Estos dos libros, muy distintos entre sí y a la vez hermaniticos, dan cuenta de la vocación poética de su autor, el escritor, médico y pintor Abel Víquez Brenes.
Su solemne profesión de médico no fue obstáculo para que Abel Víquez expresara con tino su inclinación creativa y artística.
En la década de 1980 estuvo muy activo con su obra como pintor, con varias exposiciones y reconocimientos, sin embargo, luego decidió explotar su vocación literaria.
Aguas residuales es un trabajo de lenta y extensa maduración en la que volcó su interés por la forma tradicional oriental del haikú.
Este ámbito poético le sirve al autor para exponer una expresión intensa de su lectura un poco pesimista del entorno.
“Hoy, cuando yo me asomo a la ventana lo que miro es concreto, centros comerciales, contaminación, aguas residuales, deforestación y personas caminando como autómatas cumpliendo con sus obligaciones del día”, dice el autor en la introducción.
Pero esa visión opacada contrasta con la que presenta en el otro libro que aquí hacemos referencia: Disfrutá la magia del haikú.
Este otro volumen, con ilustraciones de Eddy Castro Rojas (Écaro), es una fiesta de colores en que invita a los niños a vincularse con la magia de la poesía.
Aquí el haikú le ofrece además una posibilidad intensa y breve para provocar ese encantamiento mágico.
El libro propone la participación creativa en dibujo y escribir sus propios textos a los lectores, ya que uno de los intereses del autor es lograr ese vínculo temprano con la poesía.
Víquez Brenes además tiene varios libros de “poentos”, que son una forma de poesía narrativa, y tiene por publicarse este año la novela Santo diablo y otras perversiones.
