Cultura

Las joyas victorianas de Aserrí 

Cinco casas ubicadas en Cinco Esquinas de Aserrí evocan la riqueza arquitectónica de influencia victoriana que se dio a finales del XIX y comienzos del siglo XX en Costa Rica.   

En este país, dada la destrucción de su patrimonio arquitectónico, como lo demuestran los numerosos hechos, llama la atención que en el caserío de Cinco Esquinas de Aserrí sobreviva un núcleo de casas con una clara influencia victoriana.

Cuatro son las joyas victorianas más visibles, porque cerca de la más esplendorosa se encuentra una quinta casa, que aparece más oculta y que se requiere de la alerta de algún vecino para detectarla.

Esta vivienda fue construida entre 1930 y 1935 vivi´ø Cayetano Mora. Hoy es propiedad de Edith Mora. Es una de las joyas victorianas de Cinco Esquinas. (Foto: Katya Alvarado).

La más llamativa de las viviendas, por su estado, su esplendor y su ubicación, es la de la familia Hidalgo Mora, la cual fue construida en 1942 y perteneció a don Manuel Hidalgo Mora, quien fuera un personaje histórico de Aserrí, al ser, entre otros méritos, el primer presidente municipal que tuvo el cantón.

La casa —de color azul— se ubica exactamente en la cuarta esquina y actualmente sigue perteneciendo a la familia Hidalgo, después de que Marianne Hidalgo la recibiera como parte de su herencia.

En ese inmueble también han vivido nietos de don Manuel. En la sucesión por la que ha pasado la casa cabe resaltar el hecho de que la conservan en un excelente estado, sin necesidad de que haya habido una declaratoria histórica ni arquitectónica, como lo confirmó a UNIVERSIDAD el arquitecto Adrián Vindas, quien reside en Aserrí y trabajó durante muchos años para el Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio. “La escuela de Aserrí centro lleva el nombre de Manuel Hidalgo Mora y es una edificación que se conserva en un buen estado”, explicó Vindas.

Esta hermosa casa data de 1905 y es de maderas como el cedro y el amarillón (Foto: Katya Alvarado).

En un recorrido por distintos caseríos y barrios de Aserrí se pudo constatar que la confluencia de las cinco casas de Cinco Esquinas es una excepción, porque en el conjunto de lugares visitados lo que predomina son los inmuebles que responden a las ideas constructivas que se impusieron después de 1950; es decir, sobre todo en cemento y que apelaban a un estilo más pragmático y sin ninguna ornamentación.

El nombre de Cinco Esquinas, donde se ubican las viviendas, tiene su propia alusión literaria por mero azar, dado que en 2016 el Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa presentó en la Casa de América de Madrid una novela con esa misma designación, en la que relataba la descomposición de la sociedad peruana, acicalada por la hipocresía y el terrorismo.

Esta casa de rasgos victorianos se ubica diagonal a la vivienda de los Hidalgo Mora, lo que revela que en los primeros años del siglo XX hubo gran influencia del citado estilo en esta zona. (Foto: Katya Alvarado).

El título de la novela aludía a Cinco Esquinas del Perú, de donde es originario el creador de La tía Julia y el escribidor y La guerra del fin del mundo, pero no deja de ser llamativa la coincidencia.

En lo que respecta a la casa azul, hay un claro afán de conservarla. No obstante, al estar en un punto clave desde la óptica comercial, cabe la posibilidad de que en un futuro pueda ser demolida para erigir allí un edificio comercial.

Esta casa no está habitada actualmente, aunque siempre a primeras horas de la noche le encienden las luces del jardín y los herederos que viven en la casa de atrás están al cuidado de tan preciado inmueble.

Aunque en dos oportunidades se visitó la casa de atrás para ampliar detalles, no hubo respuesta. De igual manera, se le envió un mensaje a uno de los nietos de don Manuel, quien en su oportunidad vivió en la citada casa y tampoco atendió el llamado de este periódico.

El quinto inmueble de características victorianas se ubica también en Cinco Esquinas, pero no está muy visible. Nótese las plantas ornamentales. (Foto: José Eduardo Mora).

Diagonal a la vivienda de los Hidalgo Mora se encuentra la segunda casa, de color fucsia, recién pintada, también con los típicos elementos victorianos como el tapichel, y construida también en madera labrada.

En este inmueble vive actualmente Xinia Brenes, quien fuera vecina de  San Marcos de Tarrazú. Tiene solo cinco meses de ocupar esta casa y se muestra encantada por lo espaciosa y por la belleza arquitectónica.

Al preguntarle si era de su propiedad, Brenes suspira, sonríe con un dejo de nostalgia y responde: “Ojalá fuera mía. Hace cinco meses la estaban vendiendo”.

La explicación de Brenes es relevante porque aplica para el conjunto de las cinco joyas aquí reseñadas: al no contar con ninguna declaratoria de que son de interés patrimonial e histórico, queda a discreción de sus dueños si las conservan o no.

Luis Mora y Mayela Chacón, tras la barandilla, conservan esta casa con mucho esmero. (Foto: Katya Alvarado).

DE COMIENZOS DE SIGLO

La casa de color verde, que está al lado de la carretera 209 que comunica a Aserrí con San José y con Acosta, es propiedad de Mayela Chacón y Luis Mora Castro.

Mora contó que la casa la heredó la esposa, pero que él vivía de niño en la casa de al lado; o sea, la casa amarilla que también aparece en este reportaje.

“No hay una fecha exacta de la construcción de nuestra casa, pero tiene que ser de comienzos de siglo, de 1905. Perteneció originalmente a Rafael Chaves Chaves, posteriormente la heredó Delia Abarca Chaves, que a su vez era abuela de mi señora esposa, Mayela Chacón. Así fue como la casa llegó a nosotros”.

Relató que hace muchos años el Ministerio de Cultura les entregó una mención de honor y que desde un principio se han esmerado por cuidarla.

“Siempre estamos pendiente de darle el mejor mantenimiento. La pintamos cada cuatro años y cuidamos todos los detalles”.

Chacón expresó que mantener el inmueble en buen estado al lado de una carretera nacional es un enorme desafío, debido a la contaminación. Pese a ello, prefiere mantenerla con puertas y ventanas abiertas para darle vida a la vivienda.

“A mí me gusta que la casa se ventile, por eso la mantengo abierta todo el tiempo posible. Aquí vivimos mi esposo, yo y una hija. Me gusta, además, tener muchas plantas en la casa”.

UNA ÉPOCA

La arquitecta Ofelia Sanou, expresidenta del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos), sección Costa Rica, manifestó su admiración por las joyas victorianas de Aserrí y por el mismo hecho de que las hayan conservado en un país en el que, por lo general, priman los intereses económicos por encima de los históricos y los arquitectónicos.

“Son muy bellas y cada una con sus diferencias. Algunas veces cuando están tan cerca, muestran rasgos similares que evidencian que han sido realizadas por un mismo maestro de obras”.

El estilo victoriano se propagó por buena parte del país, luego de que las clases más poderosas y ligadas al café se vieron influenciadas por lo que observaban en Europa, en especial en Inglaterra.

El arquitecto Juan Bernal Ponce, apuntó en la conferencia “Algunas características de la arquitectura costarricense”, que “la casa victoriana de entre siglos, oponiéndose a sus antecesoras de origen colonial y republicano, presenta gran riqueza textural y ornamental”.

Al puntualizar algunos rasgos de la influencia victoriana, añadió: “los muros están revestidos de tablas de madera, puertas y ventanas están enmarcadas de pilastras ricamente molduradas, los balastros tienen diseños atractivos y las columnas finas de madera están coquetamente torneadas”.

Ponce destacó cómo los estilos eran adaptados a las condiciones propias del país: “El clima tropical impone otra variación al modelo europeo americano muy cerrado e introvertido para protegerse del frío. En efecto, la casa victoriana local se abre al exterior generosamente por medio del corredor que, a veces, rodea tres lados de la construcción”.

El victoriano se propagó fuera del Valle Central con la llegada de las plantaciones bananeras. Ponce recordó en su disertación, sin embargo, que “las primeras viviendas victorianas en Costa Rica aparecieron en las fincas de café en los alrededores de Cartago por los años 80 del siglo XIX”.

Los estilos arquitectónicos de comienzos del siglo XX serían reemplazados, en gran medida, cuando se instauró la etapa de “modernización” del país, a partir de la segunda mitad del XX, y buena parte del patrimonio fue destruido, como sucedió en la capital San José, donde muchas casas y edificios con un gran valor histórico y arquitectónico, casi siempre adaptado a las circunstancias del trópico, sucumbieron a las nuevas tendencias.

La prueba más fehaciente de ello fue la demolición de la Biblioteca Nacional, de la que Joaquín García Monge fue muchos años director, y de la que solo se conservan hoy fragmentos de sus muros, dado que fue convertida en un parqueo, que está diagonal a la soda La Vasconia, en San José.

Respecto de las casas, Sanou ahondó en el conjunto: “En este caso lo similar podría ser el diseño y tamaño de las ventanas. Lo que llama la atención en la primera, la azul, es el tragaluz tan amplio, supongo que ilumina a la sala o es a un pasillo”.

A la arquitecta también le despertaron interés las otras casas además de la azul, porque, si bien es la más vistosa, las otras guardan secretos y bellezas que ella no pasó por alto. “Por otro lado, la amarilla parece más bien que fueran dos casas gemelas y de nuevo llama la atención la claraboya: ¿ilumina un desván o pequeña habitación?”

Como Cinco Esquinas es un lugar de paso hacia Tarbaca, distrito que atraía a cientos de turistas cada semana en tiempos normales; es decir, antes de la pandemia. Las joyas victorianas de Aserrí tienen una gran exposición, de ahí que a Sanou le despierte interés el buen estado en que se encuentran.

“Resulta importante que estén tan cuidadas y apreciadas. En la guía de la arquitectura y el paisaje de Costa Rica que publicamos, recuerdo algunas casas de Desamparados y Los Santos, pero no estoy segura de que este conjunto que me comparte esté incluido. ¡Qué bien que escriban en el Semanario UNIVERSIDAD sobre este tema!”

En una Costa Rica en la que la conservación del patrimonio no solo requiere una nueva ley, sino también políticas oportunas para evitar la constante destrucción de inmuebles de valor histórico y arquitectónico, las joyas victorianas de Aserrí son un oasis en el desierto cultural por el que camina el país en esta materia.

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