“El problema de la enfermedad es que genera miedo y, como consecuencia del miedo y de los problemas económicos, se ha producido violencia, frustración y una serie de tensiones que antes no ocurrían en el hogar”, apuntó el médico intensivista Marco Vinicio Boza, vocero de la campaña del Ministerio Público, “Yo denuncio”.
Boza agregó que las personas adultas, “llamadas a educar, a formar y a proteger”, acumulan angustia y preocupaciones por la situación económica, “que podrían también convertirse en sentimientos de agresión contra niños y contra adolescentes”.
Además, las familias en general han experimentado cambios abruptos en sus dinámicas, producto de más personas desempleadas, con sus ingresos reducidos, la crisis sanitaria, personas aisladas por largas temporadas y muchas trabajando desde sus casas, señaló el especialista.
El médico dijo que es importante prestar atención al comportamiento de menores y adolescentes, ya que es posible detectar señales que hagan sospechar de posibles maltratos.
“Niños, niñas o adolescentes que han sido sometidos a castigos desmedidos, son individuos nerviosos, resentidos o con algún grado de desconfianza hacia el adulto; por lo general, se comienzan a alejar de sus padres, les tienen miedo y también se nota que dejan de comer o que empiezan a comer azúcares en forma compulsiva”, detalló.
Boza añadió que “los adultos pueden volverse más intolerantes” y que tienen que tener muchísima paciencia y comprensión e incluso buscar procesos para liberar tensiones.
“Necesitamos, urgentemente, comprender que los problemas que está viviendo el país deben ser transitorios, en primer lugar, y, en segundo lugar, que solamente juntos podemos resolver las cosas que estamos viviendo”, expresó.
