La poesía de Jorge Debravo sigue viva y su memoria es una llama siempre presente entre quienes buscan en sus libros preguntas y respuestas eternamente cambiantes, como la materia misma de la que está hecha la vida.
El viernes 31 de enero, en el marco del Día Nacional de la Poesía, el grupo Poeisis realizó en la Biblioteca Nacional un homenaje al poeta de Turrialba, quien de haber estado vivo habría cumplido 82 años.
El poeta, que falleció en un accidente de motocicleta el 4 de agosto de 1967, a los 29 años, mantiene su vigencia en el ámbito literario nacional gracias a que sus creaciones siguen convocando a la reflexión y retratan el ámbito social, así como las diferencias que se marcan entre las distintas clases del país.
Autor de una poesía viva, guerrillera, comprometida y vitalista, con influencias del poeta- pastor Miguel Hernández y de las grandes y sugerentes metáforas de Pablo Neruda, el creador de ese Canto general recorrió a la América sufrida, avasallada y se rebeló contra el yugo español.
Para la escritora Arabella Salaberry, quien participó en el homenaje con una lectura de sus creaciones, expresó que la poesía de Debravo (nacido el 31 de enero de 1938) iba mucho más allá de sus estamentos y que leerlo es volver a disfrutarlo.
“Es importante mantenerlo vivo. Que su poesía siga vigente. Eso es fundamental”, dijo Salaberry, quien muy joven compartió con Debravo sueños e ideales cuando aún “eran unos mocosos” y pertenecían al Círculo de Poetas Turrialbeños.
A ella siempre le llamó la atención la sensibilidad del poeta, la que se manifestaba en su diario vivir y en su escritura.
“Su poesía no se miraba el ombligo. Era una poesía social y no tanto esa poesía que entraba en introspecciones sin tener mayor conexión con la gente”.
Debravo vivía a flor de piel, contaba lo que sentía, lo que veía y en su visión se le iba la vida, el mundo para él se entremezclaba con la pasión por comunicar con el otro, según se desprende de la apreciación de la poeta.
A Salaberry no le preocupa que la poesía de Debravo se vaya a olvidar, sino que en el país hay poco aprecio por la lectura en general, lo que para ella representa una “tragedia”.
“Un pueblo que no lee es manipulable. A partir de la lectura se pueden entender y resolver muchos problemas”, explicó con esa pasión que siempre la ha caracterizado como artista comprometida.
Con motivo del Día Nacional de la Poesía, Salaberry consideró que debería ser una fiesta más grande, más celebrada en todo el país y con mayor despliegue por parte del Estado, lo que hoy no ocurre precisamente.
“Un pueblo que lee es un pueblo que piensa, y no estoy segura de que haya interés por parte de la institucionalidad de que esto se dé”.
Lucía Alfaro, integrante de Poesis, dijo en la actividad dedicada a Debravo que su poesía social sigue vigente y que ello es muestra de que el ser humano aprende poco, porque continúan las hondas diferencias sociales.
“Es una poesía que mueve a la solidaridad”, expresó Alfaro en un salón lleno, para recordar al poeta oriundo de Turrialba y que cuando falleció trabajaba para la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), desde donde también dejó entrever su compromiso con el otro, con el oprimido, tanto a través de su poesía como de sus acciones concretas.
En Costa Rica, como un homenaje al autor de libros como Milagro Abierto y Los despiertos y Guerrilleros, cada 31 de enero se celebra el Día Nacional de la Poesía; con el fin de mantener encendida la llama de lo que el poeta de Turrialba significó, en especial para los más jóvenes, Poiesis y la Fundación Jorge Debravo organizan actividades para recordar su poesía.
UNOS OJOS
Para el poeta Laureano Albán, amigo de Debravo desde que ambos eran muy jóvenes, Debravo era, sobre todo, unos ojos. Unos ojos expresivos con los que comunicaba todo lo que veía, intuía y entendía de la vida.
Los ojos de Debravo eran la esencia de una mirada profunda, comprometida, que lo llevaría más tarde a desarrollar tanto una poesía intimista como una de corte social, que es a la larga la que más se conoce, comentó Albán ante una consulta de UNIVERSIDAD.
En la presentación del 31 de enero, Albán aseguró que los “ojos de Debravo eran los ojos más bellos y maravillosos que he visto”.
Por eso, cuando tuvo que acudir a la morgue judicial para identificar al poeta, no tuvo ninguna duda cuando decidió “cerrárselos”.
“Después de la trágica muerte, sobrevino el luto inevitable. Anduve durante 15 días por la avenida Segunda conversando con él. A Jorge y a mí nos interesaba hablar de lo oculto, de lo misterioso”.
Para Albán, aunque la poesía más conocida de Debravo es la social, la de mayor vuelo, la más importante, el poeta logró expresarse mejor cuando acudió al canto intimista, a la poesía que habla del amor, de la vida como un reto eterno.
Él considera que la poesía de Debravo perdurará por siempre, porque quien escribe nunca muere.
“Su poesía estaba llena de valores éticos: solidaridad, confraternidad, la vigencia del amor”.
Pese a ello, Albán reconoce que con el paso del tiempo lo que más ha prevalecido de Debravo es su poesía social, porque la situación del mundo siempre llama a la reflexión cuando hay tantas injusticias.
“El capitalismo bota a diario toneladas de comida mientras miles de niños se mueren en diferentes partes en el mundo. Ya lo había dicho el papa Juan Pablo II, que vivíamos en un capitalismo salvaje”.
De acuerdo con Albán, la poesía de Debravo no perdurará por los jóvenes, sino por quienes tengan sensibilidad para con ella.
Sobre las influencias, recordó que Debravo sentía gran predilección por los clásicos y por poetas como Rubén Darío, Pablo Neruda, Federico García Lorca y Rainer María Rilke.
“Jorge era muy exigente con su poesía. Detestaba la mediocridad. La vida no le dio tiempo, por ende, de ganarse muchos enemigos como le habría surgido de haber permanecido vivo. Una vez, alguien nos dijo que existía un poeta tan bueno, que prescindía de la retórica, porque era muy directo, por lo cual cuando Jorge escuchó eso, dijo de inmediato: ¿Tan malo es?”.
Además de los citados, leía a Walt Whitman, a Gustavo Adolfo Bécquer y a un poeta con el que tenía ciertos rasgos por la condición social de donde venían: el campo, ese mundo apartado del bullicio de la ciudad, donde las reflexiones se nutren de ese espíritu de la naturaleza que prevalece.
Ante todo y sobre todo, Debravo era un poeta auténtico, fiel a sí mismo, comprometido con los que menos tenían, y eso se reflejaba en su poesía, destacó Albán.
CAMINO A LA MADUREZ
Tres años después de la muerte del poeta, apareció su libro más conocido: Antología mayor, publicado por la Editorial Costa Rica y antologado por Joaquín Gutiérrez.
Ese libro es clave para entender al poeta, porque Gutiérrez hurgó entre sus muchas poesías para dar a conocer lo mejor que había dejado.
Con ello se admitía que Debravo iba camino a ser un gran poeta, pero que en el medio se había entrometido la muerte y había truncado aquel gran proyecto.
Gutiérrez contaría en “Nota a los trece libros inéditos” que salió de la casa de Margarita Salazar cargando, literalmente, un cajón con miles de poemas que Debravo había dejado escritos, lo cual anunciaba una fuerte tarea de selección para dar a conocer lo más depurado que había escrito.
“El cajón aquel, de cartón grueso, con el dibujo de un chef de cocina sonriente, contenía miles y miles de poemas. Muchísimos más de los que nadie nunca se imaginó”, escribió entonces Gutiérrez.
En la citada nota, Gutiérrez dejó entrever que estábamos en presencia de un poeta en construcción, el cual ya había logrado muchos aciertos, pero que todavía peleaba a diario con las palabras para encontrar el tono, el término preciso y la contundencia propia de la poesía.
“Con las correcciones sucesivas surgió otro problema, pues estas a menudo empeoraban en vez de mejorar el poema. La tarea de sumergirnos en este océano de poemas resultó, de todos modos, cautivante; aunque, desde luego, está apenas iniciada y solo podrá darle remate todo un grupo de estudiosos trabajando un largo tiempo”.
El poeta de 29 años, que murió ese 4 de agosto de 1967 de forma tan trágica, iba por el sendero de alcanzar su plenitud, cuando ese torrente que era su poesía se interrumpió:
“Creemos que Debravo no hubiera autorizado de ningún modo la publicación de la mayoría de estos poemarios inéditos, pero, al mismo tiempo, creemos que entre sus originales sueltos hay un conjunto de poemas últimos, a los que ya nos referimos líneas antes, que, como una nebulosa que se va condensando, estaba a punto de convertirse en un nuevo libro capital en su producción”, resaltó Gutiérrez.
LA LLAMA QUE NO CESA
Aunque, como bien lo puntualiza Salaberry líneas arriba, el país carece de una política de fomento de la lectura, la poesía de Debravo se mantiene vigente y se sigue leyendo entre los jóvenes; mientras, los de su generación han envejecido sabedores de que ahí, en esos ojos turrialbeños, existía una gran madera de poeta que dejó creaciones que ya habían alcanzado grandes cimas y enormes destellos.
No obstante, alguna tendencia de la poesía moderna costarricense le despreció con unos poemas en prosa bastante oscuros y deficientes, y que apuntaban más a la provocación que al análisis.
En medio de esta Costa Rica, cuyos índices culturales –lectura, comprensión—parecen debilitarse año tras año, la poesía del creador de Devocionario del Amor Sexual continúa vigente, viva y fresca, como si la hubiera escrito ayer.
De los aciertos de Debravo presentes en toda su obra está el haber encontrado una voz propia e inconfundible.
Hay momentos que huelen a viviendas sombrías
donde se escucha andar el reptil de la sombra.
Las pupilas expanden sus cántaras vacías
Y el miedo llena el suelo con su chorro de sombra.
Las manos se endurecen en hogazas mortales,
El viento hace crujir su hambre de tres meses,
Los recuerdos crepitan sus toques funerales
Sobre un fondo brumoso de muros y cipreses.
Cuando un lector de Debravo se tropieza con esos versos, no tiene que ir a confirmar la referencia: ahí está cristalina la voz del poeta y solo a él le pertenece una forma de escribir así. Es la suya, es una creación irrepetible y única en el universo poético.
Y luego por si alguien tiene alguna duda, remata con esta confesión en “Hay momentos…”
Nos surgen tantos muertos de todas las ventanas
Que la piel se arrodilla como un anciano herido
y la voz es un moho que empaña las persianas
con su aliento viscoso de fantasma perdido.
Cada 31 de enero se celebra el Día Nacional de la Poesía en honor a Jorge Debravo. La fiesta las más de las veces se opaca y oscurece por los trámites burocráticos a que es sometida la poesía. En medio de esa maraña de confusiones, emerge nítida, pura, brillante e imponente la voz del poeta que reclama pan, amor, compromiso, utopía y combate, como lo hiciera desde la primera vez que tomó un lápiz para contar el mundo a través de sus versos.