Cultura Biblioteca ambulante

Libros llevan ilusión y esperanza a pacientes

Crece iniciativa de regalar libros en el San Juan de Dios, Clínica del Dolor y Hospital de la Mujer.
La escritora Abril Gordienko comenzó con la iniciativa de entregar libros en 2010 y hoy ya se articula como una acción institucional del HSJD

Cuando la escritora Abril Gordienko empezó a llevar libros al Hospital San Juan de Dios (HSJD) en una mochila en 2010, intuía los beneficios que la lectura podría generar en los pacientes, pero no sospechaba la ilusión, la esperanza y el agradecimiento que ese gesto produciría en cada uno de ellos.

Siete años después de que se paseara en silencio por los diferentes salones para regalar libros y revistas, la iniciativa empieza a contar con un mayor respaldo institucional, y hoy cuenta con el apoyo de la Asociación de Voluntarios del Hospital, así como con el respaldo de parte del personal de ese centro hospitalario.

El esfuerzo consiste en regalarles a los pacientes libros para que se recreen en sus largas horas y que puedan llevarlos a su casa una vez que dejen dicha estancia.
En 2011 se llegó, cuenta Gordienko, a establecer una biblioteca en el área de medicina interna, pero ante la salida temporal de la dirección médica por parte de Ileana Balmaceda, el nuevo jerarca decidió cerrar dicho espacio y se truncó el proyecto.

No obstante, Gordienko, quien ha tenido un vínculo especial con el San Juan de Dios, donde su padre fue por muchos años médico, hizo que mantuviera viva la llama de que los libros alivian la estadía de las decenas de pacientes hospitalizados.

“Hace como seis años empecé a ir a dejar libros al Hospital San Juan de Dios, el cual conozco muy bien porque mi papá trabajó ahí durante más de 30 años, y después lo llevé durante dos años, todas las semanas, en condición de paciente a recibir tratamiento”.

La enfermedad de Ricardo Martin, quien le había dado un taller literario a Gordienko, reforzó la idea de la autora de Negra noche blanca, de que los libros podrían ser compañía en tales circunstancias.

“Iba a repartir los libros y me decían los pacientes: ‘qué hago luego’, y yo les decía lo deja en la cama o se lo lleva para su casa. La idea le gustó a mi amiga Silvia Blandino y ya después íbamos las dos con una maleta a dejarlos”.

Blandino fue a quien le pareció que lo mejor era institucionalizar la iniciativa, que luego se extendió a la Clínica del Dolor y al Hospital de La Mujer.

En el camino, la sucursal del BAC de Escazú recolectó, en dos oportunidades, libros que fueron entregados en el HSJD.

“Como parte de la donación hasta nos entregaron un carrito como de supermercado, que es en el que hoy el voluntariado del San Juan de Dios distribuye los libros”.

En el caso de la Clínica del Dolor, los libros se ponen en un estante para que tanto los pacientes como sus acompañantes se los lleven, resalta.

“Un video que cerró en Escazú me regaló unos estantes y ahí ponemos los libros en la Clínica del Dolor para que la gente se los lleve. Isaías Salas, de dicha clínica, me dice que los pacientes y sus acompañantes están listos para ver qué nuevos libros se ponen”.

En la Clínica del Dolor, donde se viven “momentos muy duros”, recalcó, siempre están renovando los libros. “Hay una señora, que vende chances a la entrada de la clínica, que siempre me dice, ‘déjeme ver qué libros trae’”.

La activista y profesora de derecho en la Universidad de Costa Rica (UCR) considera que quizá mucha gente no lee (según la Encuesta de Cultura de 2014, el 51 por ciento de los costarricenses no leyó ni siquiera un libro en 2013), porque no tienen un real acceso a los textos, de ahí la relevancia de esa iniciativa de llevar libros a hospitales.

¡LLEGARON LOS LIBROS!

Luisa Ureña, de la Asociación del Servicio Voluntario del San Juan de Dios (conocida en su momento como Damas Voluntarias), dice que la entrega de libros “ha sido un logro completo”, y que los pacientes ya están a la expectativa de saber qué libros les llevan.

“Vieras qué éxito. Ya nos piden los libros. La señora Abril Gordienko vio esa idea en hospitales de Europa y nos dijo que por qué no la hacíamos aquí”.

En esta nueva etapa, que comenzó a principios de febrero de 2017, ya han repartido 350 libros y apenas están en el comienzo de llevarlos a los diferentes salones.

“Nos piden muchos libros de autoayuda. Cuando ven un título que les interesa, inmediatamente lo piden. Algunos prefieren las revistas. A algunas señoras les interesa la moda y la cocina”.

Ureña, quien el año pasado recibió el premio al mérito civil por sus 21 años de servicio voluntario en el San Juan de Dios, dice que esta es una “gran iniciativa”, que lleva “alivio a los pacientes”.

“Nos llegan muchos libros de corte religioso y aunque son importantes, nos sirven más novelas, como las de Agatha Chirstie, o de ciencia ficción”.

El voluntariado en el HSJD, que incluye a mujeres y hombres (hay cinco) busca darle, sobre todo, “un soporte emocional a los pacientes”.

Ureña, puntualiza, que se ha dado un fenómeno muy interesante: ya los libros no solo interesan a los pacientes, sino a sus familiares que vienen a visitarlos y se interesan por ver qué textos hay disponibles.

Los libros, agrega, dan un respiro en el ámbito saturado de tecnología: “como me dijo un paciente, qué alivio olvidarse por un rato del celular”.

Lorena Gamboa, del área de Educación en Servicio, explicó que los libros son desinfectados, para ser usados, y clasificados, dado que no todo el contenido es apto para los distintos pacientes.

El San Juan de Dios tiene en, promedio, a 600 hospitalizados. A estos se les entregan los libros y a los familiares que así lo quieran. Para evitar “las infecciones cruzadas, los pacientes tienen que llevarse los libros”, dijo.

Gamboa destacó que le darán continuidad a la iniciativa, que en la actualidad funciona como una biblioteca móvil, dada la falta de espacio.

Héctor Rojas, quien estuvo hospitalizado durante tres meses, y ahora se unió al voluntariado del San Juan de Dios, asegura que “el proyecto de los libros es magnífico, porque el paciente está ahí todo el día sin nada qué hacer”.

“Mucha gente no tiene cómo comprar un libro y cuando uno se lo regala al principio no lo pueden creer”.

El voluntariado, además de entregar libros, organiza bingos, entrega artículos para el aseo personal, les corta el cabello a los pacientes que lo requieran y busca hacer más llevadera la estancia.

“Mucha gente se deprime de estar en el hospital y con los libros y nuestras acciones buscamos ayudarlos”, asegura Rojas.

Los textos en los hospitales acompañan, ilusionan y crean esperanza entre los pacientes, cuya lectura contribuye a su curación y rehabilitación. Y saber que todo comenzó con una mochila de libros que Abril Gordienko empezó a llevar en silencio entre los salones del San Juan de Dios.

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