Cultura

Incertidumbre prevalece en torno al Cine Variedades 

A casi una década de que fuera adquirido por el Estado, en 2013, el inmueble sigue sin uso y nadie sabe realmente cuál es su verdadera situación arquitectónica y estructural al día de hoy.   

Guillermo Barzuna, Catedrático de la Universidad de Costa Rica, especializado en cultura popular y fiel defensor del patrimonio histórico arquitectónico nacional, tiene un ritual desde 2014: cada año sube a Facebook algún elemento alusivo al Cine Variedades, porque teme que en cualquier momento sobrevenga una mala noticia sobre el teatro más antiguo del país.

El Cine Variedades va camino a cumplir una década de estar sin uso y nadie sabe, excepto el Ministerio de Cultura, cuál es su real condición. (Foto: Kattya Alvarado)

Adquirido por el Estado costarricense en 2013, por un monto de ₡956 millones, el Variedades se iba a destinar para la creación de la Cinemateca Nacional a cargo del Centro de Cine; no obstante, las propuestas de remodelación de los gobiernos de turno se quedaron en el tintero, hasta el día de hoy en el que han pasado casi nueve años.

De aquel gran proyecto, que pretendía no solo instalar la Cinemateca Nacional para rescatar películas y material audiovisual, sino que también acondicionar la sala de exhibición del Variedades para mantener ese contacto con los espectadores, solo quedan las buenas intenciones y las gestiones deficientes.

“El teatro Variedades equivale a lo que significó la Biblioteca Nacional, que creció con el siglo y con varias generaciones de costarricenses. Lo particular es que es un inmueble comprado por el Ministerio de Cultura y es un bien patrimonial. A diferencia de los que están en manos privadas y que los han destruido o dejado deteriorarse, este bien es del Estado y hoy está sin uso y de esto hace ya casi una década”, Guillermo Barzuna.

Hoy se desconoce a ciencia cierta cuál es el estado del Cine Variedades, a tal punto que el año pasado una noticia falsa en redes sociales desató todas las alarmas, pues hubo ciudadanos que aseguraron que lo iban a demoler, pero en realidad sacaban algunos elementos en desuso.

Instalado en el corazón de la capital costarricense, el Variedades fue inaugurado en 1892, con lo cual se convirtió en uno de los primeros teatros de San José, y fue el que primero en el que se exhibieron obras nacionales así como de compañías extranjeras, en especial españolas que traían sus zarzuelas.

Al consultarle al Ministerio de Cultura sobre qué pasaba con el Variedades, la respuesta fue la siguiente: “Como es de conocimiento público, el antiguo cine-teatro Variedades fue adquirido por el Centro de Cine, con la finalidad de desarrollar el proyecto de Cinemateca Nacional. Este proyecto, que incluye la solicitud de permiso de intervención al Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural, nuevamente se suspendió en el año 2021 por inexistencia de recursos financieros, ya que los recursos con los cuales se pretendía proceder con la restauración del inmueble (un superávit específico consistente en ₡1.219.986.069,25), fueron recuperados por el Ministerio de Hacienda en diciembre de 2021”.

Aparte de que las propuestas de remodelación presentadas fueron cuestionadas porque algunos, como en su momento el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos) sección Costa Rica, que en 2017 argumentó que lo que en realidad se pretendía era demoler el teatro y dejar solo la fachada.

Las pugnas en aquella oportunidad entre los defensores de una remodelación y los promotores del proyecto de la cinemateca demostraron que existían dos visiones y que alguna de ellas, la de modernización, se apartaba de lo que establece la Ley 7555 y su reglamento.

Mientras el nuevo gobierno termina de acomodarse, las políticas en torno al Variedades son inexistentes, excepto por el hecho novedoso de que en la actualidad las autoridades de cultura contrataron oficiales de seguridad para que eviten el saqueo del inmueble.

La Biblioteca Nacional, que se ubicaba a escasos 150 metros del Variedades, fue derribada y en su lugar se abrió un parqueo. (Foto: Sinabi)

“Es fundamental destacar que el espacio actualmente y como medida de contingencia, cuenta con un servicio de vigilancia y seguridad para evitar vandalismos, así como un servicio básico de mantenimiento y limpieza que lo conserva libre de plagas y previene un potencial incendio de la edificación, atendiendo la recomendación del Cuerpo de Bomberos”, explica Cultura ante una consulta de UNIVERSIDAD.

Después de nueve años de que la cinemateca no es más que una aspiración que se quedó en los despachos, Cultura asegura que retomarán el asunto del Variedades.

“Los nuevos jerarcas del  MCJ (Ministerio de Cultura y Juventud), en conjunto con el Centro de Cine, nos encontramos analizando y valorando las alternativas posibles para dar continuidad a los proyectos institucionales”, concluye la respuesta oficial del Ministerio, hoy presidido por Nayuribe Guadamuz.

Contradicciones

Cuando en 2016 y 2017 se plantearon los términos de la remodelación y acondicionamiento del Variedades fue cuando comenzaron a surgir las contradicciones, porque se temió entre el núcleo de los conservadores del patrimonio, que el proyecto impulsado por el Centro de Producción Cinematográfica lo que pretendía era conservar solo la fachada y cambiar por completo el interior del edificio.

En esa coyuntura se dejaron de lado, incluso, los argumentos con los cuales el Centro de Cine justificó ante la Contraloría General de la República la compra del edificio a la Compañía Arrendadora Sociedad Anónima, representada legalmente por Nora Urbini.

En los puntos uno y dos que conoció en 2013 la Contraloría General de la República, se especificaba: 1. “Que la solicitud se plantea para solventar la necesidad del Centro Costarricense de Producción Cinematográfica de contar con un espacio destinado a la Cinemateca Nacional y el inmueble que se desea adquirir es el conocido “Teatro Variedades”. 2. Que el inmueble “Teatro Variedades” es la sala de cine más antigua de la ciudad de San José y del país, data de 1892 y ocupa un edificio declarado Patrimonio Histórico-Arquitectónico (según Decreto Ejecutivo No. 28249-C del 20 de octubre de 1999) y en sus instalaciones han ocurrido y continúan ocurriendo acontecimientos cinematográficos, teatrales, artísticos y culturales de gran importancia para la vida nacional”.

Si se realiza una mirada a lo que en 2017, por ejemplo, denunciaba Icomos por medio de su entonces presidenta, la arquitecta e historiadora del arte Ofelia Sanou, se constata que el temor era que se iba a practicar una demolición encubierta del teatro.

“En las presentaciones orales realizadas por los encargados de conservar el inmueble del Cine Variedades, ante la Comisión Nacional (de Patrimonio) en ningún momento se habla de los valores históricos, artísticos, sociales, técnicos y otros del Teatro Variedades”, sostenía la misiva enviada a la entonces a la ministra de Cultura Silvie Durán.

Esa preocupación de que solo se mantuviera la fachada y se demoliera el resto de la edificación se ahondaba en la siguiente afirmación, siempre del Icomos: “La valoración y propuesta para sustituir la estructura del inmueble del teatro, no muestran pretensiones de conservar sus rasgos originales. No se realiza una valoración técnica de cuáles fueron los sistemas constructivos y materiales de la época y no se propone dar mantenimiento o consolidar lo existente”.

El Teatro Variedades comenzó a construirse en 1891 producto de la inversión del empresario español Tomás Garita y la obra estuvo a cargo del arquitecto Francisco Gómez, también de nacionalidad española.

Para que se ponga en valor lo que representa el Variedades, este se anticipó cinco años a la aparición del Teatro Nacional, que a diferencia de este se ha conservado mucho mejor, y hoy ya incluso es símbolo nacional.

El Teatro Variedades, como se le denominó oficialmente al ser inaugurado, venía a sustituir al Teatro Municipal de San José, conocido también como Teatro Mora, y que había sido destruido por un terremoto.

Con un total de 384 butacas, lo que para la época era un número de espacios más que aceptable, en esa Costa Rica de finales del siglo XIX, que para entonces ya soñaba con parecerse a París, es que surge el Variedades, que hoy 130 años después se bate entre la permanencia o la desaparición.

En la actualidad, como el edificio se mantiene cerrado, nadie, excepto el Ministerio de Cultura, sabe las condiciones en que se encuentra el inmueble y si el paso de casi una década cerrado, habrá afectado aún más sus estructuras internas.

En el documento preparado por la Contraloría General de la República para dar el visto bueno a la solicitud de compra directa hecha por el Centro de Cine, en 2013, se recoge que el espíritu inicial contemplaba la preservación del inmueble con sus características históricas y arquitectónicas, y que se buscaba su adaptación a las necesidades del sector audiovisual del país.

Se incluye en el documento, lo apuntado por el Centro de Cine para que se hiciera la inversión, para lo cual contaba con un presupuesto de mil millones, pero a la postre se pagaron ₡956 millones.

“La Cinemateca Nacional debe ser también parte integral del Archivo de la Imagen, unidad técnica y especializada de rescate, restauración y divulgación del cine histórico y cultural nacional y extranjero, cuya tarea fundamental es conservar en buen estado obras y fragmentos cinematográficos de alto valor histórico y cultural. A esta función se suma la necesidad de mostrar esas joyas del cine, darlas a conocer, ponerlas a disposición de los investigadores y del público en general mediante exhibiciones permanentes y programaciones especiales en la sala de la Cinemateca Nacional, que mantendría una programación constante del cine que nos está vedado en los circuitos de distribución comercial y que no puede ofrecerse en las instalaciones del Centro de Cine por carecer del espacio y las condiciones necesarias para la exhibición del sétimo arte”.

Y se agregaba en las alegaciones sobre lo imprescindible que era el disponer de un espacio para fomentar la cultura del cine nacional y la producción audiovisual.

“Se pretende con la adquisición de este espacio, tener un lugar dónde mostrar el cine costarricense y el cine con carácter artístico-cultural, ya que es una responsabilidad del Estado promover la exhibición de productos de alta calidad, fomentando la diversidad cultural que se le debe ofrecer al público costarricense (…) En ese contexto, la adquisición del Teatro Variedades, ícono nacional en el área cinematográfica es la vía natural para constituir la nueva Cinemateca Nacional.(…) Otro valor agregado que reviste el Cine Variedades es que constituye una opción más para recuperar espacios culturales en la ciudad de San José, lo que, como en otros países del mundo, ha demostrado contribuir a la disminución de la delincuencia, a la activación de la economía de la zona y al mantenimiento o reavivamiento de la vida social”.

Icomos a la espera

 La actual presidenta del Icomos, Marcela Arguedas, expresó que la institución que representa tuvo un papel protagónico en la discusión que se desató en torno a la remodelación del Variedades, pero que desde entonces –2017— a la fecha, no disponen de mayor información sobre el verdadero estado en que se encuentra el inmueble, el cual fue declarado de valor patrimonial e histórico el 30 de noviembre de 1999.

Para Arguedas, lo que sucede con el Variedades es una muestra de que el concepto y la visión de lo que significan los sitios, los edificios y demás expresiones de valor patrimonial tiene que revisarse, porque parece no existir una conciencia ni en el Estado ni en la ciudadanía en general, de lo que significan este tipo de manifestaciones.

Por ello, agregó que es imprescindible que se impulsen iniciativas que busquen darle a estos espacios, como el caso del Variedades, el lugar que se merecen.

Destacó Arguedas, quien es arquitecta de profesión, que es necesario visualizar estos inmuebles en toda su dimensión, lo que incluye la historia general y la particular, es decir, la que muchos a lo largo de más de un siglo han vivido en este teatro, donde por más de 20 años se desarrolló la Muestra de Cine Costarricense, como se llamaba entonces.

“El Variedades es un ícono de la ciudad de San José y debe entenderse no solo en su dimensión de lo que es el edificio, sino también de lo que representa desde el punto de vista histórico. Lo que ha significado para las familias. Hay que entender y leer su historia”, dijo.

Una contradicción monumental

Para Barzuna, el caso del Variedades es particular porque es un bien que cuenta con una gran historia y así lo reconoce la comunidad nacional; sin embargo, se topa con la contradicción de que a pesar de que es propiedad del Estado, esté lejos de aprovecharlo y cuidarlo como se merece, hoy se encuentra sin uso y sin que se sepa con precisión en qué condiciones se encuentra.

“Es un teatro de más de 100 años, más antiguo que el Teatro Nacional. Todas las compañías de zarzuela se presentaban ahí cuando el Nacional no estaba, e incluso estando lo seguían haciendo. Además, se presentaban muchas otras manifestaciones artísticas, por el espacio del que disponía”.

Por eso a Barzuna, que en 2020 publicó con Flora Ovares, el libro “Levantar la mirada, segundas plantas de San José”, le extraña y le preocupa la manera negligente en que se ha manejado el Variedades una vez que fue adquirido por el Estado en 2013.

“El teatro Variedades equivale a lo que significó la Biblioteca Nacional, que creció con el siglo y con varias generaciones de costarricenses. Lo particular es que es un inmueble comprado por el Ministerio de Cultura y es un bien patrimonial. A diferencia de los que están en manos privadas y que los han destruido o dejado deteriorarse, este bien es del Estado y hoy está sin uso y de esto hace ya casi una década”.

La ciudad de San José, que a mediados de 1950 vivió la fiebre de la modernidad arquitectónica y de ingeniería, derribó cientos de inmuebles de un gran valor, que hizo que en la actualidad solo se conserven pocos edificios en esa línea y que lo patrimonial se haya convertido en un elemento marginal de la capital.

La mayor muestra de esa peste que acabó con la Biblioteca Nacional, donde hoy está un parqueo, y el Palacio Nacional, en cuyo sitio se erigió el Banco Central, es que se derribaron construcciones que estaban en buen estado, como las dos citadas.

“Lo paradódijo es que el teatro Variedades se compró en una suma elevada —₡956 millones— y se hizo para restaurarlo y hacer el gran cine nacional, por lo que me llama la atención es que hay un gran silencio en torno a este tema, y sobre todo porque el afán era reconstruirlo y mejorarlo, pero después se dijo que no, que lo de adentro no servía, después se dijo que sí, que se podía restaurar. Ha habido mucha ambigüedad y en los últimos años ha prevalecido un silencio absoluto. Nadie sabe qué hay ahí adentro”.

Por estas y otras razones, y por su compromiso con la cultura popular, el patrimonio, la arquitectura y el afán de que una ciudad como la de San José, que tras 1950 parecía que emergía de una guerra, luego de que se derribaran bienes de gran valor, es que Barzuna cada año hace la penitencia virtual de reclamar y clamar porque el Variedades no termine, en medio de ese mar de ambigüedades, en otro edificio patrimonial perdido.

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