El 6 de marzo, el Ministerio de Salud confirmó el primer caso de COVID-19 en Costa Rica. Se trataba de una mujer estadounidense, que llegó al país desde Nueva York junto con su esposo y ninguno de los dos presentaba síntomas. 12 días después, el país se conmocionó con el anuncio de la primera muerte a causa del nuevo coronavirus. Se trataba del Jefe de Servicio de Cirugía de Corazón en la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) Roberto Galva Jiménez.
“Hoy, hace pocos minutos se registra el primer fallecimiento de paciente confirmado por COVID-19. Se trata de un hombre de 87 años de edad y que se encontraba internado en cuidados intensivos en el Hospital de Alajuela”, informaba el Ministerio de Salud mediante un comunicado y redes sociales.
Seis meses y medio después, se registran 66.689 casos y 760 personas fallecidas (según cifras con corte al 22 de setiembre).
En los primeros dos meses, se reconoció al país por implementar de manera temprana y adecuada el rastreo epidemiológico, se seguían los casos, los contactos y los brotes en zonas fronterizas, zonas periurbanas y de alta densidad de población.
No obstante, a partir de mayo se fue haciendo cada vez más difícil para las autoridades aislar a cada persona que daba positivo y cortar las cadenas de transmisión, rastreando y aislando todos los contactos. A principios de julio, el Ministerio de Salud confirmó que estábamos en transmisión comunitaria y que no habían podido investigar el 65% de los casos positivos.
Rápidamente, aumentó el número de casos. En julio el Gobierno anunció la apertura económica gradual. En setiembre, el país entró en una escalada de 1.000 casos nuevos de COVID-19 por día, la cual no se detiene. Actualmente, el Gobierno y la ciudadanía mantienen una mayor apertura de actividades sociales y económicas y se apela a la responsabilidad de las personas y empresas.
A continuación presentamos una línea de tiempo de la evolución de la enfermedad y las medidas tomadas por el Gobierno.
