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Boyante industria militar de Israel vende armas a diestra y siniestra

La guerra "creó una demanda de sistemas militares en todo el mundo, beneficiando a todas las industrias de defensa occidentales, así como a Israel", explicó Uzi Rubin, experto del Instituto de Jerusalén para Estrategia y Seguridad (JISS) y padre del programa de defensa antimisiles israelí.

Tel Aviv, Israel

La industria de defensa israelí, alimentada por un conflicto permanente desde 1948 e inmersa en una carrera armamentista relanzada por la guerra en Ucrania, disfruta de un crecimiento sostenido y una imagen halagadora entre sus clientes.

Las exportaciones de armas israelíes alcanzaron un récord de 12.500 millones de dólares (11.500 millones de euros) en 2022 frente a 7.200 millones de dólares en 2019. El Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (Sipri) sitúa a Israel como el noveno mayor exportador mundial del sector.

Último éxito hasta la fecha: el contrato firmado este jueves con Alemania para la compra del sistema de defensa antimisiles Arrow-3, un acuerdo “histórico”, según el ministro alemán de Defensa, Boris Pistorius, que podría contribuir a garantizar la seguridad del cielo europeo.

Israel había presentado ese contrato, estimado en 3.500 millones de dólares, como el “más grande jamás firmado” por el país.

Desarrollado por Israel Aerospace Industries (IAI) con la estadounidense Boeing, el Arrow-3 está pensado para interceptar artefactos, posiblemente portadores de ojivas nucleares, sobre la atmósfera con un alcance de 2.400 km.

Igualmente Finlandia, el día después de su adhesión a la OTAN en abril, anunció que desea tener la “Honda de David” por 316 millones de euros (unos 332 millones de dólares) para hacer frente a misiles de crucero, drones y cohetes desde una distancia de entre 40 y 300 km.

“Capaces y eficientes”

Los éxitos son respaldados en gran medida por Washington. En 2021, el Departamento de Estado informó de que ha otorgado más de 125.000 millones de dólares en asistencia militar bilateral desde la creación de Israel en 1948.

Estos programas han permitido “la transformación de las fuerzas de defensa israelíes en uno de los ejércitos más capaces y eficaces”, aseguró el Departamento de Estado.

En febrero de 2022, la invasión rusa de Ucrania acabó con las esperanzas de paz en Europa, e Israel se abstuvo de vender armas a Ucrania.

Pero la guerra “creó una demanda de sistemas militares en todo el mundo, beneficiando a todas las industrias de defensa occidentales, así como a Israel”, explica Uzi Rubin, experto del Instituto de Jerusalén para Estrategia y Seguridad (JISS) y padre del programa de defensa antimisiles israelí.

Elliot Chapman, analista de Oriente Medio y África del Norte para la sociedad británica de inteligencia Janes, señaló que el 41% de los países a los que Israel exportó en 2019 eran europeos.

Sin embargo, indicó, los europeos “están más atentos que nunca a la conservación de sus propias capacidades” para asegurar “la autonomía estratégica” continental que defiende el presidente francés, Emmanuel Macron.

Cuestiones regionales

El enfrentamiento entre Armenia y Azerbaiyán también permitió a Israel brillar: sus drones vendidos a Azerbaiyán demostraron su eficacia durante su anterior enfrentamiento en 2020.

También pesó la normalización de relaciones entre Israel y Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Marruecos y Sudán, como parte de los Acuerdos de Abraham, a partir de 2020. Las ventas de armas a esos países representaron un 24% del total de las exportaciones de 2022.

Pero a largo plazo, Israel, en situación de guerra casi permanente desde 1948, se beneficia de su propia situación geopolítica.

El grupo público IAI defiende su capacidad de adaptación a través de la necesidad de defender su propio territorio. “Cada guerra aporta nuevas competencias, nuevas capacidades y no debemos dejarnos sorprender”, apuntó Boaz Levy, su presidente.

Yuval Steinitz, jefe de Rafael, el otro gigante de la industria israelí de defensa, destacó por su parte que su grupo destina anualmente hasta 5.000 millones de séqueles (1.200 millones de euros, 1.300 millones de dólares) a la investigación. “Siempre hemos estado en una carrera armamentista con nuestros enemigos, esto es algo que sabemos gestionar”, afirmó.

Al respecto, Rubin confirma que Israel exporta “sistemas militares desarrollados por su propia defensa, basados en las lecciones de sus guerras recientes y a menudo ya probados en combate”.

Queda por gestionar la adecuación entre las necesidades de un país muy pequeño – Ucrania tiene una superficie 30 veces superior – y la lógica de las potencias occidentales.

“La prioridad de la industria de defensa de Israel es satisfacer sus necesidades estratégicas por encima de todo. Cuando estos requisitos difieren de los de Europa, es poco probable que se realicen adaptaciones significativas para satisfacer los mercados de exportación”, según Chapman.

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