Cultura

Investigación rescata del olvido al autor de El duelo de la Patria

Libro documenta por primera vez la vida de Rafael Chávez Torres, compositor nacional. Entre los hallazgos, precisa que no nació en Heredia ni en Moravia, como se dijo, sino en San José, cerca de la Plaza de Armas.

Aunque en las procesiones de Semana Santa en Costa Rica y Guatemala El duelo de la Patria es un emblema, y su música suena en los momentos solemnes cuando un país despide a uno de sus hombres valerosos, su autor Rafael Chávez Torres está más que hundido en la tumba del olvido por un Estado costarricense que en los últimos años abrazó con pasión la cultura de lo kitsch y del espectáculo.

Para contrarrestar ese destierro cultural en que está sumido Rafael Chávez Torres, la profesora Ligia María Rosales Chacón pasó ocho años de su vida entre archivos, bibliotecas, colecciones personales y bandas para reunir en una sólida investigación quién fue realmente el creador de El duelo de la Patria y qué mitos y leyendas se construyeron a su alrededor, pese a lo cual su nombre y su figura se fueron apagando hasta convertirse en cenizas. 

En el libro Después de los mitos la leyenda, publicado por la Editorial Alma Máter, Rosales hace un minucioso recorrido por la vida y la obra musical de este josefino, conocido por sus amigos como “El zonto”, que nació donde hoy está la vieja estación de bomberos de San José.

Con este primer dato, ya Rosales da un golpe en la mesa y saca de la confusión a muchos de los que en su oportunidad, por falta de rigor histórico e investigativo, asumieron que Chávez Torres, era oriundo de Moravia.

El error ha llegado a ser tan grosero, como lo puntualiza la autora, que el Palacio Municipal de Moravia lleva su nombre, y así lo constata una placa que se ubica actualmente en el edificio de este cantón. Rosales ya alertó al citado municipio del yerro, por si en nombre de la historia quiere rectificar. 

“He realizado la investigación de Rafael Chávez Torres porque a lo largo de mi vida siempre he tenido un compromiso con la identidad cultural del país. Presenté en la Asamblea Legislativa el proyecto para que los anexionistas del Partido de Nicoya fueran declarados Beneméritos de la Patria, y eso se logró en 2017”. 

Rosales lleva 20 años de pensionada y no ha dejado de trabajar por la identidad y la cultura costarricense: “Es algo que hago con mucho amor por mi país, dado que el Estado ha dejado de cuidar la cultura. En el libro de Chávez Torres he invertido millones, esa es la verdad, pero lo hago con mucha convicción de que eso es lo que me corresponde como ciudadana”. 

AIRES DE MÚSICA

Tras hurgar en archivos y colecciones, Rosales identificó con certeza tanto el lugar de nacimiento del compositor como su fecha, dado que ambos datos fueron repetidos durante más de medio siglo, sin que en realidad hubiera precisión en torno a ellos. 

Después de los mitos la leyenda es un libro muy bien documentado por la autora, quien invirtió ocho años de investigación en la vida de “El zonto” Chávez. (Foto: Kattya Alvarado).

De esta manera, comprobó que Rafael Chávez Torres, quien era “hijo natural” -como se les denominaba en la época a los niños cuyo padre no se hacía responsable de su manutención-, nació el 8 de febrero de 1843.

Por mucho tiempo, como cuenta en el libro Rosales, se dijo que el creador de El duelo de la Patria, y de al menos 35 composiciones más que ella documentó con rigurosidad, había nacido en 1939 en Heredia o en Moravia. 

En artículos periodísticos, este error fue repetido por unos y otros, por lo que Rosales se dio a la tarea de aclarar de una vez por todas los nublados del día.

“La capital recibe al niño Juan Rafael Torres y le da su bienvenida a quien hoy lleva el nombre de Rafael Chávez Torres: En la ciudad de San José el 8 de febrero de 1843 se bautizó a Juan Rafael Torres como hijo natural de Lorenza Torres”, apunta la autora en la página 60 del libro y con base en la constancia de bautizo, ubicada a su vez en el Libro de Bautismo 17. 

El lugar de nacimiento, cerca de lo que hoy se conoce como La Dolorosa, fue La Puebla. Este dato no es menor por lo que iba a representar el centro de San José para ese niño que cuando ya fue adulto decidió firmar como Rafael Chávez Torres. El apellido lo escribió con “z”, pero se desconoce de dónde lo sacó. Pese a las pesquisas hechas por Rosales no logró determinar por qué adoptó ese apellido.

La fe de bautismo encontrada abre paso al segundo dato clave en la investigación, dado que en La Puebla, ubicada a tan solo 500 metros de la Plaza de Armas, la banda militar de entonces efectuaba constantemente sus prácticas.

Esto explica el porqué Rosales sostiene que los orígenes que lo ubican en Heredia o Moravia están totalmente falseados.

“Es imposible que en esa época un niño como Rafael Chávez Torres, pobre, sin ningún recurso, en un país que carecía de vías, fuera todos los días de Moravia a San José para recibir instrucción musical en la Banda Militar. Eso es imposible”.

Una de las leyendas en torno a Chávez dice que, para ayudar a su mamá, él vendía bocadillos por San José y que en uno de esos días, mientras entonaba una melodía con su silbido, fue escuchado por el maestro Manuel María Gutiérrez, quien de inmediato lo acogió como si fuera un hijo y le dio la instrucción y la protección en la Banda Militar de San José, de la que con el paso de los años llegaría a ser su director, así como formador de muchos músicos.

Rosales cree que la forma en que se conocieron el maestro y el discípulo pertenece a la leyenda, a la ficción, pero lo que sí es cierto es que la influencia de Gutiérrez fue determinante para el crecimiento musical de ese niño, quien se ganaba la vida en las calles del San José de entonces. 

Las bandas militares desempeñaban un papel clave en la formación de cientos de músicos a mediados del siglo XIX y el caso de Chávez es una muestra inequívoca de ello. 

El afán por aprender hizo que el joven músico pronto se ganara la estima de su maestro y de sus compañeros. 

Por esos extraños requiebros del destino, Rosales, al indagar en el árbol genealógico de Chávez, confirmó que tuvo un lejano parentesco con el gran compositor Ricardo Mora, procedente de Puriscal, quien por muchos años tuvo su vivienda y su fábrica de guitarras cerca La Puebla, donde nació Chávez.

MÁS QUE UNA PIEZA

La vocación musical de Chávez quedó manifiesta desde que fue reclutado por la Banda Militar de San José, por cuanto tenía gran facilidad para tocar distintos instrumentos, entre ellos el piano y el clarinete. Dirigió bandas, fue maestro de música durante muchos años en la Escuela Nacional de Música y en el Instituto de Formación Musical de San José.

La tumba del compositor Chávez se encuentra en el Cementerio General. (Foto: Kattya Alvarado).

Aunado a ello, la investigadora constató que Chávez dejó muchas composiciones, entre ellas nueve marchas fúnebres, valses, mazurcas, himnos y otras creaciones de las cuales ella pudo documentar 35, lo que en su criterio evidencia que su aporte fue mucho más allá de El duelo de la Patria, pieza que en la actualidad tiene un gran reconocimiento por parte del público, tanto en el ámbito nacional como en el internacional.

“Yo logré documentar muchas de las composiciones que dejó el maestro Chávez, lo que significa que su valor histórico va mucho más allá de El duelo de la Patria, compuesto en honor a Tomás Guardia, quien muere en 1882”. 

Esta pieza, compuesta en dos movimientos, fue creada por Chávez en honor a su admirado presidente, no obstante, no existe constancia alguna de que la pieza fuera estrenada en los funerales de Guardia.

Incluso, Rosales considera que es muy poco probable que ello se diera, dado que no existían las condiciones ni siquiera para que se tuvieran a mano las distintas copias que se requerían para que una banda la interpretara. 

“En La Gaceta, diario oficial de la época, se relata cómo se realizaron las honras fúnebres de Guardia, en la Iglesia Catedral de San José, indicando únicamente que se ejecutó la música y el canto con tristes melodías, sin comentar que se hubiera ejecutado El duelo de la Patria. Si esto hubiera ocurrido, cabría esperar notas al respecto, pues habría sido una gran noticia difícil de ignorar”, precisa Rosales.

La autora puntualiza que la primera vez que se habría interpretado “El duelo” fue el 26 de diciembre de 1887, en el funeral de Manuel María Gutiérrez, el gran maestro de Chávez, tanto en el ámbito musical como familiar, puesto que se convirtió en su tutor y en el padre que nunca conoció.

Ya para 1895, el periodista Pío Víquez, en El Heraldo, su periódico, da cuenta de que el 12 de abril de ese año se ejecutó la pieza en la procesión del viernes Santo de esa Semana Santa.

La acogida que la composición tuvo en Costa Rica fue prácticamente inmediata y, aunque algunos especialistas cuestionan la calidad de la composición por considerarla algunos simple, lo cierto es que la pieza caló hondo en el sentir nacional, destaca Rosales.

En el entierro de Federico Fernández Oreamuno, hermano de Próspero Fernández Oreamuno, el 12 de marzo de 1895 volvió a sonar El duelo de la patria, la tercera vez que se documentó la ejecución.

Mientras en Costa Rica se volvía una costumbre que en situaciones tristes y solemnes se ejecutara El duelo de la patria para despedir alguna personalidad, se corrió el rumor de que en los funerales del rey de España Alfonso XII, en 1885, dicha pieza había sido ejecutada. 

Rosales, quien no concede ni quita al personaje de Chávez nada, reconoce que no existe constancia de que ello fuera cierto y lo que más bien parece ser es que fue el propio Chávez, escudado en el seudónimo de “Clo, Clo”, quien difundió lo que hoy se denomina una noticia falsa. 

UN PERSONAJE DE NOVELA

El 8 de mayo de 1874, Chávez se casó con Ramona Marín, con quien tuvo dos hijos que murieron cuando eran niños, por lo que parece que el compositor no dejó descendencia; no obstante, Rosales deja la puerta entreabierta a la posibilidad de que el músico procreara una hija una vez muerta su mujer, dato que la escritora no ha corroborado.

Alrededor de Chávez no solo se crearon mitos y leyendas, sostiene la autora, sino que circuló información que sí es certera. En su época, el compositor era conocido por ser “un mujeriego” y un enamorado, así como un gran bohemio. A esos aspectos hay que agregar que era un bebedor consumado.

De hecho, Rosales cuenta el rumor de que ideó El duelo de la patria ese 7 de julio de 1882 bajo los efectos del alcohol, mientras componía la pieza en un piano. 

A esa vida convulsa, hecha de la nada, solo con la vocación musical irrenunciable, Chávez le agregó el condimento andar metido generalmente en dificultades económicas, con acreedores respirándole en la nuca mientras buscaba maneras de sobrevivir a sus penurias materiales. Nada, sin embargo, apagó su amor a la música. 

Una vez viudo y sin haber heredado siquiera la casa en la que vivió con su esposa, alquiló un cuarto en casa de Malaquías Fonseca,  músico de la Banda Militar de San José, muy cerca de donde hoy está el Teatro Melico Salazar. 

Allí había un piano, donde se solazaba el viejo y pobre músico. Al maestro lo escuchaban en silencio y a escondidas Julio Fonseca y su hermano Jorge. Un día, mientras el maestro no estaba, tocaron de memoria la pieza “Marchamos a la guerra” cuando fueron sorprendidos por Chávez, lo que hizo que los niños entraran en pánico; entonces, el músico replicó con que por favor le llamaran de inmediato a don Malaquías.

La escena se presentaba para el desastre en medio del pavor de los niños. Chávez, refiere la anécdota Rosales, tomó la palabra para expresar su admiración por los pequeños y para alertar al padre de que ellos tenían condiciones para la música. No se equivocó, porque Julio Fonseca llegaría a tener una gran trayectoria como compositor. 

Una vida dedicada por completo a la música, llena de bohemia y sueños rotos, concluyó un 12 de mayo de 1907, cuando Chávez tenía 64 años. Su funeral, oficiado en la Plaza de Armas de San José y luego rumbo al Cementerio General, tuvo el aliento de un funeral de Estado. Hubo presencia de bandas de todo el país y con solemnidad acompañaron el féretro hasta su última morada.

Aunque en sus días vivió el reconocimiento, Rosales reclama que hoy el Estado costarricense tiene en el más hondo olvido a uno de sus compositores más destacado de la segunda mitad del siglo XX, cuando se consolidó el Estado liberal.

Cuando la cultura abandona la verdadera identidad por rescatar, piensa Rosales, es deber de la ciudadanía, con esfuerzo, entrega y amor por aquellos que hicieron de Costa Rica la patria grande desde los valores artísticos, alzar la voz con rigurosidad y pedir que saquen del ostracismo a uno de sus hijos más entregados: al Zonto Chávez, por quien tantos duelos se han tocado a lo largo de siglo y medio.

 

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