Cultura

Exposición recuerda el origen del “Colegio de las Alemanas”

Muestra documental y fotográfica, disponible en la Biblioteca Nacional, hace un recorrido histórico por el Colegio Superior de Señoritas, el cual fue producto de la visión de los liberales, en este caso del presidente Bernardo Soto y su_secretario_de Instrucción_Pública, Mauro_Fernández.

Una exposición en la Biblioteca Nacional recoge detalles, objetos, fotografías y la historia de 132 años del Colegio Superior de Señoritas, conocido en sus inicios como el “Colegio de las Alemanas”, el cual desde su creación en 1888 comenzó a preparar y abrirle puertas a las mujeres costarricenses de distintas procedencias sociales.

Alumnas actuales del Colegio de Señoritas, con su habitual uniforme a rayas, observando la exposición disponible durante el mes de marzo en la Biblioteca Nacional. (Foto: Kattya Alvarado)

La exhibición estará abierta al público de forma gratuita hasta el 30 de marzo y tiene como espíritu hacer un largo recorrido por más de un siglo de historia de una institución visionaria, impulsada por el entonces secretario de Instrucción Pública, Mauro Fernández, y el presidente de la República, Bernardo Soto.

Ruth Quesada Valverde, de la generación del 72, muestra orgullosa su cinta de graduación en el Colegio de Señoritas. (Foto: Kattya Alvarado)

Laura Rodríguez, directora de la Biblioteca Nacional, destacó que la muestra recoge sillas, mesas, libros y una amplia serie de fotografías que en sí mismos representan la grandeza del Colegio, el cual ocupa el actual edificio desde 1892, ubicado 200 metros al sur del Teatro Nacional, y que fue declarado de interés histórico y arquitectónico en 1981.

Para Rodríguez, la exposición tiene un gran valor, puesto que le permitirá a los observadores acercarse a una institución que en su momento se anticipó a la época y que le abrió las puertas a la mujer costarricense.

Un pupitre empleado en las clases durante la primera época del Colegio de Señoritas. (Foto: Kattya Alvarado)

A la actividad de apertura, el miércoles 4 de marzo, asistieron exalumnas, integrantes de la junta administrativa y de la Asociación de Egresadas del Colegio, que hoy sigue dotando de educación a numerosas estudiantes procedentes de diferentes lugares del país, como ha sido su tradición, así como de diferentes clases sociales.

María del Rocío Carmona, directora del Colegio de Señoritas, expresó durante la apertura que la citada institución marcó un “antes y un después en la educación costarricense” y que de sus aulas salieron importantes líderes que luego darían grandes luchas feministas y en pos del voto de la mujer en Costa Rica.

Anuario del 77, una tradición que se mantiene en ese centro educativo. (Foto: Kattya Alvarado)

Citó a figuras como María Isabel Carvajal, conocida como Carmen Lyra; Ángela Acuña Braun, Vitalia Madrigal y a Esther de Mezerville, entre otras. La Liga Feminista Costarricense, fundada en 1923, tuvo sus orígenes en el Colegio de Señoritas.

Puntualizó que la creación del Colegio de Señoritas se hizo en el marco de la gran reforma educativa de 1886, la cual propició también el surgimiento del Liceo de Costa Rica y el Instituto de Alajuela.

Alumnas en la azotea del edificio del Colegio, construido en 1892. (Foto: Kattya Alvarado)

“En agosto de 1885 fue dictada la Ley Fundamental de Instrucción Pública que establecía la enseñanza primaria, complementaria de adultos, normal, general, especial, profesional y universitaria. Era el andamio regio y sólido que se preparaba para construir una nueva etapa de un país que salía perezosamente de las convulsiones del decenio anterior. En enero de 1886, se presentó a la consideración del Congreso la Ley General de Educación, la cual se aprobó en febrero del año siguiente”, explicó León Pacheco en su libro Mauro Fernández, según se desprende de la versión publicada en 1972 por el Ministerio de Cultura.

Más adelante, Pacheco recuerda cómo ese contexto de renovación dio pie al Liceo de Costa Rica, el cual a su vez serviría de espejo para crear otras instituciones educativas de gran valor para el país.

Vista del Colegio con su entorno en San José centro. Foto incluida en exposición. (Foto: Kattya Alvarado)

“La lucha de don Mauro Fernández por la creación del Liceo de Costa Rica fue la que dio al traste con la Universidad de Santo Tomás. Pero la segunda enseñanza se fortaleció con la creación de este liceo, dentro de los principios que inspiraban la Reforma: el Liceo de Costa Rica sirvió de modelo para el establecimiento de otros liceos de las cabeceras de provincia y del Colegio Superior de Señoritas”.

En criterio de Carmona, la calidad de la educación nacional se fortaleció enormemente con el aporte del Colegio de Señoritas y ello hizo que en 1994 la Asamblea Legislativa reconociera ese esfuerzo sostenido en el tiempo y le otorgara el benemeritazgo a la institución que ella preside en la actualidad.

“Hoy estamos viviendo un hecho simbólico con esta exposición, con elementos que reflejan en parte ese enorme legado de una institución que año con año se posiciona más como un baluarte de la educación costarricense. Es un centro educativo majestuoso por su bella arquitectura, por la calidad de los docentes y por el ejército de distinguidas egresadas que luchan por la igualdad de género y por la equidad”, dijo Carmona.

UN HITO

María Enriqueta Castro, exalumna del Colegio de Señoritas e historiadora, destacó durante su disertación que los comienzos de esa institución están ligados con dos hermanas alemanas, Elizabeth y Laura Hinrichs, quienes en un principio se habían trasladado a Granada, Nicaragua, para trabajar el tema de la educación en ese país. Una vez ahí, fueron invitadas por Augusto Thiel a viajar a Costa Rica .

Por tal motivo, en los inicios al Colegio de Señoritas se le conoció como el “Colegio de las Alemanas”, en homenaje a estas dos valientes y aventureras educadoras.

De acuerdo con Castro, las hermanas Hinrichs aceptaron el reto de venir a Costa Rica y ya en el país recibieron el encargo de impulsar la educación de las mujeres por medio del Colegio de Señoritas.

“En una fiesta que les hizo el cónsul de Alemania, conocieron al secretario de Educación Mauro Fernández (se refiere al cargo de secretario de Instrucción Pública, que era como oficialmente se llamaba en ese entonces), quien les propuso abrir un colegio de señoritas con subvención estatal a cambio de aceptar 15 alumnas becadas. Me interesa insistir en este detalle porque el colegio nunca fue elitista”.

Como un detalle curioso que surge de la historia del Colegio de Señoritas, Elizabeth Hinrichs dejó de estar al frente del colegio debido a que se casó con Mauro Fernández, quien se vio obligado a buscar una sustituta.

La elegida fue Marian Le Cappellain Agnew, quien terminó por cimentar las bases de la educación en el Colegio de Señoritas y, por ende, de la educación de la mujer nacional.

AQUELLOS RECUERDOS

Nora Arroyo Umaña tiene amplios recuerdos de cuando estuvo en el Colegio de Señoritas, entre 1950 y 1955, por eso para ella la exposición adquiere relevancia, porque ayuda a resaltar lo que ha significado esa casa de enseñanza para el país.

A sus 85 años, todavía se mantiene activa y forma parte de la Junta Administrativa del Colegio, del que recuerda la calidad de los profesores y la férrea disciplina a la que eran sometidas.

Con ese aire que dan los años y las largas luchas, Arroyo rememoró que para las autoridades de esa época era inadmisible que “ellas se coparan” con alumnos del Liceo de Costa Rica.

La expresión –que en sí misma retrata de cómo se le decía al hecho de que un par de estudiantes decidieran salir como novios– retrata a las mil maravillas lo que significaba pertenecer al colegio del que salieron numerosas mujeres que luego se integrarían en diferentes facetas del desarrollo nacional.

En el caso de Arroyo, ella hizo dos años más de estudios en la Universidad de Costa Rica, cuando tenía sus instalaciones donde luego estaría el hoy extinto Banco Anglo, para graduarse de maestra de primaria. Su primer trabajo lo realizó en la escuela Carolina Dent de Sagrada Familia.

Ahí, aparte de desarrollar su carrera como maestra, conoció a quien se convirtió en su compañero de vida: José Omar Hernández, hoy de 95 años.

En la Carolina Dent se pasó 11 años y luego se trasladó a la Escuela Nicaragua, en Cristo Rey, de donde salió pensionada tras 19 años de labor.

La vida profesional de Arroyo recoge parte del destino de las muchas graduadas del Colegio de Señoritas, quienes gracias a la buena preparación y a la escasez de maestras, se convertían en las educadoras que el país necesitaba, tanto en la zona urbana como en la rural.

Aunque la mayoría de los recuerdos de Arroyo son buenos, el uniforme que empleaban en los primeros años le parecía incómodo y eso la hizo sufrir mucho, confesó a UNIVERSIDAD.

“Al principio estar en el Colegio de Señoritas me parecía terrible. Empezando por el uniforme con mangas largas y medias negras también largas. La enagua de paletones, todo engomado. Después uno agradece la disciplina y el hecho de que tuviéramos muy buenos profesores”.

Otro de los desafíos al que debió enfrentarse Arroyo fue el inglés, porque era una lengua que no le gustaba, razón por la que optó por presentarse al examen en francés, idioma al que sí le tomó el gusto.

“Ahora tengo un hijo que es profesor de inglés en la Universidad Hispanoamericana, pero a mí no me agradaba para nada”.

Arroyo, cuya familia es oriunda de Naranjo, considera que ella es una prueba de que entonces la educación secundaria y de calidad ya era posible sin importar la procedencia de la clase social a la que se perteneciera, porque recuerda que su familia no disponía de grandes recursos económicos.

Arroyo era disciplinada y con vocación de buena estudiante, por eso a pesar del paso del tiempo no olvida que en matemáticas, en el examen final para salir graduada del Colegio de Señoritas, obtuvo una nota de 98.

A la actividad de apertura de la exhibición, el 4 de marzo, asistieron varias generaciones de exalumnas. (Foto: Kattya Alvarado)

Para la exalumna, es importante resaltar que los buenos profesores siempre dejan esa huella imperecedera y eso hace que se les recuerde con un especial agradecimiento, porque el saber es determinante en la vida de una persona.

Actualmente, de hecho, todavía es capaz de repasar la larga lista de maestros y profesores que fueron significativos en su formación. Así, recordó a Claudia Cascante, a Carlos Enrique Vargas, a Raúl Cabezas, a María Luisa Chavarría y a Niní Chinchilla.

Asimismo, el ligamen que le une al Colegio de Señorita sigue latente, porque no solo forma parte de la Junta Administrativa, sino que también se reúne con varias compañeras.

“Hay algunas que ya han muerto. Otras están enfermas. Contamos con un grupo que todavía nos reunimos para revivir aquellos tiempos y pasamos momentos muy bonitos”.

Cuando Arroyo ingresó al Colegio de Señoritas, en 1950, eran 16 grupos de primer año, lo que revela la gran afluencia y el atractivo que tenía la institución para las jóvenes de esa Costa Rica que recién salía de la Revolución del 48.

Y así, con el andar del tiempo aquel “Colegio de las Alemanas” fue creando una escuela de instrucción que fortalecía a las jóvenes que más tarde asumirían luchas en pro de la mujer costarricense, cuyas consecuencias se mantienen al día de hoy y han hecho de Costa Rica un país que en este campo le sacó una notable ventaja a sus vecinos de Centroamérica, de cuya circunstancia se valió para que dos instruidas educadoras germanas se trasladaran de Nicaragua a suelo nacional.

Por el Colegio han pasado miles de alumnas. Esta imagen recoge ese espíritu. (Foto: Kattya Alvarado)

 

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