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Remesas a Nicaragua aumentaron un 22,8% desde que empezó la crisis sociopolítica

“La política económica y social más exitosa de Ortega es forzar desplazamientos de nicaragüenses al exterior porque esa hemorragia en pocos meses se transforma en dólares, contantes y sonantes”, destacó el economista nicaragüense Enrique Sáenz.

Hace siete meses vino del municipio de Tipitapa, Managua, Nicaragua. Hoy trabaja como guarda de seguridad en San José y mes a mes envía dinero a su país, para su hijo de 15 años y los abuelos que cuidan de él.

Esta es la historia de Francisco, uno de los miles de nicaragüenses en el país que cada mes envían un promedio de entre $110 y $120 a sus familias.

A partir de la crisis sociopolítica en Nicaragua de 2018, la cual fue seguida de represión violenta de las protestas, persecución y encarcelamientos de opositores y el progresivo quebrantamiento del Estado de derecho, las remesas enviadas por nicaragüenses radicados en Costa Rica hacia su país de origen aumentaron un 22,8%.

“Ortega exporta desempleo y bajos salarios, y recibe remesas”, Enrique Sáenz, economista nicaragüense.

Las remesas hacia Nicaragua han aumentado paulatinamente desde entonces, pasando de $263 millones en 2017 a $323 millones en 2022, según datos provistos por el Banco Central de Costa Rica (BCCR), a solicitud de UNIVERSIDAD.

Los números muestran que, si bien los envíos se redujeron levemente en el primer año de la pandemia, se recuperaron el año pasado. En el 2017, Nicaragua recibió $263 millones desde nuestro país; en el 2019 se enviaron $294 millones; y en el primer año de pandemia esa cifra bajó a $271 millones. No obstante, en el 2021 aumentó a $300 millones y en el 2022 a $323 millones.

Para Gustavo Gatica López, investigador del Centro de Investigación en Cultura y Desarrollo (CICDE) de la Universidad Estatal a Distancia (UNED), “es muy claro que el aumento en las remesas tiene que ver con el éxodo que inició a partir de abril de 2018 y eso sucede, no solo con las remesas que llegan desde Costa Rica, sino con las que llegan de Estados Unidos”.

El economista nicaragüense Enrique Sáenz dijo a este medio que es previsible que la pandemia haya incidido en la disminución registrada en los años 2020 y 2021, y que el repunte obedezca “al aumento de los desplazamientos forzados por el deterioro de las condiciones económicas y sociales y por el clima de opresión que se vive”.

De acuerdo con Sáenz, se estima que casi el 10% de la población ha salido del país en menos de tres años, la mayor parte hacia Estados Unidos; pero también un porcentaje significativo hacia Costa Rica.

Un país que sobrevive por las remesas

Según cifras del Banco Central de Nicaragua (BCN), durante el año 2022, los ingresos por remesas familiares alcanzaron un total de $3.224 millones en Nicaragua y se pronostica que aumentarán a $5.000 millones en 2023, reporta una reciente publicación de Diálogo Interamericano.

No obstante, los nicaragüenses siguen viviendo con los niveles de ingresos de 2017, señala la publicación “Indicadores sobre la situación económica Nicaragüense en 2023: factores de dependencia y opciones de presión”, realizada por Manuel Orozco.

Se proyecta que la dependencia económica de las remesas será superior al 30% del Producto Interno Bruto (PIB) y un millón de hogares recibirán dinero este año, según explicó Orozco.

Gatica afirmó que hay “una política perversa del régimen”, que está propiciando la persecución interna, que lleva a un desplazamiento forzado de nicaragüenses, y “como contraparte se ven beneficiados de las remesas los hogares de Nicaragua”.

“La dictadura se está viendo beneficiada de este ingreso. Por un lado, el régimen está haciendo salir forzadamente a miles de personas; pero, en términos macroeconómicos, las remesas que eventualmente mandan le permiten al Gobierno una estabilidad en la balanza de pagos, ayuda a sus reservas y es una tabla de salvación, frente a los limitados recursos que entran por atracción de inversión directa. Además, a nivel micro los hogares también se ven beneficiados en su consumo”, destacó Gatica.

“Hemorragia que se transforma en dólares”

En Nicaragua, Francisco —quien pidió permanecer en el anonimato— trabajaba como guarda de seguridad en el Ministerio de Educación (Mined).

El hombre contó que decidió venirse “porque la situación económica está de cabeza”. “Hay trabajo, pero (el sueldo) demasiado bajísimo para sobrevivir y con los gastos personales, familiares, no ajusta uno”, dijo.

Francisco ganaba $320 al mes en Nicaragua; sin embargo, afirmó que el Gobierno le empezó a rebajar de $50 en $50, hasta que terminó ganando $140 al mes. En el país recibe un pago quincenal de ₡120.000, que significa aproximadamente $446 al mes.

“Vino una estrategia del mismo Gobierno, que los que trabajábamos para él teníamos que darle un aporte mensual como contribución, una ayuda para que el Gobierno se ayudara a la misma vez”, relató.

Sáenz coincidió en que “la política económica y social más exitosa de Ortega es forzar desplazamientos de nicaragüenses al exterior porque esa hemorragia en pocos meses se transforma en dólares, contantes y sonantes”.

“Eso se transforma en actividad económica, porque ese dinero se dirige al consumo, a las reservas de divisas del Banco Central, al aumento de los ingresos tributarios, a descongestionar el mercado de trabajo, a mejorar las posibilidades de que las familias enfrenten sus penurias económicas debido al desempleo y la carestía de la vida. Y también en términos propiamente políticos por cuanto las remesas, al descongestionar el mercado de trabajo, también mitigan el malestar social y político”, resaltó el economista.

“Ortega exporta desempleo y bajos salarios, y recibe remesas; exporta malestar social y recibe mitigación a las carencias de las familias. Exporta inconformidad política y contiene los reclamos internos”, denunció Sáenz.

De acuerdo con datos de la Dirección General de Migración y Extranjería (DGME), en el 2017 había 339.495 nicaragüenses viviendo en el país y en el 2021 se contabilizaban 384.894.

Asimismo, en los últimos cinco años se incrementó significativamente el número de personas solicitantes de refugio. Se pasó de 23.138 solicitudes de refugio en 2018, a 239.653 con corte a diciembre de 2022, de las cuales 217.125 son nicaragüenses, muestran cifras de la DGME.

 

 

 

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