Cultura

El afán de una filosofía desde el Sur de Enrique Dussel

La muerte del pensador argentino, naturalizado mexicano, obliga a reflexionar sobre su amplia obra, en la que abordó las posibilidades de una filosofía desde la periferia, apartada de los postulados eurocentristas, pero en su amplia obra también estudió el marxismo como parte de su apuesta y erudición.

El domingo 5 de noviembre moría en México, su segunda patria, Enrique Dussel a los 89 años, un intelectual que buscó reflexionar sobre América Latina desde su país de residencia, porque reconocía que la geopolítica no solo influía en el reparto del mundo, sino también en la forma en que se podía abordar el pensamiento.

La filosofía que consideraba válida era la que se hacía desde la conciencia de cuál era el lugar del sujeto en la sociedad y cómo era necesario generar un pensamiento propio, ajeno al tronco europeo, aunque desde él se hubiesen instituido los primeros compases de una visión.

Se le consideraba un filósofo esencialmente marxista, pero no se debe olvidar que la idea de una filosofía propia, hecha en Nuestra América se la alimentó Leopoldo Zea, quien le dio elementos para hacer un abordaje desde la periferia y evitar así el eurocentrismo que ha caracterizado por siglos a la cultura occidental. 

Ese eurocentrismo ya era combatido en la “América ibera” por pensadores como José Vasconcelos, quien habló de lo que debía de llegar a ser América Latina y la raza cósmica.

Filosofía de la Liberación fue uno de sus libros más difundidos en su amplia obra. (Foto https:// enriquedussel.com)

“En la América española ya no repetirá la naturaleza uno de sus ensayos parciales, ya no será la raza de un solo color, de rasgos particulares, la que en esta vez salga de la olvidada Atlántida; no será la futura ni una quinta ni una sexta raza, destinada a prevalecer sobre sus antecesoras; lo que allí va a salir es la raza definitiva, la raza síntesis, la raza integral, hecha con el genio y con la sangre de todos los pueblos y, por lo mismo más capaz de verdadera fraternidad y de visión realmente universal”. Ese tronco, directa e indirectamente, influiría a Dussel en un amplio contexto, ya con una referencia más cercana a Zea.

Y Zea reflexionaba así desde la periferia de lo que ha representado históricamente América Latina: “¿Existe una filosofía de nuestra América? (…) Cuando nos preguntamos por la existencia de una filosofía americana, lo hacemos partiendo del sentimiento de una diversidad, del hecho de que nos sabemos o sentimos distintos. ¿Distintos del resto de los hombres? ¿No sería esto una monstruosidad? ¿Un Verbo, un Logos, una Palabra, distintos de lo que hasta ahora han sido? ¿De dónde nos viene esta extraña preocupación? ¿Por qué llevarnos a la historia de la filosofía una interrogante que nunca antes se había planteado y, de hecho, hacemos una extraña filosofía. Esa extraña filosofía que los supuestos creadores de la filosofía miran con enojo y, si acaso, con ojos de misericordia”, apunta Zea en La Filosofía en Latinoamérica como problema del hombre

Y Dussel, quien nació en Mendoza, Argentina, el 24 de diciembre de 1934, encontró en Zea una especie de inspiración porque le permitió salirse del eurocentrismo predominante y mirar desde otra perspectiva, que luego denominaron periferia.

Al hacer una valoración del legado de Dussel, el teólogo y articulista Juan José Tamayo, decía en El País: “Pero quizá la aportación más importante de Dussel sea su contribución a la filosofía de la liberación en la que tuvo una influencia fundamental el filósofo mexicano Leopoldo Zea, a quien identifica como “el gran maestro del pensar latinoamericano”. Fue él, al decir de Jorge Zúñiga, quien “despertó a Dussel del sueño eurocéntrico, haciendo del pensamiento del filósofo mexicano parte integrante de su filosofía de la liberación, llevándolo por caminos de mayor complejidad conceptual y reflexiva”.

Amplia obra

Autor prolífico, dejó más de 50 libros publicados, aunque el que mayor resonancia ha tenido hasta ahora es Filosofía de la Liberación, cuya primera edición corresponde a 1977. 

En este texto aborda una serie de elementos desde una perspectiva en la que claramente se desmarca de la presencia de la filosofía europea para aportar así una mirada más propia, con raíces en Latinoamérica, aunque las herramientas con que lo hace todavía responden a la influencia de los pensadores del Viejo Continente.

En las palabras preliminares a la primera edición de Filosofía de la Liberación, Dussel dejaba más que claro el panorama.

El filósofo argentino llegó a México en 1975 y entre sus labores se desempeñó como profesor de la UNAM. (Foto: Internet)

“Por ello, este marco teórico-filosófico o conjunto de simples tesis para permitir pensar de un cierto modo, quisiera iniciar un diálogo mundial de la filosofía sur-sur y sur-norte, es decir, desde un horizonte global. Partía, es evidente, desde la periferia, y usaba todavía el lenguaje del centro. No puede ser de otra manera, como el esclavo que habla la lengua del señor cuando se rebela, o la mujer que se expresa sin saberlo dentro de la ideología machista cuando inicia su liberación”. 

En dicho libro, Dussel apuntaba a la necesidad de una “de-construcción” o “de-strucción” de la historia para poder ahondar esa otra forma de asumir y analizar la realidad. 

“Se trata entonces de tomar en serio al espacio, al espacio geopolítico. No es lo mismo nacer en el Polo Norte o en Chiapas que en Nueva York. La “caída del muro de Berlín” no ha cambiado esta situación; más bien la ha acrecentado. Dicha caída del muro, que comenzó a levantarse en la década de 1960, ha hecho más trágica la realidad presente. El otro “muro” más antiguo es ahora más alto, comenzó a levantarse en 1492, y separa el norte desarrollado y el sur empobrecido, pasa por el Río Colorado, el Mediterráneo y las aguas territoriales del Japón”, decía en la versión de Filosofía de la Liberación de 2011 del Fondo de Cultura Económica. 

Filosofía de la Liberación busca marcar un punto y aparte. Un recomenzar haciendo suyo el Verbo, como habría dicho Zea, es decir, que parte de la necesidad de un repensar a la América Latina así como a los pueblos marginales en otros continentes.

“El centro se impuso sobre la periferia desde hace cinco siglos. Pero ¿hasta cuándo? ¿No habrá llegado a su fin la preponderancia geopolítica del centro? ¿Podemos vislumbrar un proceso de liberación creciente del mundo periférico? Para ello deberíamos ir más allá de la modernidad, pero no en el sentido de un posmodernismo nihilista. Nuestro camino es otro, porque hemos sido y somos la “otra-cara” de la modernidad. Se trata de un proyecto “transmoderno”,  “metamoderno”, que debe asumir el núcleo racional moderno, pero debe saber criticarlo superándolo”.  

Es un filosofar de una ruptura y ya predice en este filósofo marxista, como también se le conocía, la ambición de partir de una elaboración de las variables con parámetros más cercana a la realidad latinoamericana. 

En esto se establecen vasos comunicantes con aquellos pensadores que reclamaban un lugar para la América mestiza, como el caso del ya citado Zea, de José Martí y de políticos como el propio Simón Bolívar que en sus sueños había creado la patria ideal, la patria grande de esta América.

El deber de la filosofía es trazar líneas de pensamiento que entronquen con la realidad, sostiene Dussler en Filosofía de la Liberación: “La filosofía no piensa la filosofía, cuando es realmente filosofía y no sofística o ideología. No piensa textos filosóficos, y si debe hacerlo es sólo como propedéutica pedagógica para instrumentarse con categorías interpretativas. La filosofía piensa lo no-filosófico: la realidad. Pero porque es reflexión sobre la propia realidad del filósofo parte de lo que ya es, de su propio mundo, de su sistema, de su espacialidad. Pareciera que la filosofía ha surgido en la periferia, como necesidad de pensarse a sí mismo ante el centro y como exterioridad, o simplemente ante el futuro de liberación”. 

Además de 1492. El encubrimiento del otro y Teología de la Liberación, Dussel publicó Las metáforas teológicas de Marx, La producción teórica de Marx, Hacia un Marx desconocido: un comentario de los Manuscritos del 61-63, El último Marx (1863-1882) y la liberación latinoamericana. También escribió La producción teórica de Marx: un comentario a los Grundrisse, Filosofía de la cultura y transmodernidad, Hipótesis para el estudio de Latinoamérica en la historia universal, Praxis latinoamericana y filosofía de la liberación, Historia de la Filosofía y Filosofía de la Liberación, Historia general de la iglesia en América Latina, Política de la Liberación I y II, y Lecciones de antropología filosófica.

La lista de libros de Dussel es mucho más amplia, la anterior es solo una enumeración para que el lector se haga una idea de los asuntos tratados y la dedicación que tenía el filósofo en su labor, desde la que abordó la realidad latinoamericana y de los pueblos marginados. 

Dussel, que llegó a México en 1975, luego de que estallara una bomba en su casa en Mendoza, Argentina, nació en 1934 y poseía un doctorado en Filosofía, obtenido en la Universidad Complutense de Madrid y otro en Historia, cursado en La Sorbona.

 

Un valioso aporte

Dussel fue uno de los miembros destacados de la Teología de la Liberación, que tantas resonancias tuvo en el subcontinente americano y más allá, antes de que el pontificado de Juan Pablo II terminara por aplastarla desde el Vaticano.

Como filósofo que se precie y que no atendía necesariamente al consejo de Ortega y Gasset, en el sentido de que la claridad era la cortesía del filósofo, Dussel no siempre tenía una prosa clara, sino que sus textos requerían un esfuerzo por parte del lector.

Fue catedrático de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y rector interino de la Universidad Autónoma de Ciudad de México (UACM), una iniciativa del actual presidente de México, Manuel López Obrador, con el que pretendía abrirle las puertas de la educación superior a las clases más desfavorecidas de dicho país.

A Dussel no solo le gustaba adentrarse en el ámbito teórico, como fue su constancia a lo largo de muchos años, sino que también procuró involucrarse de manera directa en las transformaciones en las que creía. Eso explica su acercamiento al Movimiento de Renovación Nacional (Morena), hoy en el poder, aunque López Obrador esté cerca de concluir su mandato.

Dussel estudió a profundidad la obra de Carlos Marx y sobre el autor de El capital publicó varios libros. (Foto https:// enriquedussel.com)

A lo largo de su hacer filosófico, se le etiquetó siempre como un filósofo marxista, término del que no renegaba, pero la apuesta y el aporte fueron mucho más allá de desentrañar la visión marxista de la filosofía y de la historia, o de recurrir a sus métodos y teorías para analizar la realidad.

Tamayo, en su artículo in memoriam sobre Dussel, resalta cuatro áreas en las que el filósofo logró su influencia:

“Numerosos fueron los campos en los que brilló con luz propia. Aquí destacaré cuatro: la historia de la Iglesia latinoamericana, la teología de la liberación, el giro decolonial y la filosofía de la liberación. Dussel es considerado, con razón, uno de los principales inspiradores de la nueva historia del cristianismo latinoamericano con su participación en la creación de la Comisión de la Historia de la Iglesia en América Latina (CEHILA), en la que colaboran numerosos historiadores de los diferentes países latinoamericanos y el Caribe y cuenta con numerosos volúmenes, primorosamente editados por Sígueme”. 

Y Tamayo, quien conoce muy bien el tema que aborda, no repara en concederle méritos al pensador fallecido el pasado 5 de noviembre en México: “Dussel pertenece a la primera generación de teólogos latinoamericanos de la liberación, que cultivó ininterrumpidamente durante 60 años y parte de lo que la realidad muestra y revela: por una parte, el hecho generalizado de la opresión de las mayorías populares; por otra, la defensa de los derechos de las personas y los colectivos a quienes se les niegan sistemáticamente. Es una teología que surge desde la praxis de liberación, una teología ética, pensada desde la periferia y crítica del engreimiento de la teología europea por estar poseída de “una universalidad unívoca” y negarse a escuchar a los otros, a quienes considera ‘bárbaros’”.

Su libro más reconocido es Filosofía de la Liberación, cuya publicación original data de 1977, aunque luego vinieron varias reediciones, una de las más importantes en la colección Breviarios del Fondo de Cultura Económica (FCE) y de la que Dussel se sentía orgulloso, porque llegó a decir que era un libro muy barato, con un valor de 100 pesos mexicanos (al tipo de cambio de hoy son ₡3.009). 

Su cercanía con la izquierda no le impedía ser crítico con esta ideología y con el proceder de los partidos políticos de América Latina.

En una cita que refiere Paco Ignacio Taibo II, a raíz de la muerte de Dussel, el escritor recuerda: “Coincidimos los dos en que una izquierda que no lee, una izquierda analfabeta, no es izquierda”.

Duseel abordó la tarea de filosofar desde las raíces que definían la condición de América Latina, cuya realidad fue alterada de manera exponencial con la conquista por parte de España. 

Como todo intelectual que trasciende su primer ámbito de acción, alrededor de Dussel se fue construyendo su propia leyenda y esta lo ubica en su juventud en el pueblo de Nazaret, el mismo donde hace 2000 años predicó Jesucristo, de acuerdo con el Nuevo Testamento entre otras fuentes.

De Dussel se asegura que vivió dos años en Nazaret, pueblo en el que trabajó como carpintero en una cooperativa árabe. Posterior a esta experiencia, se incorporó al mundo académico y fue profesor de ética en la Universidad Nacional de Cuyo, en Mendoza, Argentina, en 1968. De igual manera, ejerció la docencia en la UNAM y en la Universidad Metropolitana, en México.

Entre las influencias abiertamente aceptadas por Dussel está la del filósofo Emmanuel Lévinas, sobre todo con el libro Totalidad e infinito

La muerte de Dussel recuerda que el pensador dejó una amplia obra y que sus lectores hoy la pueden profundizar todavía más, mientras que aquellos que aún no han entrado en contacto con sus postulados y propuestas, tiene ahora la ocasión de acercarse a una visión que rompe con el eurocentrismo y cifra la mirada desde la periferia, desde el otro, desde los oprimidos y desde una perspectiva apostaba por una identidad de los pueblos marginados en esta América Latina sufrida y marcada históricamente por las huellas, a veces desgarradoras, de la conquista.

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