Cultura

Agudizar la mirada en las pequeñas cosas

El calendario del Icomos 2024 es una invitación a detenerse en los ornamentos y los pequeños detalles de la arquitectura costarricense.

En una sociedad en la que el tiempo fluye demasiado rápido y no hay espacio para  la reflexión ni para la observación, detenerse en las pequeñas cosas es un gran desafío, por lo cual esa es la apuesta que para el 2024 hace el calendario del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos), sede Costa Rica.

Dedicado a hurgar en los elementos que complementan diferentes tendencias arquitectónicas de distintos lugares del país, en especial de la ciudad de San José, el calendario rescata la posibilidad de ver más de lo que se detectaría con una simple mirada.

Es, por lo tanto, una invitación a detenerse en los ornamentos que en el contexto de determinadas tendencias arquitectónicas terminan por embellecer al conjunto. 

Desde hace ya dos décadas, el Icomos realiza una labor de rescate por medio de su calendario, que, por lo general, publica con la editorial de la Universidad de Costa Rica (UCR). 

Animales como decoración en el edificio Steinvort, en San José, en un estilo art nouveau.

El calendario de 2023 estuvo dedicado a Antiguas casas de finca en Costa Rica, entre cafetales, cañales y lecherías. En un país en el que el concepto de conservación del patrimonio, sea material o inmaterial, está reñido con los intereses económicos que en Costa Rica han triunfado con creces en los últimos 70 años, la constancia del calendario representa en sí mismo un valioso mensaje para el conjunto de la sociedad nacional. 

Y es que educar la mirada en esas pequeñas cosas que, por pequeñas, no son insignificantes como podría creerse en primera instancia, requiere de un esfuerzo de la inteligencia.

En ese sentido, el filósofo español José Antonio Marina, autor del libro Filosofía con zoom, rescataba la urgencia y la relevancia de que la mirada sepa hacia dónde ve y qué ve.

Sobre esa estética zoom —que se hermana con la idea que plantea para el próximo curso el calendario Icomos—, decía Marina: “Me emociona la estética zoom, el primor de lo minúsculo espacial, o de lo minúsculo temporal, que es lo instantáneo. ¿Se han fijado en los reflejos de la luz en un vaso? ¿O en el perfecto diseño de una flor silvestre? ¿O en los mínimos jardines que brotan en las grietas de los edificios? ¿O en el sabio movimiento con que una mujer se aparta la melena del rostro?”.

Y en esa reflexión de detener la mirada en lo minúsculo, en lo pequeño, quizá en lo que para el transeúnte descuidado es la nada, asegura el filósofo: “Tal vez lo que hace tan prodigiosa la experiencia estética es que nos permite entrever un imaginario mundo transfigurado. Cualquier pequeña cosa, la curvatura de la rama de un sauce, el modo como se mueven las hojas de los álamos, los árboles que mejor lo hacen (ya lo dijo el poeta: ‘De los álamos vengo, madre, de ver cómo los menea el aire’)… todo parece indicar algo más allá de sí mismo. Son una grieta en la roca que permite ver la incandescencia del volcán. La brillantez del mar sugiere una misteriosa elocuencia a la espera de un traductor”.

Elemento en hierro en el edificio de la Ferretería macaya forma parte del calendario Icomos 2024.

Más que palabras filosóficas, reflexivas, o poéticas, por todo ello y a pesar de ello, despiertan la conciencia de reorientar la mirada, para no solo ver en la ciudad la pesada caja del cemento materializado en edificios que apelan solo a la funcionalidad, como la mole en que convirtieron la nueva sede legislativa.

Esa enorme tarea que Marina ponderaba en su libro es, en el ámbito de la arquitectura, el desafío que en esta oportunidad propone el calendario Icomos, con Guillermo Barzuna como su principal arquitecto desde ya hace muchos años.

Para cerrar el círculo de lo que sostenía Marina, vale escucharlo en un último apunte, sobre el hecho de concentrarse en los detalles, en lo que pasa desapercibido para la mirada y el pensamiento.

“Juan de la Cruz escuchó ese ‘no sé qué’ que las cosas quedan balbuciendo. Ortega, que también fue a ratos filósofo zoom, reflexionó sobre el hecho de que nos saludemos dándonos la mano, sobre la existencia de soportarles en las plazas antiguas o sobre lo que significa el marco de un cuadro. Bergson dedicó un magnífico libro a estudiar la risa. Y Simone de Beauvoir recordaba el entusiasmo con que Sartre y ella oyeron contar a Raymond Aron, recién llegado de Alemania, que había una filosofía que consideraba importante meditar sobre una taza de café, como la que tenían delante de ellos. Para los interesados en la filosofía, recordaré que se trataba de la fenomenología de Edmund Husserl, cuyo lema inicial era ‘ir a las cosas mismas’ (sin duda, un zoom), analizar el fenómeno sin contaminarlo con prejuicios, pero que acabó elaborando un sistema filosófico para explicar que la conciencia era la generadora de todo aquello que podíamos conocer o imaginar”. 

Ventana con estilo art nouveau, que se empezó a desarrollar en Costa Rica a partir de 1900.

Se trata de conocer

Sí, como lo dice el filósofo, se trata de conocer y de fijar la mirada sobre las pequeñas cosas que por diversas razones estéticas, e incluso ideológicas, terminaron por darle valiosos matices a las edificaciones elegidas para conformar el calendario.

La propuesta discurre, entonces, entre diferentes manifestaciones arquitectónicas como historicismo, eclecticismo y antiacademicismo, que, en el país, tuvieron sus propias adaptaciones y en las cuales se pueden apreciar esos detalles.

El art nouveau a principios del siglo XX y el art déco, pasadas unas tres décadas, fueron manifestaciones que se impulsaron en el país.

Insertos en estos estilos y en otros, surgían pequeñas manifestaciones que pretendían dotar de detalles y de elementos que le dieran una relevancia a la propuesta constructiva en general.

Entre esos rasgos a destacar en la arquitectura nacional se encontraban motivos ornamentales, tanto de carácter animal como vegetal. Así es como entre esos elementos del calendario 2024 aparecen “estarcidos, gárgolas, moldurados, arabescos, tímpanos y cartelas”.

Para disfrutar de los motivos ornamentales del edificio de Correos se requiere una jornada completa. El edificio fue obra del arquitecto Luis Llach.

Un recordatorio

El calendario temático de Icomos que por más de 20 años ha estado presente en los hogares costarricenses es una muestra práctica de que el proyecto de conservación del patrimonio puede desarrollarse desde diferentes vertientes, y fuera de las políticas del Estado.

En un país cuya ley patrimonial, como la 7555 de octubre de 1995, y que conforme pasan los años cada vez es más superada por la realidad, las alternativas privadas o desde una organización sin fines de lucro, como es Icomos, se vuelven con el paso del tiempo imprescindibles.

En ese sentido, el calendario para muchos costarricenses se ha convertido en una cita ineludible a finales de noviembre y principios de diciembre, y no sería extraño que muchos atesoren en colección dicha propuesta. 

El valor permanente del calendario se da porque, además de los motivos que en cada año se resaltan, las ediciones van acompañadas de un ensayo que pone en perspectiva las razones de la manifestación elegida.

Para 2024, la escogencia recayó en los ornamentos, de diversa índole, que enriquecen la arquitectura costarricenses en diferentes inmuebles, por lo que, a partir de lo que sugiere el calendario, bien vale hacer un esfuerzo para precisar la mirada y aplicar esa “filosofía con zoom” de la que hablaba Marina, tan válida para el pensamiento como para la arquitectura. 

El calendario Icomos trae a colación el Teatro Variedades por la belleza de su fachada, inmueble cuyo estado se desconoce y todavía más su uso futuro.

Suscríbase al boletín

Ir al contenido