Cultura

El esplendor de la cocina opaca el Magón  

“No se puede confundir el Quijote con el directorio telefónico. No se puede comparar un poema de Jorge Debravo con una receta de cocina, entiendo que haya indignación”, sostiene el filósofo Arnoldo Mora  

En Para entender esta era el filósofo Rob Riemen explica que “Donde reina lo kitsch, nada conserva un valor intrínseco. Todo lo que hay — todo a lo que se le permite existir– está ahí porque es considerado útil o placentero. Lo kitsch es la tentación irresistible de lo placentero y lo hermoso, pero se trata de una belleza sin verdad”.

Las palabras del citado pensador holandés cobraron vida el pasado 5 de febrero, cuando se anunció que por primera vez en su historia el Premio Magón le era otorgado a una chef, la chef Isabel Campabadal, entre otras razones por su contribución a la “cocina de autor”, término que el jurado extrapoló del lenguaje cinematográfico y se lo aplicó a las recetas, platillos e innovaciones realizadas por la ganadora durante más de medio siglo entregada en cuerpo y alma al noble oficio de la alta cocina, lo que le ha permitido cruzar fronteras y deleitar a los parisinos con sus innovaciones en el uso, por ejemplo, del chayote.

Con la irrupción de Campabadal como nueva Magón, ella se une a nombres como los del filósofo Moisés Vicenzi; el poeta Julián Marchena; el escritor Carlos Salazar Herrera; las escritoras Lillia Ramos, Carmen Naranjo, Julieta Pinto, Julieta Dobles y a escultores como Francisco Paco Zúñiga y  Ólger Villegas, así como a un amplio número de artistas que recibieron el premio por su aporte sostenido a la cultura durante toda una vida.

El jurado del Magón estuvo integrado por Luis Monge, Adriana Collado, Bernal Herrera, Lina Barrantes y Miguel Calderón. Estos dos últimos se decantaron por la candidatura del pintor Fabio Herrera y los tres primeros fueron quienes consideraron que las luces y las tradiciones custodiadas por Campabadal merecían el más alto galardón que otorga la cultura costarricense desde 1962.

“La señora Campabadal Herrero ha dedicado una vida a la investigación, puesta en valor y divulgación del patrimonio culinario de nuestro país y a la creación, a partir de los años setenta, de una nueva cocina costarricense, que, conservando un profundo ligamen con la tradición, incorporó muchas innovaciones creativas. Todo ello permitió generar una cocina de autor que dignificó los ingredientes y las prácticas de nuestra cocina tradicional, proyectando la gastronomía costarricense a un nivel de excelencia y reconocimiento hasta entonces inéditos, convirtiéndose de esta forma en pionera y referente que abrió camino a nuestras generaciones de chefs costarricenses”, reza uno de los razonamientos que dio el jurado que votó a favor de la candidatura de la chef, que, como contó en otro medio, le dedicó en 1991 una espuma de chile dulce al rey Juan Carlos de España.

En criterio de Monge, Collado y Herrera “su labor ininterrumpida ha contribuido a dignificar la cocina tradicional doméstica femenina, a reconocer y fomentar la calidad de la producción agrícola nacional, a revitalizar las manifestaciones culinarias de diversas regiones del territorio, y a formar comensales y profesionales del turismo y la cocina, fomentando el reconocimiento de la gastronomía como un arte que expresa una gran diversidad de historias e identidades, que juntas forman un patrimonio cultural de valor excepcional para nuestro país”.

Para el médico y escritor, Juan Jaramillo Antillón, el premio está bien otorgado. (Kattya Alvarado).

CONFUSIÓN EN EL HORIZONTE

Mientras para una parte del jurado Campabadal– que ha hecho brillar la cocina costarricense en el Principado de Mónaco, cuando vino al país el presidente estadounidense Bill Clinton, así como cuando servía sus deliciosos platillos a la entonces junta directiva del extinto Banco Anglo–, recoge el espíritu de miles de mujeres que a diario cocinan en sus casas, también con ingredientes  netamente costarricenses, merecía el Magón sin apelaciones, para un sector de la cultura hay un “algo” que no encaja y que llama a la reflexión.

Para el filósofo y exministro de Cultura Arnoldo Mora, quien se desempeñara en dichas funciones entre 1990 y 1994, lo que existe es una gran confusión y ello explica el por qué una chef ostenta hoy un premio que para el ambiente nacional es “nuestro Premio Nobel”.

“Estoy muy sorprendido. El Premio ya tocó fondo. Y en esto no tiene ninguna responsabilidad la premiada. La gran culpa y la gran responsabilidad es del jurado. Del jurado que tiene una gran confusión con respecto a la idea de cultura. Hay un concepto de cultura antropológico y otro que responde a la concepción estética, que es al que responde históricamente el Magón”.

En criterio del filósofo vivo más importante que tiene el país, autor de obras como Perspectivas filosóficas del Hombre (1990); Historia del pensamiento costarricense (1992); Los orígenes del pensamiento socialista en Costa Rica (1988); Las fuentes del cristianismo social en Costa Rica (1989) y miembro de la Academia Costarricense de la Lengua, si pretendían reconocerle la labor a la galardonada, existen otros premios para ese fin, pero el jurado cometió un agravio a la cultura, al entregarle el Magón.

“Es un error garrafal del jurado. Y se da la falacia de la atingencia. Que consiste en hablar de una cosa cuando no hay razón para ello. Los políticos la utilizan muchísimo, cuando cuestionados por una situación particular contestan algo que no tiene relación y se salen por la tangente. Aquí ha sucedido lo mismo: le dan el premio, dicho con todo respeto, a alguien que hace muy bien el arroz con pollo”.

Para Mora ya es hora de que las universidades, que tienen representación, en este y en muchos jurados, asuman con responsabilidad a qué personas designan.

“En el caso de Bernal Herrera, concretamente, estoy más que sorprendido. No lo puedo creer. Las universidades deben decirle a los jurados que lean la ley y luego que apliquen la hermenéutica, es decir, que entiendan el sentido del legislador. Lo que ha tenido este jurado, que no creo que haya procedido de mala fe, es una gran confusión mental”.

Por más justificaciones que se busquen, desde una perspectiva antropológica de la cultura, en la que todo lo que el hombre hace puede considerarse como tal, con un abandono de los valores absolutos que han sostenido la cultura occidental como el Bien, la Belleza y la Justicia, no hay forma de encontrar explicaciones sólidas a la forma en que  ha procedido el jurado, sostiene.

“No se puede confundir el Quijote con el directorio telefónico. No se puede comparar un poema de Jorge Debravo con una receta de cocina, María Santísima. Entiendo que haya indignación”, expresó el autor de El arielismo: de Rodó a García Monge.

Con lo sucedido con el Magón, agrega Mora, se confunde desde el punto de vista filosófico el acto con el hecho.

“El acto es un proceder del hombre. Es un acto humano. El hecho corresponde a la naturaleza. No se puede confundir, por lo tanto, un eclipse con un acto del legislador, que requiere, como dije, una hermenéutica, una interpretación y aquí se ha confundido, cuando hay, por lo menos, media docena de premios si querían resaltar la labor de la galardonada”.

De acuerdo con Mora, no se puede aplicar aquello de que en la noche “todos los gatos son pardos”, porque de esa forma se rompe la cultura.

“No se puede partir de que en la noche todos los gatos son pardos, como decía Hegel, hay que entender el espíritu del legislador y en esta oportunidad no se ha hecho. No se puede sostener, como bien lo dice Carlos Morales, en su artículo, Corronguera Cultural, que una vaca en descomposición es cultura, en que todo es válido por considerarse cultura ”.

En el artículo citado por Mora, el escritor y periodista Carlos Morales expresa que  “valores como el arte de Duchamp, que convierte en pieza de museo un excusado hediondo bajo el pretexto de que la cultura es todo y debe ser de todos y para todos, no fue más que el principio de la decadencia que hoy nos explicaría por qué alguien puede concebir que el Premio Nacional de Cultura Magón, antes honrado y resguardado por Joaquín Gutiérrez, Fabián Dobles, Marín Cañas, Paco Zúñiga, Julián Marchena, Paco Amighetti, etc., sea hoy el altar en que se puede entronizar una respetable cocinera, dueña de un katering service especializado en mesas de ricos como los del estafado Banco Anglo o de las anacrónicas monarquías europeas”.

En el texto, Morales también afirma: “Dicho sea con todo respeto para ella, pero con total irrespeto para la tendencia cultural que le permite ese inefable escalamiento artístico intelectual que se otorga por la obra perdurable de una vida y no por un cremoso de berenjena o algunos libros de recetas. ¿Seguirá la Tía Florita?¿ O el restaurante de doña Chela? ¿O inventamos un premio de culinaria como en Francia?”

En razón de su visión, para Mora, lo que ha sucedido con el Magón es un “duro golpe” para el premio, que desde sus inicios buscó resaltar una obra del pensamiento o artística sostenida en el tiempo.

UN APLAUSO

El ganador del Premio Magón 2017, el médico y escritor Juan Jaramillo Antillón, manifestó que está totalmente de acuerdo en que se reconozca la trayectoria de Campabadal en el mundo de la cocina.

Me parece muy bien que se le haya dado el Premio Magón a la señora Campabadal, quien hizo de cocinar un arte, y sus comidas costarricenses típicas que preparaba como ella lo señala, no solo tiene reconocimiento en el país, sino internacionalmente. No solo se preparó para hacer platicos típicos costarricenses, sino también internacionales degustado y admirados por su sabor y presentación y deben formar parte de la tradición gastronómica del país”.

Para el autor de libros como Las paradojas de la ciencia y La Aventura humana, lo que hizo el jurado fue aplicar el concepto amplio de cultura para destacar a Campabadal.

“A mí, me parece que el término  cultura  que originalmente significaba “cultivo del  espíritu o de  la mente”, posteriormente se le dieron  diversos significados.  Al principio  en ella estaban comprendidos la pintura, la escultura, la poesía, la música, etc. o sea, las llamadas  Bellas Artes. Pero la realidad  es que cultura es una dimensión de la vida humana que se expresa en diferentes formas, y por ello se amplió  el término para abarcar  diversas ramas del  saber como la educación, la tradición, los  ideales y las costumbres, y además, la moral imperantes, incluso la ciencia y los medios materiales para expresarse  y  comunicarse como la tecnología, que posee  una nación o pueblo”.

Jaramillo saluda y felicita a la designada, en virtud de que “habiendo la señora Campabadal hecho un arte de sus creaciones culinarias, que han dado prestigio internacional a la gastronomía costarricense, el premio es muy merecido. Y eso significa el reconocimiento que la gastronomía tiene en el campo cultural”.

La Ministra Silvie Durán hará historia al entregar el primer Magón a una chef en 58 años de historia del galardón

EL GATO SALTÓ POR LA VENTA

El Premio Magón se gestó con base en la ley 2901 del 24 de noviembre de 1961, en cuyo primer artículo se lee:-Se crea el Premio Nacional de Literatura, que se denominará “MAGÓN”, y que será otorgado anualmente por el Ministerio de Educación Pública a un escritor costarricense, como reconocimiento a su obra total hasta la fecha en que se conceda el premio. Consistirá en la suma de dieciséis mil colones (¢ 16,000.00), más un Diploma”.

El artículo dos de la citada ley, se ocupaba de crear el Premio Aquileo J. Echeverría, en las categorías de novela, cuento, ensayo, poesía, historia, teatro, música, pintura y escultura.

Nótese que en un principio el Magón era administrado por el Ministerio de Educación Pública, situación que se cambió a partir de 1997, cuando la ley 2901 dejó de estar en vigencia para darle paso a la ley 7345.

En esta ley, de nuevo, el artículo primero define con claridad en qué consiste el Premio Magón, no obstante, a diferencia de la anterior, amplia los alcances de los posibles galardonados.“Créase el Premio Nacional de Cultura Magón que ser otorgado (sic) cada año a un escritor, artista o científico costarricenses; en reconocimiento a la obra realizada en el campo de la creación o de la investigación, hasta la fecha en que se le conceda el Premio.

El Premio consistirá  en la entrega de un busto de Magón y de una suma igual al equivalente de diez salarios base de un Profesional 3 de la Administración Pública”.

Ya para el año 2014, se conocerá la tercera ley en relación con los premios nacionales de cultura. Aquí es cuando el gato salta por la ventana, porque si bien dicho texto resultó cuestionado por grupos de artistas antes de que fuera aprobado en la Asamblea Legislativa, al final los cambios que se introdujeron en la ley no se percibieron del todo en aquel momento.

Estos son algunos de los ganadores del Magón desde que en 1962 se entregara el primer premio al filósofo Moisés Vicenzi. Julieta Dobles (2013), Felo García (2008), María Eugenia Dengo (2007), Lola Fernández (1995), Carmen Naranjo (1986), Isaac Felipe Azofeifa (1980), Paco Zúñiga (1973), León Pacheco (1972) y Paco Amighetti (1970). (Fotos tomadas de página web del Ministerio de Cultura).

 

Así, lo referido al Magón dio un giro de 360 grados, dado que abría las puertas para que cualquiera que haya desarrollado una actividad sostenida en el tiempo, pudiera considerarse como un candidato al premio más importante de la cultura costarricense.

En el artículo 3 de la ley 9211 del 4 de marzo de 2014 se establece que el Magón “constituirá un reconocimiento sin discriminación de formatos, géneros, estilos, áreas de desempeño disciplinario u otras similares, a aquella trayectoria cultural de toda una vida. Será coordinado administrativamente por la Dirección de Cultura. Este galardón podrá otorgarse una sola vez por una o un mismo beneficiario; sin embargo, esta persona sí podrá ser considerada como beneficiaria de otros premios nacionales en diferentes categorías”.

En las primeras líneas de la nueva ley se establece esa visión de cultura en que todo cabe. De esta manera, por ejemplo, para el 2020, si algún ciudadano costarricense considera que el exportero del Real Madrid, Keylor Navas, ha desarrollado una intensa actividad cultural con sus magníficas atajadas tanto en el estadio Santiago Bernabéu, ahora en el Parque de los Príncipes, y en el resto de Europa, así como en Brasil 2014, donde fue uno de los jugadores más destacados, es perfectamente posible que este hijo de Pedregoso de Pérez Zeledón se una a Rafael Felo García en ser el segundo futbolista en obtener tan destacado galardón.

García lo ganó, no obstante, por su amplia obra en el campo de la pintura, en el que ha retratado la miseria y la desolación de las clases más olvidadas del país.

Incluso, si en el país quedase, por ejemplo, un herrero, cuyo oficio es un rara avis en extinción, y demuestra que gracias a su sapiencia, su labor artesanal y su entrega, ello le ha permitido a jinetes nacionales destacar en el exterior, o a campesinos surcar los montes en equinos debidamente herrados, también tiene las puertas abiertas de la ley para ser el próximo Magón.

Lo anterior por cuanto cuando el texto se ciñe y dice “constituirá un reconocimiento sin discriminación de formatos, géneros, estilos, áreas de desempeño disciplinario u otra similares”, abre portillos extraordinarios para que en los jurados pueda prevalecer la imaginación absoluta e incluso puedan estos representantes otorgarse tintes surrealistas, sin que nadie en la vida real pueda reprocharles su accionar.

Esta amplia concepción de la cultura tiene estrecha relación con lo que el Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa denunciaba en 2010 en su libro La civilización del espectáculo: “Es probable que nunca en la historia se hayan escrito tantos tratados, ensayos, teorías y análisis sobre la cultura como en nuestro tiempo. El hecho es tanto más más sorprendente cuanto que la cultura, en el sentido que tradicionalmente se ha dado a este vocablo, está en nuestros días a punto de desaparecer. Y acaso haya desaparecido ya, discretamente vaciada de su contenido y éste reemplazado por otro, que desnaturaliza el que tuvo”. Así arranca Vargas Llosa su ensayo, en el que deja ver su preocupación por el tema.

(Fotos tomadas de página web del Ministerio de Cultura).

Y para ir marcando el ámbito en que se va a desarrollar su libro, el Nobel puntualizaba entre la cultura de ayer y la de hoy: “La diferencia esencial entre aquella cultura del pasado y el entretenimiento de hoy es que los productos de aquélla pretendían trascender el tiempo presente, durar, seguir vivos en las generaciones futuras, en tanto que los productos de éste son fabricados para ser consumidos al instante y desaparecer, como los bizcochos o el popcorn. Tolstoi, Thomas Mann, todavía Joyce y Faulkner escribían libros que pretendían derrotar a la muerte, sobrevivir a sus autores, seguir atrayendo y fascinando lectores en los tiempos futuros. Las telenovelas brasileñas y las películas de Bollywood, como los conciertos de Shakira, no pretenden durar más que el tiempo de su representación, y desaparecer para dejar espacio a otros productos igualmente exitosos y efímeros. La cultura es diversión y lo que no es divertido no es cultura”.

Costa Rica ha dado un paso adelante. Ha convertido a una prestigiosa y respetada chef en Premio Magón. Silvie Durán pasará a la historia, cuando dentro de un siglo se revivan estos viejos tiempos, como la Ministra de Cultura que tuvo el honor de entregar el máximo galardón de la cultura nacional a la chef más internacional que tiene el país.


 

 

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