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Rafa Fernández adentro

Si algo cabe destacar y agradecer del arte pictórico, y de quienes lo realizan, es la capacidad que tiene de suspender el tiempo

Si algo cabe destacar y agradecer del arte pictórico, y de quienes lo realizan, es la capacidad que tiene de suspender el tiempo; el pasado y el futuro. Colgar en la pared un instante soñado, para que vuelva a ser en cada mirada, escapar hacia lo maravilloso, sugerir una puerta a lo fantástico, es lo que propone cada cuadro. Contemplar una obra de arte no es un ejercicio ocioso, sino intenso.

La exposición Viajero del tiempo, que se ofrece en la Galería Nacional en el Centro Costarricense de la Ciencia y la Cultura, donde se alberga el Museo de los Niños, como primer homenaje póstumo que se le rinde al gran artista nacional Rafa Fernández, fallecido el 9 de setiembre del año pasado, es una ocasión única de penetrar en la intimidad creativa del pintor.

Alma Fernández, hija del artista y, junto con Elizabeth Barquero, curadora de la exposición, mediante visitas guiadas los sábados, ofrece la posibilidad de una aproximación inédita a la obra del maestro.

Hay piezas de antigua data, de aquellos primeros años medio siglo atrás, donde el sentimiento, desbordado a veces, acudía a lo sombrío, a lo enigmático. Luego, la magia festiva de sus mujeres, principio de todas las cosas. Dorados, azules, rojos, amarillos, en el pañuelo del mago, donde todo cabe, nos invita a asomarnos al mundo maravilloso.

Finalmente, la obra de sus últimos años, el trabajo más maduro y profundo. Un juego donde él mismo está muchas veces metido entre sus personajes. Es en esos cuadros donde se deja ver el artista más puro e íntimo, todo poblado de personajes, de recuerdos y de situaciones inverosímiles como un guiño cómplice.

En sus últimos años, Rafa Fernández se volcó en su estudio para producir un legado mágico que nos provoca viajar con él por ese universo onírico que solo el arte permite.

Esta exposición es una invitación al estudio del artista, a estar con él mientras viaja ensoñado por sus mundos fantásticos, inventando con el color las atmósferas, conociendo a sus personajes de un teatro mágico. No solo es la posibilidad de admirar su obra, sino la delirante aventura de estar dentro de alguno de sus cuadros.

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