Cultura

ICE confirma daños estructurales en iglesia colonial de Orosi

Se apelará a una cruzada nacional con el fin de recaudar, al menos, ₡411 millones para una restauración integral del templo, el cual constituye una referencia histórica desde 1766, y es una huella del paso de los franciscanos por el país.

Lo que era una percepción de la feligresía, relacionado con el hecho de que la iglesia colonial de Orosi sufría daños estructurales y requería de una sólida intervención, se confirma con un informe realizado por el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), a petición de las autoridades administradoras del templo.

El inmueble, construido entre 1743 y 1766, en la época de los padres franciscanos en el valle de Orosi, necesitará de una inversión de $810.825.58 (₡411,712.000, al tipo de cambio actual) para que se atiendan las reparaciones.

Jorge Eddy Solórzano, cura de la iglesia San José de Orosi, dijo que, para obtener el dinero para restaurar el templo, necesitaría organizar al menos 60 turnos. Aquí muestra daños en una de las columnas. (Foto Kattya Alvarado)

Por ese motivo, el cura párroco de Orosi, Jorge Eddy Solórzano, le explicó al Semanario UNIVERSIDAD que se requiere una cruzada nacional para darle el soporte que necesita el templo, el cual es el más significativo proveniente de la colonia.

El objetivo de solicitarle al ICE un respaldo técnico pretendía demostrar, con elementos fácticos, la situación real de la iglesia, más allá de las opiniones que se habían generado, comentó el sacerdote.

En el estudio del ICE, cuya totalidad incluye 120 páginas, además de un resumen de 20, queda claro que el inmueble requiere atención en su conformación interna y externa y que, conforme se retrase la intervención, más cara y difícil se volverá.

Por ser una construcción que tiene más de 250 años, la atención a su estado resulta cada vez más relevante, si se pretende conservar para las generaciones futuras. En ese sentido, los diferentes aspectos puntualizados en el informe del ICE son claros y contundentes.

En el informe se precisa: “Los sismos sufridos, conjuntamente con el peso de las cubiertas de teja, la inestabilidad del suelo y la humedad cincundante, parecen haber producido un desplazamiento de la estructura, inclinándose desde el fondo hacia el frente y hacia el sector de la torre del campanario. Las columnas de madera, cerca del presbiterio, presentan un desplome de entre 5 y 7.5 centímetros. Algunas columnas presentan reventaduras en la madera y que se prolongan en buena parte de la sección. Hacia el centro del templo, la inclinación de las columnas se aumenta y presentan desplome mayor. Las columnas que se aproximan a la entrada principal, presentan desplome de 14 y 15 centímetros, el doble que las primeras del presbiterio”.

“El inmueble es un eslabón de toda nuestra historia como país, porque alguien podría decir: ‘¡Ah!, eso es un templo católico. Eso no me importa’, pero, si vamos al Monumento de Guayabo, yo no podría decir: ‘eso no me interesa porque era un centro cultural de nuestros indígenas, que no eran cristianos’. Eso sería un empobrecimiento conceptual sobre lo que posee nuestro país”, Jorge Solórzano

Para los expertos, el anterior párrafo ya sería suficiente para que se contemple la necesidad urgente de que se programe una intervención que atienda los puntos más críticos descubiertos en el diagnóstico, el cual le fue entregado a Solórzano en el presente año, aunque la alerta ya la había dado el religioso en abril de 2023. La condición que prevalece en algunos sectores del templo comienza a propiciar un silencioso efecto dominó sobre el resto de la estructura.

“La inclinación y la diferencia de cargas entre las columnas internas y en la sección de una misma columna, han producido fallos estructurales en la madera. Se ha reventado en toda su longitud, compresionando la sección de la cara externa y tensionando la cara interna de las columnas”.

En el conjunto arquitectónico de Orosi, entre la iglesia y el museo, se conserva una importante imagenería religiosa, herencia de la época colonial. (Foto Kattya Alvarado)

Por lo que representa el templo, junto con el Museo de Arte Religioso, al año acuden a visitarlo un promedio de 10.000 personas, repartidas entre turistas locales e internacionales.

De igual forma, por ubicarse en el valle de Orosi, que guarda una rica historia de cómo se fue poblando, las migraciones ocurridas y los ajustes religiosos que se hicieron entonces para perfilar el pueblo, el templo es la culminación de los distintos elementos históricos y culturales. De ahí la importancia de que la Iglesia católica pueda preservar en buen estado el inmueble.

La iglesia fue declarada Patrimonio Nacional en 1920, Monumento Histórico Colonial en 1980 y Patrimonio Histórico Arquitectónico en mayo de 1996, durante el Gobierno de José María Figueres y cuando era ministro de Cultura, Arnoldo Mora.

En relación con las paredes de la iglesia de Orosi, que fueron construidas en adobe, éstas también muestran daños en diferentes grados. “La diferencia de presión provoca que las paredes hacia el norte reciban mucha carga. Por otra parte, las paredes del sur, que obviamente trabajan a tensión por ser de adobe, presentan reventaduras en las maderas de soleras y cargadores en vanos de puertas y ventanas”.

El hecho de que la construcción responda a  la técnica del adobe no es un dato menor y en ningún caso debería pasarse por alto. Hay que recordar que el adobe como material constructivo fue prohibido después del terremoto de Santa Mónica, del 4 de mayo 1910, que destruyó a la ciudad de Cartago. Como consecuencia de aquel sismo, que irrumpió a eso de las 6:47 a.m., el entonces Gobierno del presidente Cleto González Víquez prohibió la construcción en bahareque, calicanto y adobe.

Otra de las medidas que tomaron los pobladores de mayor capacidad económica fue la importación de casas de Europa. Una muestra de ello, pero no la única, es la que está ubicada entre las calles 4 y 6, avenida 3, en el centro de Cartago, justo en el costado norte de la capilla de Los Capuchinos. Este inmueble es conocido como la casa de Jesús Jiménez Zamora, en honor a quien fuera el quinto presidente de la República (y padre del también expresidente Ricardo Jiménez Oreamuno), pues él nació en ese terreno, pero en otra casa, el 18 de junio de 1823.

Esta casa, hoy en propiedad de la Universidad Estatal a Distancia (UNED), de 1366 metros de construcción, fue concebida en latón y su procedencia se ubica para algunos en Bélgica y para otros en Italia. No hay consenso en los investigadores al respecto.

Hecha la aclaración anterior, de por qué el adobe dejó de ser material de uso corriente en el país, hay que retornar de nuevo a la iglesia de Orosi, porque parte de sus paredes están en una situación límite, siempre de acuerdo con el diagnóstico efectuado por el ICE.

“Las paredes perimetrales de adobe presentan el desplome generalizado de la estructura. Se desconoce desde cuándo están en dicha situación y si en algún momento, en restauraciones anteriormente realizadas, fueron objeto de análisis y tratamiento”.

El templo en cuestión, por su larga data, ha sido intervenido en varias oportunidades. Las más recientes apuntan a una realizada en el año 2010. En esta oportunidad, Patrimonio invirtió la suma de ₡60 millones. Eso alcanzó para cambiar el zinc, sanear paredes y encalarlas, para impermeabilizar aceras y reforzar algunas columnas. Lo más urgente era evitar la filtración de agua que pudiera dañar el tesoro de imágenes religiosas.

En 2006, se cambiaron piezas de madera del techo del convento, dado que estaban afectadas por el comején. En dicha oportunidad, se sustituyeron entre 16 y 18 piezas que daban soporte al techo.

En ese momento, también, le hicieron mejoras al sistema eléctrico. En total, el Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio presupuestó ₡30 millones de inversión.

También, en 1975, el templo había sido intervenido con el fin de preservarlo en las mejores condiciones y se tiene registro de otra intervención en 1980.

Por la condición en que se encuentran, las tejas retienen mucha agua en la estación invernal, lo que desencadena una serie de contratiempos para el inmueble. (Foto Kattya Alvarado)

Cruzada nacional

Solórzano que, pese a la magnitud de la tarea que tiene por delante, se mostró optimista de que alcanzará la meta de obtener los $810.825.58, explicó que los estudios pusieron en evidencia los serios problemas que tiene la iglesia colonial.

“Fue como hacer una resonancia magnética, como diríamos nosotros, en grande, al templo. Y, efectivamente, hay problemas serios en lo estructural, la parte mecánica, lo eléctrico, lo cual amerita una intervención. Gracias a los estudios del ICE se pudo constatar cuál podría ser el comportamiento de la estructura en caso de un sismo. Los daños pueden ser más fuertes de lo que pensábamos, porque el suelo en que está la iglesia colonial es muy arenoso. Los estudios llegaron hasta ocho metros de profundidad y se encontraron segmentos con mucha arena”, indicó.

El conjunto arquitectónico —iglesia y el convento— se mantiene abierto al público para todo aquel que desee visitar por primera vez o volver a apreciar lo que representa dicho inmueble.

“Lo dicho anteriormente hace que el terreno en sí mismo no sea tan sólido como lo puedan ser otros. Eso hace, también, que la intervención tenga que hacerse en el corto plazo. En nuestro caso, el templo es monumento y patrimonio, pero por ley el Estado no está obligado a dar nada. Esa es la realidad y evidencia que la ley —N° 7555— es obsoleta. Hago la salvedad de que el hecho de que el ICE aceptara hacer el estudio es un aporte muy valioso y así hay que reconocerlo”, enfatizó Solórzano.

El padre Solórzano sabe que tiene ante sí una de las tareas más retadoras de todo su ya largo sacerdocio. “La intervención puede costar ochocientos mil dólares o más. Eso es como una cirugía. Conforme se va abriendo al paciente, aparecen cosas que tal vez no se habían visto. A todos nos ha pasado cuando hemos construido una casa: comenzamos remodelando una parte y cuando nos damos cuenta le hemos dado la vuelta al inmueble. Entonces, tenemos muy claro que, como Iglesia, tenemos la responsabilidad de sacar a flote esta obra tan emblemática”.

El religioso destacó que el valor del templo está más que claro, porque no solo es la obra física en sí, sino que se conservan de la época colonial pinturas, imágenes y todos los elementos de la parte cultural que se exhiben en el museo, antiguo convento, que está a la par del templo.

En medio de lo que representa el inmueble, ahora viene el gran desafío: convocar a la población nacional y a las empresas a que se vuelquen en una cruzada nacional por salvar el inmueble.

El reto no es nuevo para el pueblo costarricense, pues ya lo hizo con el Teatro Nacional, por ejemplo, que resultó seriamente dañado tras el terremoto del 22 de diciembre de 1990, conocido como el terremoto de Alajuela, lo que obligó a una cruzada nacional para su restauración.

En esta oportunidad, Solórzano apela a las empresas para que, por medio de la ley N° 7266, denominada Ley de la Catedral, puedan hacer donativos del impuesto sobre la renta por una única vez. Esta ley data del 11 de noviembre de 1991 y se creó expresamente para restaurar la Catedral de San José, tras los sismos de 1990 y 1991.

En una entrevista con UNIVERSIDAD, en 2019, el entonces presidente de la Fundación para la Restauración de la Catedral Metropolitana y otros Monumentos y Templos Católicos, Germán Rodríguez, detalló que, por año, tenían una recaudación que oscilaba entre los ₡600 y los ₡800 millones.

Desde esa perspectiva, el objetivo al que se enfrentan Solórzano y los feligreses, aunque a simple vista parece muy alto, está dentro de los parámetros que incluso alcanzaba la Iglesia católica hace cinco años.

En 2019, la citada Fundación invirtió ₡500 millones en la restauración de la Catedral de Cartago. No obstante, según manifestaron en su momento sus gestores, las inversiones promedio oscilan en los ₡30 millones por inmueble, sea este patrimonial o no.

“Las empresas pueden hacer el depósito sobre la renta a la Fundación de la Catedral y decir expresamente que es para el templo de Orosi. No representa ningún costo para la empresa y es deducible el 100 por ciento. Con la diferencia de que la empresa sabe en qué se destinó ese dinero. Esa es la fase en la que estamos”, puntualizó Solórzano

Él visualiza que, para la restauración integral de la iglesia, la mejor vía para acortar tiempos y aproximarse a la cifra estimada por el ICE es mediante los referidos donativos.  Caso contrario, tendría que recorrer un largo camino y apostar por recolectar el dinero mediante varias acciones muy bien coordinadas.

“Para obtener el dinero que necesitamos, si vamos por otra vía que no fuera la de la Fundación Catedral, yo tendría que organizar al menos 60 turnos, con lo que eso significa. Y, si ya hacer un turno es complicado, imagínese hacer 60”.

Más allá de la religiosidad

Solórzano destacó que la restauración de la iglesia colonial es un asunto que trasciende lo estrictamente religioso, dado que no solo el inmueble en sí tiene un valor, sino que también, alrededor de él, se encuentra valioso arte de los tiempos previos a la independencia. Y, en efecto, en el templo se encuentran lienzos que ya figuraban en el inventario de 1797 y que proceden de pintores mexicanos. También hay una serie de imágenes provenientes de Guatemala.  A este conjunto de elementos, habría que agregar libros sacramentales, platería y vestiduras para las celebraciones.

Además, hay que resaltar a los altares que fueron creados con el aporte de los indígenas. En Orosi hay dos capillas: la de Las Ánimas y La Bautismal. En cuanto a las pinturas, por ejemplo, las del viacrucis son un total de 14.

De manera tal que, cuando Solórzano aduce que la iglesia y sus elementos representan un momento histórico y religioso de la colonia, los hechos terminan por darle razón.

En ese sentido, la cruzada podría involucrar a todos aquellos interesados en la conservación patrimonial del país, más allá de la visión religiosa que cada cual pueda abrazar o no.

“El inmueble es un eslabón de toda nuestra historia como país, porque alguien podría decir: ‘¡Ah!, eso es un templo católico. Eso no me importa’, pero, si vamos al Monumento de Guayabo, yo no podría decir: ‘eso no me interesa porque era un centro cultural de nuestros indígenas, que no eran cristianos’. Eso sería un empobrecimiento conceptual sobre lo que posee nuestro país”.

La iglesia de Orosi, que representa una manifestación del adobe, de la teja, y de un sincretismo entre lo aborigen y el cristianismo que se impuso en estas tierras de Dios y del Quijote, hoy reclama una nueva restauración, para lo que se hace necesaria una cruzada sin banderas ideológicas ni religiosas, con el fin de que una de sus joyas de la colonia no sucumba a la desidia histórica y patrimonial que ha asolado al país en el último siglo.

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