La huelga contra la reforma fiscal —que convocó manifestaciones diarias alrededor de la Asamblea Legislativa por casi tres meses— provocó un atraso de cinco semanas en la construcción del nuevo edificio legislativo, obra que se levanta sobre un lote contiguo a las actuales instalaciones del Congreso, entre la Avenida Primera y la Avenida Central, en Cuesta de Moras.
La fecha de entrega de las obras estaba prevista para finales de este año; sin embargo, ahora estas no estarían listas hasta inicios de 2020, según informó el director ejecutivo de la Asamblea, Antonio Ayales.
Según el director, el problema lo provocaron los bloqueos en las carreteras contiguas, los cuales impidieron el paso de las mezcladoras de cemento y detuvieron las obras de chorreo. “La huelga cerró la Avenida 1 y la Avenida Central, y las ‘chompipas’ no pudieron entrar”, describió.
Ahora, el atraso está bajo estudio de la Unidad Ejecutora y de la propia Asamblea, entidades que deberán estimar el impacto que tuvo el retraso en el costo de las obras.
El nuevo edificio será una torre de 21 pisos (cuatro subterráneos), incluidos el Plenario legislativo, la barra de prensa y los 57 oficinas despachos de los congresistas.
Además, el edificio acogerá nueve comisiones, el Directorio Legislativo y los departamentos de Servicios Técnicos, Análisis Presupuestario, Participación Ciudadana y Protocolo, junto con otras obras menores como plazas, jardines, auditorios, sodas y espacios para la participación ciudadana, incluida una barra de público para 200 personas.
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Ante el atraso de cinco semanas, Ayales señaló que existen temores sobre la posibilidad de una nueva huelga, en especial si se toma en cuenta que el Ejecutivo enviará un proyecto de Reforma al Empleo Público en marzo, que podría molestar a los sectores gremiales.
“Evidentemente, si hay una nueva huelga y si se vuelven a cerrar la Avenida Central y la Avenida Primera, habría un problema con el acceso de los materiales de construcción y podría haber otro atraso, aunque sabemos que no necesariamente eso tiene que suceder”, concluyó.
Factor dólar
Aunado al conflicto por los posibles retrasos y los costos que ellos generaría, Ayales agregó que las variaciones en el tipo de cambio del dólar han provocado un aumento en el costo del proyecto.
Inicialmente, dijo Ayales, se gestionó un presupuesto tomando como base un precio del dólar en ¢530, un indicador que ahora se encuentra en ¢608.
El cambio en el monto total del proyecto significaría un incremento del 13,7%; sin embargo, Ayales indicó que esa variación sería menor por el avance que ya llevan las obras (30%).
Actualmente, con el último ajuste que había hecho el Banco de Costa Rica (BCR) a mediados de 2018, el costo de las obras del edificio —sin contar las acciones aledañas— ya rondaba los ¢69.000 millones (¢17.000 millones más de lo que se había proyectado).
Carbono neutral
Sin embargo, no todas las noticias dadas por Ayales fueron negativas. El director indicó que buscará convertir el nuevo edificio en un espacio “carbono neutral”, para lo que ya se piensa aplicar sistemas de paneles solares e iluminación LED.
Además, Ayales aseguró que el edificio contempla una ventilación natural que mantendría la temperatura en unos 24 grados centígrados; así como la utilización de aguas subterráneas que se descubrieron en el momento de la construcción y que ahora se captarían en tanques internos para acciones como el riego de los jardines y el abastecimiento de algunas tuberías.
Esa última idea la describió el arquitecto de la obra Javier Salinas, quien comentó que la idea surgió luego de encontrar las aguas subterráneas a dos metros de profundidad, provenientes del este de la capital. “Entonces decidimos captar las aguas para reutilizarlas en los inodoros, para el riego de las plazas y todas esas labores”, apuntó.
En total, se excavaron 23 o 24 metros para la construcción de los primeros cuatro pisos del edificio, cuyas paredes ahora servirán para desviar la parte del líquido que no será captada por los tanques internos.