Cultura

Segunda vida para casa patrimonial en San Gabriel de Aserrí

Con el adoquinado de su centro, la hermosa iglesia de latón belga y la casa de bahareque de dos pisos, única en Costa Rica, este poblado le apuesta al turismo como alternativa económica y cultural 

Mientras el país asiste a una ola de demoliciones de casas y edificios históricos, la única casa de bahareque de dos pisos de que se tiene registro y que se ubica en San Gabriel de Aserrí, tiene una segunda vida, gracias a la creación de un café como parte de la renovación de este distrito, que le apuesta al turismo para relanzar su economía.

San Gabriel está conformado por 49 cuadrantes, lo que es insólito para un pueblo rural en Costa Rica, y las avenidas, como la que se muestra en la gráfica, van de este a oeste. (Foto: José Eduardo Mora).

Las declaratorias de inmuebles que luego se quedan sin uso es una de las mayores problemáticas que enfrenta el patrimonio en el mundo, pero en especial en Costa Rica, donde incluso se maneja la idea de que si hay una declaración, esa casa o edificio no deberían emplearse en determinada actividad.

La casa de bahareque de San Gabriel —poblado que hace año y medio fue adoquinado en todo su centro, como parte de una iniciativa de la Asociación de Desarrollo Integral—, que contó con el apoyo del municipio y de la Dirección Nacional de Desarrollo de la Comunidad (Dinadeco) y que aportó ¢122, 9 millone, tiene más de un siglo. En  ella vivieron toda su vida Obdulia Herrera, conocida como doña Lula, y don Rosa Abarca.

Desde el 2021, en medio de la pandemia, llegó la buena noticia de que la única casa de bahareque de dos pisos de Costa Rica tiene un nuevo uso, y que desde su balcón todavía se pueden apreciar la iglesia y los atardeceres…”

Doña Lula fue un verdadero personaje en San Gabriel, porque hasta muy avanzada edad integró la Asociación de Desarrollo y porque siempre estuvo vinculada por los esfuerzos para que este distrito, donde hoy viven más de 6000 habitantes, tuviera oportunidades de crecimiento y  que sus pobladores disfrutasen de una buena calidad de vida.

Don Rosa fue hijo de Juan de Dios Abarca, quien ha sido reconocido históricamente como uno de los primeros habitantes de San Gabriel, poblado que se ubica a 28 kilómetros al sur de San José y cuyo acceso se realiza por la carretera 209 que comunica con Desamparados, Aserrí y Acosta.

La distancia entre San José y San Gabriel se puede recorrer en promedio en una hora, y el viaje llama la atención de los visitantes porque conforme se avanza en el trayecto el paisaje se va ensanchando, hasta el punto de que cuando ya se llega a Tabarca, a lo lejos, en el sur profundo, se puede apreciar en toda su majestuosidad el cerro El Dragón, hoy espacio para caminatas y aventuras naturales.

Hace tres años los pobladores de San Gabriel de Aserrí temían que la casa de bahareque, que se ubica estratégicamente en una esquina, corriera la suerte de muchas de las edificaciones, que de la noche a la mañana desaparecen, sin que los responsables corran con la responsabilidad, dadas las debilidades de la ley de patrimonio 7555, de octubre de 1995, la cual para muchos defensores de la conservación de inmuebles valiosos se encuentra obsoleta.

En medio de un distrito todavía rodeado de cafetales, los visitantes pueden disfrutar de un café en la mítica casa de bahareque. (Cortesía Café Segura).

Desde hace año y medio, quienes visiten San Gabriel para apreciar el adoquinado y también deleitarse con la iglesia de latón belga, podrán apreciar la casa de bahareque única en su estilo en Costa Rica.

Café Segura es el nombre que lleva el nuevo café en San Gabriel, el cual se ha convertido en una verdadera atracción por el conjunto que se establece con la iglesia y el adoquinado, que se complementa con la cancha de fútbol; una postal típica de cómo se irguieron los pueblos durante la colonia

Respecto de la iglesia de San Gabriel, aunque no está declarada patrimonio histórico y arquitectónico, representa la tendencia que se dio en la primera mitad del siglo XX en Costa Rica, en la que se construyeron templos de ese tipo como el que está en el Rosario de Desamparados, que sí está declarado, y en Caragral de Acosta, así como en el cantón de Mora, donde hay al menos cinco edificaciones similares.

Obdulia Lula Herera y Rosa Abarca vivieron siempre en la casa de banareque, aquí fotografiados, no obstante, en otro sitio. (Cortesía Café Segura).

Escenario privilegiado

San Gabriel tiene una situación histórica privilegiada. Es un poblado conformado en

por 49 cuadras —o manzanas como le llamaban en la época— perfectamente delineadas.

Este hecho singular llevó a Arturo Solano Abarca a escribir el libro San Gabriel, un pueblo colonial en el corazón de Los Santos.

¿Por qué se construyó San Gabriel con 49 cuadras perfectamente delineadas? Esta es una de las preguntas clave que llevó a Solano a la indagación.

La historia, más cerca del mito que de los elementos fácticos, indicaba que Gabriel Brenes Robles, a comienzos de 1800, había efectuado ese trazado para darle espacio a las vacas y a los caballos, pero el escepticismo del investigador lo llevó por otros derroteros.

El adoquinado requirió de una inversión de ¢200 millones, de los cuales Dinadeco aportó ¢122,9. (Foto: José Eduardo Mora).

“¿Para qué esa distribución perfecta, con avenidas orientadas de este a oeste y calles de norte a sur? ¿Para qué calles y avenidas en un pueblo campesino donde para cuando fue trazado, no existían ni carros?”

Y en la página 18 de su texto, Solano apunta: “[… El débil argumento de que el casco central e histórico de San Gabriel fue trazado para el pastoreo de vacas y caballos de la gente pobre no es convincente. Este argumento, tomado como cierto en los textos de historia, para sustentar esta maravillosa obra de distribución territorial, constituida en un excelente diseño de urbanismo, no es creíble. La justificación no coincide con la grandeza de la obra”.

La iglesia de San Gabriel es otro punto de atracción para quienes visitan esta comarca aserriceña. (Foto: José Eduardo Mora).

El diseño de San Gabriel responde al estilo colonial establecido por los conquistadores en diferentes partes de América, concluye el autor, al tiempo de que advierte que la riqueza que posee San Gabriel en este campo tiene que valorarse de manera distinta, tanto por sus pobladores como por el país en general.

Ninguno de los pueblos aledaños, añade en su libro Solano, posee un centro histórico con una exactitud como la descrita de 49 cuadrantes, todos ellos del tamaño de una manzana, medida española compuesta por 6988,96 metros cuadrados.

“Es categórico indicar que hasta la fecha no se ha dado el valor ni la importancia correspondiente a nuestro legado urbanístico, que nuestros antepasados, indiscutiblemente con muchos esfuerzos, luchas, sueños y desvelos, diseñaron y construyeron. Esta herencia fue arropada por grandes condiciones y visión de futuro para que San Gabriel, de acuerdo con las expectativas de sus fundadores, se convirtiera en uno de los pueblos más desarrollados del gran valle de la Candelaria”, destaca el autor en su ya citado libro.

El trazado, concluye Solano, representa lo que indicaban los Tratados de Indias para crear ciudades durante la colonia.

En ese sentido, Solano sostiene respecto de los 49 cuadrantes que conforman el centro histórico de San Gabriel: “Los Tratados de Indias se constituyen por tanto en un documento oficial, que permite sostener que la traza urbana de San Gabriel de Aserrí pertenece al diseño de los pueblos y ciudades fundados durante la época colonial de América.

“El período de su fundación podría ubicarse entre 1573 y 1680, que concuerda con lo que los historiadores han llamado la época de la segunda conquista, dándose posterior a la de la promulgación de las leyes de indias en 1573 y antes de 1680, cuando de acuerdo con datos oficiales disminuyó la construcción de ciudades españolas en América”.

En este San Gabriel, con un diseño similar a escala de algunas relevantes ciudades hispanoamericanas, es que se ubica la casa de bahareque que tiene como característica distintiva que cuenta con dos pisos.

La plaza, calle de por medio de la iglesia, no podía faltar en San Gabriel, cuyo trazado urbanístico requiere un estudio a profundidad, el cual ha sido divulgado inicialmente en el libro San Gabriel, un pueblo colonial en el corazón de Los Santos. (Foto: José Eduardo Mora).

Una joya

Donde hoy se ubica el Café Segura fue la vivienda de Juan de Dios Abarca, y data del período 1901-1950. Originalmente contaba con 85 metros de construcción y con siete aposentos. Cuatro en el primer nivel y tres en el segundo.

En los primeros años del siglo XX el corredor interno fue utilizado para moler café y para el ordeño de las vacas. El corredor daba a un patio de labranza en el que estaban los galerones, la troja y una huerta.

La casa tiene, además, un balcón que permitía observar con comodidad las actividades que se efectuaban en el centro de San Gabriel, distrito cuarto de Aserrí y que en un principio se llamó Monte Redondo.

Por tradición oral se cree que la casa fue erigida en 1901, lo que haría que tenga 121 años, pero este dato no ha sido corroborado por los expertos hasta ahora, aunque se ha de tener en consideración que el bahareque y el adobe fueron prohibidos como elementos construidos después del terremoto de Cartago de 1910.

La casa fue declarada patrimonio histórico y arquitectónico en 1999 y el decreto apareció en La Gaceta el 7 de enero de ese año. Fue restaurada en 2005 con una inversión por parte del Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural de ¢12 millones.

En aquella oportunidad, la arquitecta a cargo de la obra, Gabriela Sáenz, explicó que la edificación se encontraba “muy dañada”. Y no era para menos, porque para la época la casa estaba próxima a cumplir un siglo.

Allí vivió Juan de Dios Abarca, quien había emigrado de Aserrí centro a San Gabriel. Casado con Eduviges procreó a Manuel, Ismael, Elías, Julio, Rosa y Ezequiel. Don Rosa y doña Lula habitarían la casa toda su vida.

En 2003, cuando se publicó un reportaje sobre esta casa en UNIVERSIDAD, la arquitecta Ileana Vives había confirmado que esta es la única edificación de bahareque de dos pisos de que se tiene registro en Costa Rica.

En realidad, la casa responde a un principio ecléctico, porque combinaba el bahareque con el adobe.

Después de la restauración, en 2018, la casa cambió de dueños, dado que fue adquirida por Alcides y Jairo Ríos. El 5 de diciembre 2017 el Centro de Patrimonio hizo una inspección y daba cuenta de que requería con urgencia ajustes estructurales para su conservación.

Los nuevos dueños, a su vez, solicitaron eliminar los baños, el cuarto de pilas y la cocina, que se habían añadido en la primera intervención.

Eso hizo que se despertaran las alarmas y que se temiera por el futuro de la edificación, que tras la restauración había permanecido sin uso.

Desde el 2021, en medio de la pandemia, llegó la buena noticia de que la única casa de bahareque de dos pisos de Costa Rica tiene un nuevo uso, y que desde su balcón todavía se pueden apreciar la iglesia y los atardeceres, mientras se degusta un café con sabores y aromas inequívocos, y se tiene la sensación de que el tiempo, por un instante, se detiene

para darle paso a los sueños y a las poesías que arrastran aires germinados de la época colonial.

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