Se cerraron las urnas en Chile. Y los resultados no son los que se preveían. El candidato conservador, Sebastián Piñera, triunfa, como se preveía. Pero su triunfo quedó lejos de las previsiones más pesimistas. Con poco más del 50% de las mesas escrutadas y las proyecciones más confiables de un resultado final, Piñera alcanzaría poco más de 36% de los votos. Los cálculos previos hablaban de un 44%, lo que le permitiría consolidar prácticamente un triunfo en la segundo vuelta dentro de un mes. O de un 40%, que le haría más difícil este triunfo. Pero no se oía hablar de un 36%.
La otra expresión de la derecha, la de José Antonio Kast, alcanza alrededor de los 7,9% de los votos.
Del otro lado, el candidato del oficialismo, Alejandro Guillier, consolidaba –no sin cierta dificultad– su segundo lugar, con casi 23% de los votos. Beatriz Sánchez, del Frente Amplio, le pisaba los talones, con 20%. Un resultado que llevaría a Guillier al segundo turno frente a Piñera.
Para el senador socialista Carlos Montes hay dos sorpresas en estas cifras: un resultado más alto del esperado para Beatriz Sánchez y uno menor para Sebastián Piñera. Pero advirtió que es necesario esperar también los resultados de las elecciones parlamentarias.
Se puede decir que estos son los dos grandes bloques de estas elecciones. Y aunque no se trata de una matemática simples, ni se pueda sumar simplemente los votos de los candidatos, no deja de ser un ejercicio tentados, por lo menos en estas horas de conocidos los primeros resultados.
Y esas sumas le dan a Piñera poco más de 44%. Guillier y Sánchez, sumados, alcanzan 42,8%.
Lo que pasa es que a estos habría que sumar los votos de Marco Enríquez Ominami, que alcanza unos 5,8%.
En ese contexto, la votación de la Democracia Cristiana –un partido de larga tradición en el país–, con un pobre 5,9% para su candidata Carolina Goic, se transformaría en el fiel de la balanza y podría inclinar el triunfo en el segundo turno del 19 de diciembre para uno u otro candidato.
Lo cierto es que estos resultados inesperados abren una compleja negociación en el mes que falta para el segundo turno, con la derecha en una situación mucho más incómoda de lo que prácticamente todos los analistas imaginaban antes de las votaciones de este domingo en Chile
