Cultura

Sopranos celebran a Caballé y Pavarotti en el Teatro Nacional

Hija de Monserrat Caballé y la nieta de Luciano Pavarotti abarcarán un variado repertorio para recordar a dos de las más grandes figuras de la ópera en el siglo XX.

En Diario de un hombre de cincuenta años, una ingeniosa novela corta de Henry James, un joven vive una experiencia de amor idéntica a la del viejo narrador de la historia, en un maravilloso juego de espejos.

El próximo 19 y 20 de abril, en el Teatro Nacional, apunta a que se dará un juego de espejos en las voces de Montserrat Martí Caballé, hija de la diva española Monserrat Caballé; y Simona Todaro Pavarotti, nieta de Luciano Pavarotti, en un espectáculo que pretende convertirse en una noche de altos vuelos.

Monserrat Caballé fue la gran diva de la ópera española en el siglo XX y será recordada en la voz de su hija el próximo 19 y 20 de abril en el Teatro Nacional. (Foto: The Telegraph)

“Querida Montserrat, Querido Luciano”: este es el nombre con que denominaron la velada, que comenzará a las 8 p.m., el viernes 19 y sábado 20 de abril, y se promueve como un homenaje a estas dos figuras monumentales de la ópera, con un repertorio en que interpretarán piezas y fragmentos que solían incluir en sus recitales ambos artistas.

Organizado por Interamericana de Producciones, la convocatoria promete una fiesta para aquellos que disfrutan de la ópera, en un país que no ofrece muchas opciones en este ámbito.

Martí Caballé y de Todaro Pavarotti, lejos de verse eclipsadas por sus gloriosos antepasados, han ido construyéndose un nombre basado en su propio talento, aunque siempre aparece la alusión a la madre o al abuelo como figuras señeras del bel canto.

En el caso de Martí Caballé, ella empezó su carrera en 1998 en Hamburgo, Alemania, con su debut en Don Giovanny, obra en la que interpretó el papel de Zerlina.

Ya antes, cuando estudiaba ballet clásico, había empezado de forma silenciosa y casi en secreto a interesarse por el canto, lo que representó una sorpresa para sus padres, el tenor español Bernabé Martí y Montserrat Caballé.

En 1995, con motivo de una presentación que madre e hija iban a realizar en la IX edición del Festival de Peralada, en Girona, la soprano rememoró la forma en que se enteraron de que en la familia existía una tercera voz que iba a hacer carrera en la ópera.

En esa oportunidad, Caballé le contó al periodista Javier Pérez Senz que su hermano Carlos, quien a su vez era su representante, les insistió mucho a ella y a su marido para que asistieran en Madrid, en 1993, a la presentación de una nueva soprano. Asistieron con algún escepticismo, solo solventado por el hecho de que Carlos Caballé había desarrollado un agudo oído para descubrir nuevos talentos.

“Un día Carlos insistió mucho para que mi marido y yo asistiéramos a una audición de una joven soprano. Nos extrañó tanta insistencia, pero como mi hermano ha descubierto tantas grandes voces pensamos que debía de tratarse de un auténtico fenómeno”.

Simona Todaro Pavarotti ha desarrollado una sólida carrera en la ópera y llegó a actuar con su abuelo Luciano Pavarotti. (Foto: Catalunya Religió)

La sorpresa fue mayor y no descubrieron el truco del hermano de la diva, sino hasta el último momento, cuando la joven pasó a interpretar su parte.

“Cuando descubrimos que la nueva cantante era nuestra hija sufrimos un verdadero shock. Descubrir que la bailarina tenía voz fue una sorpresa y cuando terminó de cantar estábamos llorando de emoción. Lo único que dijo mi hija al vernos llorar fue: ‘¿Tan mal he cantado?’”.

Martí Caballé recordó aquel momento único de cantar por primera vez frente a su madre como un gran reto por todo lo que significaba y porque en realidad ella aspiraba en un principio a convertirse en bailarina.

“Si ya me costó mucho atreverme a cantar delante de mi tío, es fácil imaginar el miedo que sentía al cantar delante de mi madre. Para mí, mi madre y María Callas son las dos personalidades de la ópera que más me han impresionado”.

Desde sus comienzos, Martí Caballé tuvo claro que tratar de imitar a su madre podría constituir un error irremediable, por lo que lo mejor era seguir un camino propio,

con sus aciertos y sus yerros, pero suyo al fin, sin pretender aspirar a igualarse en ningún momento con la magna trayectoria de la diva.

Y Caballé tenía la seguridad de que su hija no iba a caer en esa tentación de intentar transitar por los senderos que ella había recorrido, sino que sabría buscar su propia identidad dentro del exigente ámbito de la ópera.

“Las imitaciones siempre son peligrosas y nunca pueden superar al original. Lo verdaderamente importante es que un cantante adquiera una técnica vocal sana y llegue a expresar su propia personalidad. Es una suerte que nuestras voces sean muy distintas, ya que así las comparaciones están fuera de lugar”.

De aquel estudio silencioso con la cantante Isabel Penagos, saldría una Martí Caballé que ha sabido imprimirle a su trayectoria sus propias señas de identidad, incluso desde la primera vez que actuó de manera oficial con su madre, como lo fue en el citado Festival de Peralada, en 1995, aunque su debut en la gran ópera ha sido fijado en 1998.

Por lo tanto, el ser hija de la Caballé, como se le conocía a la soprano, quien murió un 6 de octubre de 2018, a la edad de 85 años, no ha representado para ella una loza, por el contrario, según ha contado en diversas publicaciones, le llena de orgullo que la gente todavía recuerde a su madre con cariño.

A pesar de que en su momento la diva fue considerada la mejor soprano del mundo, ella le quitaba hierro a su trabajo y lo hacía pasar por uno más entre muchos oficios.

En una histórica entrevista con Rosa Montero, en julio de 1981, en la que se dio una especie de enfrentamiento que conforme fue avanzando la conversación se volvía más tenso, Caballé se refiere a ella misma en estos términos: “ A mí no me da miedo nada (…) Porque mi trabajo no tiene importancia; es un trabajo como otros. Yo amo mi trabajo, pero el que yo lo ame es normal. Eso es lo que se ha desfasado en nuestra época. Ahora, el amar nuestro propio trabajo se considera una cosa especial. Y, perdone, no estoy de acuerdo con la gente que por trabajar bien piensa que hace algo especial”.

De ahí viene Martí Caballé, de una súper figura de la ópera que en su momento se abrió camino gracias a su tesón, su talento y disciplina para consagrarse a su arte.

La Martí Caballé que compartirá escenario con Todaro Pavarotti y el barítono Luis Santana tiene clara su misión en el complejo mundo de la ópera y cree innecesario e insensato el compararse con su madre, a la que consideraba una soprano inigualable, la cual dedicaba numerosas horas a su preparación, lo que hizo que aquella niña pasara menos tiempo con ella.

En una conversación con la agencia de noticias española EFE, con motivo de su presentación en Ceuta, en julio del año pasado, Martí Caballé confesó: “Yo no recuerdo unas vacaciones con mi madre. Como mucho, cuando venía a la masía de Ripoll, pero ella se quedaba estudiando en el estudio de arriba. Tenía mucha responsabilidad, era como un deportista de élite, todo es muy glamuroso, pero hay un sacrificio muy grande detrás”.

Hoy, después de muchos años de estar en el escenario —de manera profesional a partir de 1998— y de poner en contexto lo que comprende dedicarse al bel canto y con la figura de su madre siempre presente, Martí Caballé viene a Costa Rica a presentar un espectáculo que ha sido aplaudido en diferentes en teatros y salas de España y que ha tenido recorrido en América Latina.

Un camino al andar

Al igual que su colega Caballé, Todaro Pavarotti ha tenido que abrirse paso en el mundo de la ópera a fuerza de trabajo, esfuerzo y talento, dado que el ser la nieta de Pavarotti no necesariamente le facilitó la andadura en la ópera.

Ya en vida de su abuelo, Todaro Pavarotti, de 47 años, tuvo la oportunidad de participar en sus conciertos, lo cual le representó una gran experiencia artística.

Su biografía refiere que estudió canto con Elvina Ramella, quien fuera una reconocida cantante con numerosas grabaciones y reconocimientos, y quien murió en 2017 a la edad de 80 años.

Todaro Pavarotti ha obtenido premios y menciones en prestigiosos concursos y eso le ha permitido ir forjándose una carrera propia, sin que tenga que mediar la fama de su abuelo, que se constituyó para muchos en uno de los mejores cantantes de ópera de todos los tiempos.

Pavarotti murió el 6 de septiembre de 2007, a los 71 años, tras dejar una estela extraordinaria en el mundo de la ópera.

El debút del tenor se dio en 1961, en el Teatro Reggia Emilia, con un papel como Rodolfo en La bohéme. Desde sus primeras presentaciones, los especialistas supieron que en Pavarotti se daría la conjunción del gran artista con una capacidad de trabajo, que lo llevaría por los principales escenarios del mundo desde La Scala de Milán a la Metropolitan Opera House de Nueva York.

A ese abuelo que recorrió el mundo con su inconfundible voz y que se dedicó en cuerpo y alma a su arte, es al que recordará Simona Todora Pavarotti en su presentación en el Teatro Nacional.

Luciano Pavarotti fue el gran tenor italiano del siglo XX. En Costa Rica se presentó el 31 de enero de 2004. (Foto: musicaclasica.com)

Pavarotti en Costa Rica

La presencia de la nieta de Pavarotti amerita recordar aquel momento único en que el gran tenor actuó en Costa Rica, más allá de lo que representó el concierto y las dificultades de voz que ya para entonces afectaban al artista.

Fue un sábado 31 de enero de 2004, cuando Pavarotti cantó en el Estadio Nacional con 27.000 personas en el recinto.

El concierto, organizado por Credomatic, requirió de una inversión de $2,5 millones, lo que en sí mismo era un hito en este tipo de espectáculos.

Las crónicas de la época refieren lo que conllevó la estadía del tenor en Costa Rica. Fue un despliegue y una logística de gran magnitud, por lo que significaba el gran Pavarotti, que ponía por primera vez un pie no solo en suelo costarricense, sino en Centroamérica.

El recital, de dos horas, se programó para las 7:30 p.m., con la Orquesta Filarmónica como la encargada de abrir la noche musical.

Antes, el jueves 29 de enero, Pavarotti había arribado al Aeropuerto Juan Santamaría en su jet privado y le acompañaba un séquito de 16 personas, entre ellas la soprano Annalisa Raspagliosi.

Para entender la grandeza de Pavarotti y el ambiente en que se desenvolvió su nieta como cantante, es preciso mirar los detalles de todos los elementos a considerar para que en aquel momento se garantizara la viabilidad del espectáculo, desde el punto de vista de la logística.

Eso hizo que la presencia de Pavarotti en Costa Rica trascendiera por completo el ámbito de la ópera y se constituyera por derecho propio en un acontecimiento cultural. El mayor que se daría en ese 2004.

Los detalles con que se contó aquella experiencia son oro puro, porque evidencian lo que era para la pequeña Costa Rica que llegase a sus escenarios una figura de la talla de Pavarotti. La nota referida se convirtió en sí misma en un documento inapreciable con el pasar de los años y la perspectiva que da el tiempo. Algunos matices revelan lo siguiente.

“La escenografía tendrá una pantalla en el centro y tres sobre tarimas para ubicar la Filarmónica. En el centro se colocará un piano y a un lado palmeras reales. Alrededor (atrás y a los lados) de la tarima se colocará una pantalla contra el viento para evitar que éste moleste al cantante. Los ingenieros de Pavarotti pidieron un equipo de audio exclusivo, el mismo que utilizó en Mexicali el año pasado. Se usarán 60 micrófonos. Pavarotti y Raspagliosi usan micrófonos especiales que trae su equipo. La carpa de lujo para el público VIP Amex Circle (quienes paguen $1.200) se colocará el jueves. Desde las 12 m.d. se ofrecerá una recepción, para estos 800 privilegiados, con champán, boquitas y vino de La Rioja. Serán atendidos por meseros y habrá un número cultural. La cena que se ofrecerá luego del concierto para los VIP Amex Circle, será preparada por el chef del Hotel Real Intercontinental. El menú de Pavarotti será diferente al del público. El presidente Abel Pacheco fue invitado a la cena, además de varios ministros y diputados, sin embargo, la lista se mantiene en secreto”.

El concierto generó su polémica y su contrapunto porque los asistentes no pudieron disfrutar del mejor Pavarotti, pero la experiencia en sí, antes, durante y después, fue un acontecimiento en toda regla.

Ahora, muchos años después, su nieta estará en el Teatro Nacional junto a Martí Caballé, el barítono Luis Santana y el pianista y compositor Víctor Carbajo, en un concierto con una amplia variedad de piezas para el disfrute del público. Tanto Satana como Carbajo gozan de una sólida trayectoria artística.

En el caso de Santana, es un cantante especializado, de acuerdo con su biografía, en Rossini y en la canción de cámara española. El auditorio nacional de música, ubicado en Madrid, ha sido uno de los escenarios en que se ha prodigado. De igual forma, lo ha hecho en el Gran Teatro del Liceo de Barcelona, en la Fundación Juan March y en La Maestranza de Sevilla.

Ha colaborado con Ian Gibson, el gran biógrafo de  Antonio Machado  y Federico García Lorca, en un recital sobre el 120 aniversario del nacimiento del poeta granadino.

Carbajo, entre tanto, tiene un amplio recorrido como pianista y compositor, y se ha presentado también en prestigiosos escenarios, como el teatro Olympia, de París.

Con un espectáculo con un repertorio variado (ver programa completo adjunto) que incluye el avemaría de Franz Schubert, Nessun Dorma, de Giacomo Puccini y Granada, de Agustín Lara, la noche que recordará a Caballé y Pavarotti promete convertirse en una gran velada para darle la bienvenida al invierno.  Y será un juego de espejos entre las voces de ayer y de hoy.


Dos sopranos y un barítono

El concierto en el que se evoca a Luciano Pavarotti y Monserrat Caballé, que tendrá lugar el viernes 19 y el sábado 20 de abril, ofrece un variado repertorio.

PRIMERA PARTE

Mascagni (1863-1945)

  • Ave Maria de “La Cavalleria Rusticana” (Montserrat Martí Caballé)

Francesco Cilea (1866-1950)

  • Io Son l’Umile Ancella de “Adriana Lecovreur” (Simona Todaro Pavarotti)

Franz Schubert (1797-1828)

  • Ave María (Montserrat Martí Caballé y Simona Todaro Pavarotti)

Giacomo Puccini (1858-1924)

  • Nessun Dorma (Luis Santana) Francesco Paolo Tosti (1846-1916)
  • A Vucchella (Simona Todaro Pavarotti) Giacomo Puccini (1858-1924)
  • ·  Vissi d’Arte de “Tosca” (Simona Todaro Pavarotti y Montserrat Martí Caballé)
  • ·  O Mio Babbino Caro de “Gianni Schicchi” (Montserrat Martí Caballé)

José María Cano (1959)

  • Hijo de la Luna (Montserrat Martí Caballé y Luis Santana) Eduardo di Capua (1865-1917)
  • O Sole Mio (Montserrat Martí Caballé, Simona Todaro Pavarotti y Luis Santana)

Breve pausa de cinco minutos

SEGUNDA PARTE

Freddie Mercury (1946-1991)

  • Ensueño (Montserrat Martí Caballé)

Evángelos Odyssèas Papathanassíou “Vangelis“(1943-2022)

  • La Habanera (Montserrat Martí Caballé y Luis Santana)

Franz Lehár (1870-1948)

  • Romanza della vilja de “La Viuda Alegre” (Simona Todaro Pavarotti)

Ernesto de Curtis (1875-1937)

  •  Non Ti Scordar di Me (Montserrat Martí Caballé y Simona Todaro Pavarotti)
  •  Torna a Surriento (Simona Todaro Pavarotti y Luis Santana)

Popular Mexicana

  • La Llorona (Luis Santana)

Francisco Asenjo Barbieri (1823-1894)

  • No Seas Tirana de “El Barberillo de Lavapiés” (Montserrat Martí Caballé y Luis Santana)

Manuel Penella (1880-1939)

  • Todas las Mañanitas de “Don Gil de Alcalá” (Montserrat Martí Caballé, Simona Todaro Pavarotti y Luis Santana)

Agustin Lara (1897-1970)

  • Granada (Montserrat Martí Caballé, Simona Todaro Pavarotti y Luis Santana)

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