País Guatemala:

Una voz de cambio

“Yo fui huérfana, analfabeta y he ganado espacios que nunca creí tener”

Para llegar a su casa hay recorrer una montaña entera e internarse en la entraña de la Guatemala indígena. Cuatro horas de viaje por los escabrosos caminos de Chichicastenango, en el noroccidental departamento de Quiché, donde aún habitan de los descendientes de los pueblos originarios de Centroamérica. Al cabo del trayecto, ahí estaba ella esperándonos: Margarita Alemán, una pequeña mujer de rasgos autóctonos, una sonrisa afable y una actitud decididamente triunfadora.

Aún queda un trecho que seguir, una empinada pendiente que Margarita sube con gran agilidad en sus zapatos de tacón y su vestimenta típica de la zona, en medio del barro y la incesante lluvia.

Centroamericanas rompiendo techos de cristal
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Arriba, en la cálida hospitalidad de su casa, nos cuenta cómo llegó a ser líder de una asociación de mujeres productoras de la comunidad denominada Agrise, y con mucho orgullo explica que la organización ha participado de varios proyectos impulsados por entes no gubernamentales, uno de ellos es Voces Vitales.

“Como organización fue una experiencia muy bonita, participamos en un programa de incentivos productivos que debían responder al cumplimiento de una serie de requisitos; todos pasaban por incrementar la participación de la mujer en las organizaciones”, contó Alemán.

La asociación tiene una fuerte participación de mujeres en su junta directiva y en comisiones de trabajo. En total, unas 40 mujeres son socias y otras 30 mujeres, que no están inscritas, son invitadas a participar cuando se realizan capacitaciones especiales.

“Yo no soñé estar donde estoy hoy, fui una niña víctima del conflicto armado, quedé huérfana, no tuve estudio. De dónde vengo y de dónde soy no lo entiendo; son una gran bendición los espacios que he tenido. El año pasado participé en una mesa de diálogo con penalistas y el embajador de Estados Unidos y mientras estaba allí sentaba me preguntaba, ¿esta soy yo, o estoy soñando? He llegado a tener espacios que nunca soñé y, si yo he podido, siendo una persona sin letras, cualquiera puede hacerlo, solo hay que tener voluntad de hacer las cosas”.

Dueñas de la tierra y del dinero

Una iniciativa de gran impacto social que lleva a cabo Voces Vitales de Guatemala consiste en impulsar la participación de mujeres en juntas directivas de asociaciones productivas y artesanas en comunidades indígenas; así como la creación de cajas de ahorro que permiten a las mujeres solventar necesidades familiares y empresariales.

Esto porque uno de los mayores desafíos para las mujeres en Guatemala es tener acceso a la toma de decisiones, a intervenir en el mercadeo de sus productos y a recibir directamente la paga por sus ventas.

“Recientemente concluimos el proyecto “El Género genera”, que consistía en dar incentivos a las asociaciones que cumplieran con actividades tendientes a promover la participación femenina, e impulsaran la creación de estas cajas de ahorro, pues identificamos que las mujeres no tienen los recursos suficientes para lanzar sus propias iniciativas”, explicó María Marta Ramos, directora ejecutiva de Voces Vitales Guatemala.

Una de las beneficiadas con estos incentivos fue Asundeco, una organización integrada por artesanas y artesanos en las montañas del municipio de Chichicastenango, en el departamento de Quiché.

Esta asociación, en la que participan 50 hombres y 70 mujeres, completó una serie de acciones tendientes a inducir una mayor participación femenina en su junta directiva, de manera que los problemas de las mujeres y sus familias fueran considerados a la hora de tomar decisiones.

La comunidad fue una zona muy afectada en la década de los años ochenta, en el peor periodo del conflicto armado de Guatemala, cuyos efectos aún están latentes para sus habitantes. Ante esto, participar en un programa de incentivos, empoderamiento y superación resultó vital para los integrantes de esta asociación.

Para María Guarca, miembro de Asundeco, la capacitación fue un factor que vino a compensar, en parte, la carencia de recursos y de capital, pues les permitió a los asociados aprender sobre cosas que ni siquiera se habían imaginado, como la comercialización de sus productos y participar en Juntas Directivas.

“Desde que el grupo empezó vimos la necesidad de formarnos, pero en toda entidad nos pedían estar organizadas.

Participar del programa de Voces Vitales fue un gran aporte porque aprendimos formas de hacerlo de la manera correcta, aunque aún nos falta mucho más por avanzar. Al principio había mucho machismo, pero en la comunidad falta el trabajo y es necesario salir adelante, por ello las mujeres entendimos que era necesario involucrarnos”, dijo la artesana.

Las cajas de ahorro, otro proyecto de Voces Vitales, tienen la finalidad de generar dentro de las organizaciones un sistema que permite a las mujeres ahorrar, mes a mes, cierta cantidad de dinero. Cuando el fondo común llega a una suma determinada, los socios pueden obtener préstamos y con los intereses que pagan se incrementa el ahorro.

Al alcanzar recursos suficientes, han podido generar créditos para las integrantes, ya sea para comprar insumos para crear sus productos o para necesidades específicas, con intereses adecuados a sus posibilidades. De esta forma producen oportunidades de surgir e incrementar la Caja de Ahorro.

Con este proyecto se beneficiaron varias comunidades indígenas de Guatemala, como las asociaciones Nuevo Sol Chuwila, Adiba y Admadec, todas de la zona de Quiché, que fueron capacitadas y se les orientó sobre los mecanismos adecuados para desarrollar su propia Caja de Ahorros.


Las Claras: recobrando vidas

Un proyecto de derechos humanos impulsado por Voces Vitales Panamá

María Núñez Chacón
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Felipillos es una comunidad panameña, con una población de bajos recursos y pocas oportunidades. Muchos dicen que es una zona popular, pero para un grupo de jóvenes, madres adolescentes y sus bebés, se ha convertido en una segunda casa, un espacio donde han visto renovadas sus esperanzas de un futuro prometedor.

En Panamá, la mayoría de las adolescentes madres abandona la escuela, y está comprobado que, si no existe un ambiente familiar y social de apoyo para reincorporarse a sus estudios, es probable que en 24 meses las chicas vuelvan a tener otro hijo.

Es por ello que Voces Vitales Panamá desarrolló el Centro Las Claras, un espacio físico en el que las madres adolescentes reciben apoyo emocional y de acompañamiento para que sus padres y parejas comprendan la importancia de concluir sus estudios.

De acuerdo con Gisela Porras, presidenta de Voces Vitales Panamá, el programa que desarrollan en Las Claras permite liberar el potencial de las jóvenes, inicialmente con una intervención de seis meses en que se le brindan cursos de inglés, de empoderamiento personal, trabajan su autoestima y les dan capacitaciones.

Al concluir este período, si muestra un verdadero compromiso, la joven pasa a la etapa escolar, que tiene una duración de un año, al cabo del cual obtiene el bachillerato (secundaria) y otro título vocacional de asistente con énfasis en contabilidad e informática.

“Las chicas están en un ambiente protegido, pues mientras ellas reciben clases contamos con una casa cuna, donde expertas en estimulación temprana cuidan a sus bebés. En los ratos libres, las estudiantes se hacen cargo de alimentarlos, cambiarlos y pasar un rato con ellos”, explicó Porras.

Cinthya Vega, oriunda de la provincia de Chiriquirí, quedó embarazada a los 15 años y tuvo muchos problemas en su comunidad, abandonó los estudios y decidió trasladarse a la capital con su familia.

En una cita en la clínica le contaron sobre la iniciativa de Las Claras y ella decidió participar, hizo las pruebas de admisión y resultó elegida para formar parte del programa.

“Nos ayudan con nuestras habilidades sociales, nos preparan para ser las mejores profesionales, pero quienes participamos debemos organizarnos, tener horarios para todo y estar muy comprometidas. Cuando yo entré había perdido todas mis esperanzas, no trabajaba, tenía una bebé, no estaba con el papá de mi niña. Definitivamente, el programa Las Claras me dio una oportunidad de oro, somos una familia”, contó Vega.

Como la de ella hay muchas historias diferentes, pero todas con un tono de esperanza, de alcanzar un mejor futuro, de brindar a los hijos oportunidades distintas a las que ellas tuvieron, con nuevas metas de vida, profesionales, personales y familiares.

El proyecto inició hace dos años y ya se han graduado 15 jóvenes. Actualmente, ellas se encuentran trabajando y ganando un salario por encima del mínimo de ley. Además, cada seis meses entran 30 adolescentes con sus respectivos bebés.

Además del proyecto Las Claras, en Panamá también se trabajan iniciativas enfocadas al empoderamiento económico de las mujeres, con la implementación de mentorías y talleres de capacitación para empresarias emergentes, y ejecutivas en puestos decisivos de corporaciones.


Metas con resultados

En Nicaragua, Voces Vitales lleva a cabo una serie de programas dirigidos al empoderamiento de las mujeres, entre ellos el VV Grow, que apoya a propietarias de pequeñas y medianas empresas, y que incluye el entrenamiento de habilidades empresariales personalizadas, asistencia técnica, desarrollo de liderazgo y acceso a redes para hacer crecer sus negocios y aumentar su impacto de liderazgo.

“Los principales retos que tienen las emprendedoras son escalar el acceso al financiamiento y a la profesionalización del trabajo y mejorar sus habilidades técnicas en su área de acción. Hemos identificado que las mujeres de ingresos medios y bajos emprenden por necesidad, ponen un negocio, pero muchos de ellos, cuando se profesionalizan, a nivel legal no están a nombre de esas mujeres, sino de hombres”, contó Alejandra Espinoza, directora ejecutiva de Voces Vitales Nicaragua.

Eso es parte del trabajo de concientización y cambio que la organización busca en este país, que las empresarias tomen el control de sus negocios y que no solo trabajen en ellos, sino que sean sus propietarias.

Janny Tercero es dueña de la empresa recicladora Hanter Metals y aprendiz de Voces Vitales Nicaragua. Para ella participar de un programa de este tipo fue una verdadera aventura y en el proceso su mentora resultó ser una inspiración.

“Yo me manejo en un negocio en que la mayoría son hombres y, siendo mujer, es posible no ser tomada muy en serio. Obtuve más seguridad al proyectar los objetivos que me estaba planteando; en ese tiempo creamos la primera feria de reciclaje que resultó todo un éxito. He tenido la oportunidad, también, de ser mentora y lo hago en agradecimiento porque estoy dando de lo que una vez recibí”, señaló.

Otra mujer que ha participado de los programas de mentoría es Sara Lila, creadora de La Fábrica Coworking, que se ha convertido en un espacio que ofrece oficinas y servicios como Internet y salas de reuniones para los emprendedores y emprendedoras nicaragüenses, que les permiten desarrollar sus negocios.

Para ella, ser parte de Voces Vitales como aprendiz fue muy enriquecedor. En ese momento la Fábrica Coworking era apenas una idea, una meta que parecía muy lejana y difícil; pero el empoderamiento que le proporcionó la mentoría le permitió hacerlo de una forma más fluida y sencilla.

Como mentora, “ha sido muy gratificante poder acompañar el proceso de otras mujeres, aprender a escuchar y hacer las preguntas correctas en momentos clave de sus emprendimientos. Una simple conversación puede aportar grandes cosas y cambiar el camino de una emprendedora”, contó Sara Lila.


El Salvador: Creando redes y desarrollo económico

Desde que se pone un pie en Splash Kids, la escuela de natación para niños de la salvadoreña Paty Méndez, se percibe el esfuerzo por ofrecer una alternativa novedosa, que se distinga por los altos niveles de calidad y servicio al cliente.

No es común ver una escuela de natación para bebés y niños en El Salvador, más bien es una tendencia muy nueva, pero Splash Kids se ha ido posicionando con fuerza en el mercado.

Su propietaria, conoció Voces Vitales durante un reconocido evento que desarrolla la organización en El Salvador: Crece Mujer. Como quería dar a conocer su negocio entendió que ser parte de la organización le permitiría acceder a talleres, capacitación y de redes de apoyo para catapultarse.

“Debemos estar a la vanguardia e innovando con estrategias. En una oportunidad participé en un programa de mentoría digital, lo cual me ayudó mucho porque hoy todo es a través de las redes sociales. Allí descubrí todo lo que yo podía explotar mediante lo digital, para que mi empresa pudiera estar más arriba”.

Méndez contó que conoce de muchas mujeres que gastan muchísimo dinero en agencias de publicidad para que les manejen las redes sociales, sin saber que pueden hacerlo ellas mismas. Por eso, insistió, la formación proporciona herramientas para llevar las empresas a otro nivel.

“Entre los logros que obtuve de esta mentoría fue potenciar las artes gráficas, pues para venderse digitalmente esto es esencial. Logré mejorar el posicionamiento de mi página web en el buscador y aprendí a pautar en Facebook de la forma adecuada y hacia el público de mi interés”, contó Paty Méndez.

En el caso de El Salvador, Voces Vitales impulsa mentorías empresariales en las que una mujer líder, de reconocida trayectoria, se une a una mujer líder emergente que va emprendiendo en su negocio.

También patrocina clubes de mentorías, una modalidad en la que se juntan varias mujeres empresarias que tienen las mismas experiencias y desafíos para generar redes de apoyo y networking – desarrollo de una red de contactos personales y profesionales que facilita la llegada de nuevos proyectos-.

Luisa María Villafuerte es otra de las empresarias que ha participado en diversos programas de mentoría de Voces Vitales. Es dueña de El Alfarero, una empresa de eventos y floristería, con más de diez años en el mercado.

“Las herramientas que aprendimos en Voces Vitales se enfocaron en desarrollar un mejor cálculo de nuestra empresa. Nos dieron herramientas para maximizar el costo, hacer contrataciones de personal adecuadas, establecer objetivos de venta y potenciar nuestro posicionamiento en el mercado, así como crear productos nuevos”, explicó Villafuerte.

De la misma forma, para Nely García, gerente de la empresa salvadoreña Converplastser, parte de estos programas de mentoría, así como de charlas y talleres, le otorgó una confianza especial en sí misma, para la toma de decisiones estratégicas y obtuvo pautas para mejorar su negocio.

Su empresa ha crecido, tanto que tuvo que buscar un nuevo espacio para instalarse, adquirir nueva maquinaria e incluso establecer su propia subestación eléctrica para elaborar sus productos, y mejoró sustancialmente la relación con su personal.


 

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