El jueves 7 de diciembre, justo en la fecha en que se cumplía el bicentenario de su nacimiento, se develó una lápida en el cementerio de Esparz, en honor a Karl Hoffmann, quien acompañó en su condición de médico al ejército encabezado por el Presidente Juan Rafael Mora, que combatió a los filibusteros de William Walker en la campaña de 1856.
En la actividad, llena de calidez y patriotismo, se destacó el compromiso de Hoffmann, quien murió el 11 de mayo de 1859 y fuera sepultado con su esposa, quien había fallecido en febrero de ese año, en el cementerio de Esparza, aunque sus restos posteriormente fueron trasladados a San José, donde fueron inhumados en 1929.
Con el fin de que quedera constancia de que los restos habían reposado en dicho cementerio, Luko Hilje, autor del libro Karl Hoffman, médico y héroe en la campaña nacional, de reciente publicación por la editorial del Tecnológico, promovió la iniciativa de establecer una nueva lápida para recordar al destacado médico, que hizo de Costa Rica su segunda patria.
Al respecto, Hilje expresó: “Al trasladar los restos a la capital, en el cementerio de Esparza no quedó ninguna evidencia de que ahí estuvieron sepultados los esposos Hoffmann. Por tanto, algunos patriotas tomamos la iniciativa de colocar una lápida o monolito conmemorativo, en el costado norte de donde estuvieron enterrados ellos, ya que el sitio original está ocupado hoy. Asimismo, se acordó hacerlo el día del bicentenario del nacimiento de Hoffmann”.
En la lápida, reza la siguiente frase: “Aquí estuvo por 70 años (1859-1929) Karl Hoffmann Brehmer. Cirujano mayor del Ejército en la Campaña Nacional, junto con su esposa Emilia. La patria agradecida. En el bicentenario de su natalicio, 7 de diciembre de 2023”.
En relación con “la patria agradecida, Hilje, explicó: “La patria agradecida es sencilla, pero de un profundo significado, porque proviene de la combinación de los epígrafes que portaban dos tipos de medallas con las que se condecoró a los soldados que combatieron en aquella epopeya patriótica: “Costa Rica agradecida” y “La patria reconocida”; asimismo, aparece tal cual en la estatua de don Juanito en la capital. Porque, en efecto, esos soldados —al igual que el Dr. Hoffmann—, tuvieron la valentía, el coraje y el arrojo para, a pesar de incontables adversidades de todo tipo, librarnos de la esclavitud que Walker se proponía imponernos con las armas, a la vez que reafirmaron nuestras libertad y soberanía”.
En el acto del 7 de diciembre intervinieron con sus alocuciones, Julio Leitón, representante de La Tertulia del 56; el decano de la sede del Pacífico de la Universidad Técnica Nacional (UTN), Fernando Villalobos; el acalde de Esparza, Asdrúbal Calvo, y Hilje, como gestor de la iniciativa.
En su disertación, Hilje recalcó: “Confiamos en que este hermoso monolito soportará todo embate y estará aquí hasta el final de los tiempos. Pero, a la vez, quisiéramos que igualmente firme y duradera sea la memoria del doctor Hoffmann y de su esposa Emilia, a quien tanto le debemos también. No obstante, es a nosotros a quienes nos corresponde preservar, honrar y divulgar su legado, como una inagotable fuente donde abrevar, sobre todo en momentos en que —amenazada por foráneos o por malos hijos—, la patria nos convoque de nuevo en su defensa. Y, entonces, imbuidos de su ejemplo, que desde cualquier trinchera que ocupemos, podamos responder a su llamado, como el doctor Hoffmann nos enseñó que se debe hacer”.
La actividad tuvo el momento culminante cuando seis niños del kinder central de Esparza develaron la lápida de Hoffmann y a su esposa Emilia, alemanes que se entregaron por completo a su nueva patria: Costa Rica.
