Cultura

Libro recoge poesía inédita del joven Fabián Dobles

Poemario permite conocer las primeras inquietudes literarias del escritor, que se constituiría en una de las grandes voces de la narrativa nacional.  

Al cumplirse el centenario del nacimiento del escritor Fabián Dobles, un poemario inédito recoge, sobre todo, creaciones que revelan cómo a temprana edad su mirada estaba impregnada de la visión poética que más tarde recorrería toda su obra.

Se trata del libro De lejos vengo, compilado por Leonardo Sancho Dobles, quien es profesor en la Escuela de Estudios Generales de la Universidad de Costa Rica (UCR) y nieto del escritor, quien nació un 17 de enero 1918 y falleció 22 de marzo 1997.

El editor de De lejos vengo expresó que en el archivo encontró Estaciones de angustia y esperanza, que es el mayor descubrimiento hallado en los papeles del poeta, por la hondura de esa creación. (Ver nota aparte).

En la “gaveta” a la que tuvo acceso Leonardo Sancho encontró textos mecanografiados y escritos a mano, así como unos cuadernos que todavía no ha entrado a estudiar. (Foto: archivo familia Dobles).

Para la profesora y escritora Macarena Barahona, que participó en el lanzamiento del libro el jueves 6 de junio, “los poemas Estaciones de angustia y esperanza, es el vía crucis de un joven lleno de amores y tormentos, un corazón henchido de pasión y duda, una amada como la más bella Magdalena que hace pedazos el alma, la dueña del silencio que sabe de la cruz y que es lágrima y beso. Un vía crucis hacia sí mismo; el viaje ancestral transfigurado por la fe, en metáfora de liturgia, en lírica de eucaristía”.

El libro surge de entre decenas de poemas que Dobles dejó mecanografiados y escritos a mano. Presumía, con humor, de ser un gran mecanógrafo, así como el haber desempeñado los más variados trabajos.

Aunque el volumen, editado por la Editorial Costa Rica (ECR), se centra en la faceta poética de Dobles, Premio Magón en 1968, en realidad lo que confirma es que el narrador desde un principio tuvo esa visión poética que también trasladaría luego a su prosa, en la que retrató, ante todo, al campesino costarricense.

Y no en vano es así, porque Dobles se sentía orgulloso no solo de haber vivido parte de su juventud en el campo –en Atenas de Alajuela—, sino que experimentó muchas de las facetas que a diario realizaban los campesinos del país.

“De niño y adolescente aprendí a ordeñar vacas, curar gusaneras, destorsalar a puro dedo, montar yeguas en pelo o montura, enjaezarlas y ensillarlas, y hasta estrenarlas chúcaras. Poner una clueca a echar, sembrar maíz y frijoles, hacer huerta casera, levantar barbacoas para mata de chayote, plantar y arrancar yuca, camote, caña de azúcar bien cortada, picar leña, manejar bien el machete, el pico y la pala, el serrucho, el martillo, el formón”, dijo en una entrevista.

Este hombre, considerado uno de los grandes escritores costarricenses del siglo XX, junto a nombres como los de Joaquín Gutiérrez, Carlos Luis Fallas y Yolanda Oreamuno, y que formara parte de la llamada generación del 40, siempre tuvo una cercanía simbólica y directa con el campesino.

El escuchar la forma en que esos campesinos hablaban y luego tener la capacidad de hacer esa traslación poética en libros como Historias de Tata Mundo, Ese que llaman pueblo y El sitio de las abras, le permitió ganarse un lugar de privilegio en la literatura costarricense y centroamericana.

En De lejos vengo, título inspirado en el tema de uno de los poemas incluidos en la obra, que fue presentada el miércoles 6 de junio en el Teatro Nacional, en la que concurrieron Sancho, la profesora Macarena Barahona y el escritor Carlos Cortés, quien hizo el prólogo del libro, se resalta el valor de esa temprana vocación que tuvo Dobles como poeta y narrador.

El libro tiene el valor de que les abre a los lectores la posibilidad de conocer cómo eran las composiciones del entonces joven poeta y cuáles eran los asuntos literarios que por entonces lo llevaban a la escritura.

La temática amorosa, visos de preocupación política y lo social ya se avizoran en dichas composiciones. Quien se acerque a De lejos vengo, no obstante, tendrá que comprender el momento en el que Dobles escribe, puesto que es un artista en formación.

Cuadro” es el segundo poema del volumen, pertenece a la sección “Poesía Política” y se encuentra en la página 106. (Foto: archivo familia Dobles).

UNA VISIÓN DE MUNDO

Sancho destacó, en la presentación del volumen, que la mayoría de los poemas incluidos en De lejos vengo fueron escritos entre 1937 y 1939; es decir, cuando Dobles tenía entre 19 y 21 años. Ello no solo revela la seriedad con que ya entonces se tomaba su oficio de escritor, sino que al principio se decantaba por el verso, pero más tarde cuando se dedicó a la prosa, esta siempre estuvo impregnada de ese halo poético como un sello de su producción.

Dobles reconoció en varias oportunidades que en su familia estuvo influido por un ambiente en el que la música y la escritura gozaban de un lugar de privilegio, lo cual influyó notoriamente en su formación. Su padre, que era médico, por ejemplo, escribía cuentos y una vez ganó el concurso de la Botica Francesa.

En una ocasión, Dobles contó que ya en quinto año de la escuela hacía sonetos y que muchas veces repartía versos para que sus compañeros pudieran llevar la tarea solicitada por el maestro de turno.

Para Sancho, ya desde un principio, Dobles manejaba con propiedad “las estructuras del verso clásico, tanto en la rima como en la métrica”.

“El lenguaje y la estructura, la palabra y sus alcances ilimitados de sentido y acústica, resultan recurrentes en la obra de Dobles; en el seno familiar era conocido su afán por establecer juegos verbales y líricos”.

Según el compilador, la creación de poesía por parte de Dobles se inserta en el marco de esa gran tradición hispánica.

“De manera particular, en su producción lírica Fabián Dobles cultivó la estrofa del romance, clara herencia del romancero español, composición lírica a la que le imprimió un sello particular al denominarlos ‘romancines’ o ‘romancillos’, con lo cual inserta su propia voz lírica dentro de la tradición clásica hispánica y también en la poesía costarricense; al denominar al romance de otras maneras establece una poética del subgénero con sus cualidades y diferencias temáticas, extensivas y estructurales y evidencia una clara transición entre la poesía tradicional y la vanguardia (…)”.

EL POEMARIO

El libro arranca con la sección “Poesía de juventud 1936-1939”, la cual incluye 48  poemas a su vez distribuidos en las subdivisiones “Un verso que fuera como la neblina”, “Aprisionado en la cárcel de tu alma” y “las canciones dormidas del pentagrama del cielo”.

El segundo apartado se titula “Poesía Política”, uno de los más breves y cuenta con siete poemas; y le sigue “Otros sonetos”, con diez composiciones.

Cierra el poemario “Estaciones de angustia y esperanza”, que cuenta con 14 estaciones. De acuerdo con Sancho se desconoce a qué época corresponden dichas creaciones. Este dato resulta significativo, porque al parecer era una práctica que el escritor datara cada una de sus creaciones.

Entre su poesía se encuentran  “Tu, voz de sombra” (1944), “Verdad del agua y el viento” (1949) y “Yerbamar” (1965, junto con el poeta Mario Picado). De forma tal que la aparición de De lejos vengo viene a confirmar que en su juventud el género lírico lo atrajo con fuerza.

Para Cortés, “la lectura de su poesía juvenil, reunida ahora en De lejos vengo, atestigua por un lado la búsqueda de una voz propia, en un adolescente apasionado por nuevas experiencias vitales y estéticas; y, por el otro, el moroso y a veces errático trajinar hacia la vanguardia que recorre la lírica nacional”.

De acuerdo con el prologuista, “leyendo estas composiciones iniciales de Fabián, en retrospectiva, es posible entender por qué el joven poeta, cuyos intereses ya se enmarcan con claridad en el retrato de personajes populares, el habla cotidiana y la temática social, iría a decantarse por la narrativa”.

El libro De lejos vengo, publicado por la Editorial Costa Rica, recoge una gran cantidad de poemas hasta ahora desconocidos por el gran público.

UNA VUELTA A DOBLES

La celebración del centenario del nacimiento del escritor, quien fuera abogado pero nunca ejerció, es una ocasión propicia para que los jóvenes vuelvan a una voz que no solo llenó su literatura de una temática social, campesina y también urbana, sino también a un creador que estaba convencido de que ese realismo social valía la pena, en la medida en que reflejara la vida de las gentes a las que pretendía retratar.

De esta forma, el hombre, que en el ámbito político perteneció al Partido Comunista, por lo que tuvo que vivir algunos años amargos tras la Revolución del 48, volcó en sus novelas una visión que dejaría un “fresco” de cómo era el país en aquellos días.

La capacidad para reflejar cómo hablaba el costarricense fue uno de sus grandes aciertos, complementado todo ello con una gran voluntad de estilo, que se traducía no solo en un sello único, sino en un lenguaje cuidadosamente elegido.

Es conocida la anécdota que solía decir “Beto” Cañas de que no estaba claro de si Dobles tenía una gran capacidad para retratar el habla del campesino, o si los campesinos habían aprendido a hablar así leyéndolo.

Ahora que la cultura visual se impone con tanta fuerza y que en las tertulias dejaron de escucharse qué novelas y libros leen sus participantes, y solo hay espacio para las series en línea, es una oportunidad para que los jóvenes descubran a esa Costa Rica de la que aún se conservan algunas herencias lingüísticas por medio de las novelas, cuentos y poemas de Dobles.

Por todo lo anterior, De lejos vengo es un libro de gran interés para los estudiosos, los lectores habituales de Dobles y también para aquellos que, por primera vez, quieran tener contacto con uno de los escritores más originales del país, que supo entender y retratar al ser costarricense en el conjunto de su obra con un lenguaje inconfundible.

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