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El extraño libro que cambió la historia del alcoholismo

Las cuatro ediciones en inglés y las tres en español que se han publicado, así como las versiones en otros 40 idiomas, suman 20 millones de ejemplares vendidos de este longseller,

Las cuatro ediciones en inglés y las tres en español que se han publicado, así como las versiones en otros 40 idiomas, suman 20 millones de ejemplares vendidos de este longseller, que gracias a su condición didáctica ha ayudado a millones de personas que sufren la enfermedad del alcoholismo.

En 1939 se publicaba el libro Alcohólicos Anónimos producto de una agrupación que para entonces carecía de nombre, pero que se había propuesto lo inalcanzable hasta ese momento: vencer la enfermedad del alcoholismo.

Ni la psiquiatría, ni la medicina, ni el psicoanálisis, ni la psicología ni la religión habían podido encontrar un método medianamente efectivo para sacar a miles de personas que se consumían en las llamas del alcohol. Nadie entendía cómo aquella persona se transformaba y se dejaba vencer tan fácilmente por esa droga social aceptada en el mundo.

Un antiguo corredor de bolsa, que había sido vilipendiado y había perdido casi todo, excepto su matrimonio, por el alcohol, y un doctor con una vida desastrosa, encontraron un tratamiento que más tarde esbozarían en el texto Alcohólicos Anónimos (AA), nombre que más tarde adoptaría la agrupación y que con el paso del tiempo se extendería a más de 150 países.

Como libro Alcohólicos Anónimos —para cuya publicación Bill Wilson, el corredor de bolsa, y Robert Smith, el médico, acuerpados por un grupo de soñadores, tuvieron que vender acciones anticipadas y endeudarse— es un ornitorrinco. Parece un libro de autoayuda, pero no lo es; parece un libro de medicina, pero no lo es; parece un libro de psiquiatría, pero no lo es, y parece un libro de religión, pero tampoco lo es.

El libro contiene pequeñas dosis de esas áreas y lo que buscaba en 1939, o sea, hace 80 años, era convencer a los alcohólicos de que el alcoholismo no era un vicio, como creían la sociedad y en parte la ciencia, sino que era una enfermedad. Una enfermedad para la cual la mayoría de curas tradicionales fallaban.

Cuando el libro, también conocido como el Libro azul, vio la luz en el 39, cien integrantes de la agrupación habían logrado mantenerse sobrios por períodos que iban desde los cuatro hasta un año.

En el volumen, conocido como el texto básico de AA, se daba cuenta por primera vez de los 12 pasos, que son una mezcla de todos los principios descritos anteriormente, y que se convertirían con el pasar del tiempo en una guía utilizada por cientos de grupos alrededor del mundo para combatir cualquier tipo de adicción: la sexual, la ludopatía, la dependencia emocional, las drogas, etc. etc.

Para tratar de generar credibilidad en la comunidad científica y religiosa, Wilson y compañía tuvieron una intuición magistral: incluyeron testimonios de miembros recuperados del alcoholismo, en los que se podía percibir que no importaba la condición económica, política ni social del individuo, que una vez que había caído en las garras del alcohol era arrasado hasta la oscuridad y la desesperación, y eran numerosos los casos en que los afectados terminaban en la locura o confinados en los cementerios.

Es probable que a lo largo de 80 años el libro Alcoholismo Anónimos nunca haya sido incluido en un suplemento literario, porque se le considera un libro menor, que nada tiene que ver con el bagaje de un libro aceptado por el canon. No obstante, si se mira en retrospectiva y con la calma del crítico responsable, se cae en la cuenta de que el texto utilizó con cierta anticipación el poder del relato testimonial, el cual en la segunda mitad del siglo XX iba a tener una enorme exposición en el mundo de habla castellana e inglesa.

RAZONES DE ESTE LONGSELLER

 Después de esos inicios vacilantes y de un futuro incierto del libro que había dado nombre a ese extraño movimiento en el que los participantes no tienen que pagar ni un centavo por asistir a las reuniones y en las que no se habla de política, ni de religión, el libro ha sido traducido a 42 idiomas. De acuerdo con el prólogo de la cuarta edición en inglés de 2001, entre todas las ediciones ya se han vendido 20 millones de ejemplares.

Aunque la historia del libro refiere que cuando lo estaban redactando hubo aclaradas disputas por el tono del texto, por si debía llevar más dosis de medicina que de religión o por si cabía pedir rituales y hablar de un Dios en concreto, al final los escritores, con Wilson a la cabeza, lograron algo que en ese contexto parecía imposible:  un libro didáctico, escrito con un lenguaje sencillo y al alcance de cualquier lector.

En efecto, el público al que iba dirigido era muy variado, puesto que la enfermedad del alcoholismo entonces y en la actualidad no discrimina si afecta a este por su condición social o al otro por su condición económica. De forma tal que para lograr una comunicación competente debía estar redactado en un lenguaje claro, directo, y sin adentrarse en consideraciones excesivamente técnicas.

Lo consiguieron los fundadores, quienes tras unas largas discusiones, contadas en un libro posterior, le dieron un giro espectacular al volumen y al movimiento que representaban, cuando se negaron a hablar en específico de un Dios. Para lograr el conjuro, quizá con influencias de un sector del gnosticismo, optaron por invocar la figura de un “Poder superior”, con lo cual abrieron la puerta para cristianos, mulsulmanes, budistas, católicos y cuanto credo exista en el mundo.

Hay que destacar, además, que Alcohólicos Anónimos, tanto en su versión original como las traducciones al castellano, está delicadamente cuidado en relación con el uso del lenguaje. En el caso de la versión en español, estuvo a cargo de la Comisión Iberoamericana de Traducciones y Adaptaciones de Literatura de AA.

El libro Alcohólicos Anónimos reivindica también un elemento que los médicos griegos de la era de Hipócrates tenían como un recurso fundamental: el poder curativo de la palabra. Eso lo sabía muy bien en el siglo XX el médico y escritor español Pedro Laín Entralgo, quien era partidario de esta terapia y que publicó “La curación por la palabra en la antigüedad clásica”.

A pesar del valor que ha tenido la palabra a lo largo de los siglos, todavía se suele oír por ahí en cualquier esquina, café o aula universitaria esta máxima: una imagen vale por mil palabras…

Error: dicha afirmación es solo un eufemismo más de los tantos que circulan por ahí y que ahora se magnifican en Internet: y el extraño libro Alcohólicos Anónimos es una prueba de que la palabra todavía bebe de aquellos orígenes griegos y de que en verdad tiene poderes curativos.

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