indiscriminadamente. La gente empezó a correr por sus vidas, los militares abrieron fuego. Un escuadrón especial, denominado Batallón Olimpia, vestido de civiles se había mezclado con los manifestantes, tenían la misión de capturar a los líderes a quienes ya tenían identificados; con guantes blancos en su mano izquierda como distintivo, y pistolas recién desenfundadas en mano derecha, empezaron la eliminación o captura sistemática de sus objetivos.

Pero en la plaza y calles aledañas corría el terror y la sangre. Muchos se lanzaron al suelo para protegerse, otros corrían despavoridos mientras las balas los alcanzaban. Algunos miembros del ejército también fueron abatidos sin saber de dónde venían los disparos.

Aquella noche de Tlatelolco en una operación de crimen de estado, el gobierno presidido por Gustavo Díaz Ordaz puso fin a meses de lucha estudiantil por respeto a la libertad, la autonomía y los derechos humanos.

En los días siguientes y con la complicidad de la gran prensa el Gobierno intento minimizar los hechos y borrar de la historia avergonzada la brutalidad de la represión. Se lavó de las aceras y el pavimento la sangre de centenares de muertos, se prohibió dar información en los hospitales atiborrados de heridos, se improvisaron cárceles para cientos de detenidos, se propagó a duda y la desinformación; el colorido y alegría de los Juegos Olímpicos se extendió para cubrir el horror de la represión. Pero los gritos quedaron “untados en la paredes”, poco a poco la memoria resistió hasta constituirse hoy en un simbólico clamor de medio siglo que es emblema de las luchas sociales y del movimiento estudiantil latinoamericano.

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