Cultura

Claves para leer a don Pepe

La Editorial del Tecnológico recoge, en los tres tomos de “Obras completas”, los ocho libros que José Figueres Ferrer publicó en vida, y los presentó el 1° de diciembre, al celebrarse el 72 aniversario de la abolición del ejército.

José Figueres Ferrer, don Pepe para el pueblo, era un librepensador que gustaba de presentarse como agricultor, inventor y pequeño empresario, y que, por las vueltas del destino y las circunstancias de aquellos años 40, terminó reconvertido en político.

Esa era su narrativa, en la que su faceta de autodidacta resulta determinante, como se advierte muy temprano en su pensamiento, dado a que tras concluir la secundaria en el Colegio Seminario, aunque en El espíritu del 48 se dice que fue en el Liceo de Costa Rica, ni siquiera fue a recoger el diploma, en una muestra de que la educación formal para él no era el camino a escoger.

En El espíritu del 48, que en la colección del Tecnológico se ubica en el primer tomo, don Pepe contó con la colaboración de Guillermo Villegaas Hoffmeister (izquierda) y el padre Benjamín Núñez. (Foto El espíritu del 48).

“Tan fuerte llegó a ser mi malestar, que cuando obtuve el bachillerato no retiré el diploma correspondiente. Por mí que lo botaran”, refirió en el Espíritu del 48, y es que desde muy joven fue dado a buscar y a descubrir el conocimiento por sí mismo, rasgo que mantendría hasta el día de su muerte, el 8 de junio de 1990.

Ahora que la Editorial del Tecnológico anunció la publicación en tres tomos de sus obras completas –que en realidad no son sus obras completas, sino que se recogen los ocho libros que en vida publicó don Pepe—conviene hacer un recorrido por el pensamiento y las ideas que modelaron la vida de este hijo de inmigrantes catalanes, que nació un 25 de septiembre de 1906 en San Ramón.

Antes conviene precisar cómo se distribuye la referida publicación de sus ocho libros publicados en vida. El tomo uno incluye El espíritu del 48, libro que escribiera cuatro años antes de su muerte con la colaboración del padre Benjamín Núñez y del periodista Guillermo Villegas Hoffmeister.

El tomo dos trae los libros Palabras gastas y La pobreza de las naciones. El tomo tres contiene los textos Así nacen las palabras y los cuentos, Cubaces tiernos en abril, Franjas de luz: arboricultura en el paralelo 10, Cartas a un ciudadano y Ciprés con SAL, esta última palabra en el lenguaje de Figueres quería decir: selección, abono y luz.

La primera clave para procurar entender a don Pepe es partir de que tenía una curiosidad infinita. Eso le devino desde su niñez y cuando aún era muy joven le interesaron las matemáticas, la ingeniería eléctrica y la radiofonía aficionada para entrar en contacto con personas de diferentes partes del mundo.

Cartas a un ciudadano se ha publicado en varias ediciones, como esta de la UNED. En la nueva colección se incluye en el tomo tres.  (Foto Internet).

En alguna ocasión contó que captaba por onda corta los noticieros y boletines de la BBC y que esa era su manera de informarse. A su estilo, había encontrado una manera de establecer su propia red internacional, rasgo que luego será determinante en su desarrollo individual, como político y líder de una guerra que empezó a gestar desde su exilio en México.

El hecho de que su infancia la pasara en un cantón que se autodefinía como tierra de poetas, ya marcaba un signo de lo que ese niño sería: un devoto de la cultura como fuerza necesaria e imprescindible para entender al ser humano, en especial a las masas que en su época carecían, en muchos casos, de los recursos más elementales para sobrevivir, como el acceso a una salud pública oportuna y de calidad.

La segunda clave para acercarse a su pensamiento es visualizar su vocación de lector. En su repertorio de lecturas figuraba un amplio número de autores como Samuel Smiles, pensador y reformador escocés (23 de diciembre de 1812-16 de abril de 1904) y Herbert Spencer (20 de abril 1820-8 de diciembre 1903), quien le interesó, entre otras razones, por la amplitud de su pensamiento, en el que se intercalaba la teoría política, la ética, la filosofía, la literatura, y la antropología.

A ese núcleo de lecturas orientadoras y formativas se unía Ralf Waldo Emerson (25 de mayo de 1803-27 de abril de 1882), quien fuera poeta, ensayista e impulsor del “trascendalismo”, mediante el cual la acción individual cobraba una gran relevancia y responsabilidad para con el mundo y la sociedad.

Figueres llegó al convencimiento de que en la base de toda cultura estaba la formación de un ser humano, más allá de los estudios formales. Su confianza en la lectura y en la autoformación, como si con ello quisiera ser un discípulo de Emerson, queda plasmado en el siguiente párrafo:

“Creía y aún creo, que para un hombre verdaderamente estudioso, la mejor forma de aprender, de cultivarse es la propia investigación. Leyendo lo que a uno le guste y satisfaga, lo que sea útil para la vida espiritual. No ser forzado a aprender cosas que no interesan y que había que memorizar, si se querían obtener las calificaciones necesarias y pasar al curso siguiente. ¡Oh! ¡La obsesión del título! Sirven los títulos para buscar un empleo y aumentar un salario, pero no garantizan el dominio de un saber”.

Entre sus autores también se encontraban Walt Whitman, Miguel de Cervantes, Jean Jacques Rousse, Friedrich Nietzsche, John Locke, Abraham Linconl,  Immanuel Kant, Francis Bacon y Baruch Spinoza, así como también se interesó por las propuestas de los socialistas europeos.

Mención aparte merece la admiración que le despertó el poeta, escritor y revolucionario José Martí. Al poeta cubano llegó a admirar tanto que su primer hijo en su primer matrimonio lo bautizó con el nombre del apóstol cubano.

Entre sus autores de cabecera tenía un lugar privilegiado León Tolstói, a quien no solo veneraba, sino que también fue uno de los autores que releía en sus últimos años de su vida, ya fuera en La Lucha, donde hoy ya se abrió un museo, o en la ciudad capital.

“Guerra y Paz fue una de mis lecturas a la luz de la candela. Desde entonces desarrollé una gran admiración por el Conde León Tolstoi, que tuvo el valor de expresar en sus obras su gran humanismo. Me subyugaba la austeridad de su vida, la honestidad de su pensamiento y el mensaje de justicia de ese artista, en cuyo espíritu sentí palpitar el alma noble del pueblo ruso. Muchos años más tarde, tuve la suerte de visitar dos veces Jasnaya Poliana, la finca feudal de la familia Tosltoi. En mi cuarto de estudio de hoy, desde un cuadro que cuelga en el sitio preferente, la efigie del Conde Tolstoi, luciendo sus hermosas barbas, parece mirarme invitándome a seguir, siempre, su ejemplo”, cuenta en El espíritu del 48.

Para entender la dimensión que las lecturas representaban para Figueres, es necesario volcar la mirada a uno de los principios rectores invocados para dicho ejercicio por el crítico estadounidense Harold Bloom.

El autor de El canon occidental, libro que despertara tanta polémica en su momento, sostenía que la lectura es un “placer difícil”, y a partir de dicha premisa explicaba por qué leer era un ejercicio marcadamente individual para forjar la personalidad.

Uno de los puntos medulares de lo propuesto por Bloom es que la lectura debe servir para “sopesar y reflexionar”.

“Hago un llamamiento a que descubramos aquello que nos es realmente cercano y podemos utilizar para sopesar y reflexionar. Al leer profundamente, no para creer, no para contradecir, sino para aprender a participar de esa naturaleza única que escribe y lee”.

En ese párrafo esgrimía Bloom su visión de qué significaba para él leer y de paso resumía una ética de la lectura que se acercaba mucho a lo que fue la manera en que don Pepe se acercó a la lectura desde joven.

León Tolstói fue uno de los autores preferidos de Figueres, al que releyó en sus últimos años y tuvo siempre como una referencia. (Foto Internet).

Sello y contradicciones

En su ideario humano y político, Figueres tenía muy claro el camino. Siempre tuvo una visión de país en la que, al lado del crecimiento económico, emergiera el hombre acompañado de su cultura como base para entender su existencia.

No en vano por eso pronunció, el 26 de julio de 1972, aquella famosa frase: “para qué tractores sin violines”, mediante la que definía una visión de la cultura y de la vida.

La tercera clave para abordar a nuestro personaje consiste en comprender que era un hombre que no escondía sus contradicciones.

De esta manera, el don Pepe que ostentó tres veces la presidencia de la República se deslizaba ya en arenas movedizas, ya en los ámbitos de la cultura, de los pactos, ya en las aguas del agricultor o en las del político y empresario.

En ese sentido, surge el agnóstico que fue desde temprana edad; el empresario rural; el que soñó con liberar a varios países del área por medio de la Legión Caribe; el que se le acusó de dejar entrar al mafioso Robert Vesco; el que lanzó, mucho antes que otros en América Latina, la idea de educar a través de la música; el que creía en la cultura y el que algunos acusan de haber sido un perseguidor del movimiento comunista.

El lector de Figueres no debe de perder de vista que está ante la obra de un librepensador que estuvo marcado por muchas contradicciones, debajo de las cuales emergía el hombre que buscaba que su pensamiento y sus obras trascendieran su presente.

Por eso, al leer las obras de Figures hay que tener en cuenta todos estos aspectos, de manera que el lector se forme una idea integral del personaje y evite así caer en maniqueísmos. Ni blanco ni negro, sino grises y a través de ellos poder acercarse a una personalidad que incluso sus enemigos reconocían como de gran jerarquía, como le sucedió al periódico La Nación, que pese a tener históricamente enormes diferencias con el exmandatario, en el año 2000 lo designó la principal figura costarricense del siglo XX.

Vladimir de la Cruz, quien en las “Obras completas” publicadas por la editorial del Tecnológico escribió un perfil de don Pepe, consideraba en su libro “Semblanzas y Personajes: “Su presencia en el desarrollo histórico marca de una manera indeleble cincuenta años, desde que irrumpe en la arena del activismo político a principios de la década de los 40 hasta su muerte, en 1990. Recoge los elementos de la época que le forman y proyecta su dimensión hasta nuestros días, y probablemente durante muchos años más”.

Una cuarta clave para desmenuzar a Figueres Ferrer es considerar su sentido del humor. Ese fue un rasgo que lo distinguió toda su vida, a tal punto de que quienes lo trataban debían estar muy atentos para que no los sorprendiera el sarcasmo, la ironía o la chota, para decirlo con palabras más locales y costarricenses.

La quinta clave para entender a don Pepe en su creación literaria es: su estilo llano y su prosa límpida.  Esa prosa era rica en metáforas, pero siempre privilegiaba la comunicación por encima de cualquier pose. Así se puede percibir en Cubaces tiernos en Abril, Palabras gastas y Cartas a un ciudadano, que, por cierto, habían sido reunidas en 1997 en una publicación denominada “Obras escogidas”, también del sello de la editorial del Tecnológico.

La sexta clave para acercarse a la obra y al pensamiento de José Figueres Ferrer, quien fuera declarado Benemérito de la patria, y quien se convirtió en el único general de América Latina que tras su victoria militar disolvió el ejército, es: no caer en la trampa de su sencillez personal.  Se recomienda evitar este rasgo de la personalidad para evitar pensar que se está ante un escritor elemental y poco profundo. Todo lo contrario, sus textos bucean en la realidad y en el alma humana con hondura.

La séptima clave para desentrañar su visión de mundo es determinar que en su lenguaje incorporó como pocos el habla del ser nacional.

Fue a través del lenguaje que buscó estrechar lazos con su pueblo. Este rasgo fue incluso motivo de chota e ironía en espacios humorísticos radiofónicos, donde le imitaban domingo a domingo, algo que solo puede pasar en un país como Costa Rica.

La octava clave para abordar a Figueres es huir de su narrativa de que no era un político, sino más bien un campesino arrastrado por las circunstancias a participar en la respublica.

“Nunca durante mis años en los Estados Unidos, o mientras construía mis sueños en La Lucha a partir de 1928, me desentendí del curso de la República, de las corrientes políticas o de las figuras políticas prominentes. Me informaba, reflexionaba, formaba mis juicios y tomaba partido sin comprometerme”, confesó en El espíritu del 48, página 63, primera edición 1987.

En esta declaración está más que claro que si bien su incorporación oficial a la política partidaria no fue tan temprana, si entendió que la única manera de cambiar el curso de la historia nacional era participando de lleno en las contiendas políticas en busca del poder.

Es cierto que no era un político al uso. No solo por sus salidas insólitas, como cuando le preguntaron qué había pasado con unos dineros de la Orquesta Sinfónica Juvenil y respondió que se lo había “gastado en confites”, sino también porque su visión era la de un idealista que aspiraba a un enriquecimiento material e intelectual de su pueblo.

“Un buen político, como debieran ser todos, debiera estudiar muy bien a Shakespeare y Cervantes. Leer el Quijote es una magnífica lección de naturaleza humana”, dijo en el Café de las Cuatro junto a Joaquín Gutiérrez y Ana Instarú, en 1984.

La novena clave que permea algunos de sus libros es su amor por la naturaleza. Un ejemplo palpable es Franjas de luz: arboricultura en el paralelo 10, con el que se adelantó a su tiempo.

La décima clave para abordar su obra debería descansar en la idea de que su visión de mundo era la de un enciclopedista, de ahí el afán por tratar no solo una amplia variedad de temas en sus escritos, sino que siempre pretendía razonarlos con base en los beneficios que pudieran generar en la colectividad.

La suya fue una vida atípica y Costa Rica tuvo en Figueres a un líder que sustentaba en su vasta cultura un humanismo con tintes utópicos y pragmáticos, al tiempo que por sus venas corrían gotas de sangre de los últimos románticos, que confiaban ciegamente en que cultura y patria eran una mezcla posible para mejorar a la colectividad e incitar a una rebelión de las masas desde el pensamiento.


Ocho libros en tres tomos

La Editorial del Tecnológico reúne en “Obras completas” ocho libros publicados por José Figueres Ferrer en vida por diversas casas impresoras. Aunque la denominación son “Obras completas”, en realidad la colección no reúne todo lo publicado por el expresidente, como sus discursos y escritos de prensa, ni su correspondencia.

En el tomo uno se incluye El espíritu del 48. En el dos, Palabras gastadas y La pobreza de las naciones. En el tres, Así nacen las palabras y los cuentos, Cubaces tiernos en abril, Franjas de luz: arboricultura en el paralelo 10, Cartas a un ciudadano y Ciprés con SAL.

Cada tomo tiene un valor de ₡7500 y se pueden encontrar en las principales librerías del país.

 

 

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