En promedio, un hogar costarricense gasta 15 mil litros de agua por mes. En las Residencias Estudiantiles de la Universidad de Costa Rica (UCR) el número asciende a 170.000 litros solo con el lavado de ropa. Es por esto que estudiantes y personal universitario implementaron en conjunto un sistema de “cosecha” de agua.
Conscientes del impacto ambiental que tiene el lavado de la ropa y de la riqueza hídrica del cantón de Montes de Oca, ahora los 165 estudiantes universitarios que habitan en las Residencias ubicadas cerca de la Facultad de Agronomía de la UCR limpiarán sus prendas con el agua de lluvia procesada por el nuevo sistema de cosecha.
Este sistema alimenta las seis lavadoras que componen la lavandería universitaria, y permite ahorrar 6.000 litros de agua potable por día, o bien, un aproximado de 170.000 litros al mes.
¿Cómo funciona?
La cosecha del agua de lluvia empieza en las canoas de uno de los edificios de residencias, donde se colocaron cuatro bajantes que transportan el agua desde la cima del edificio hasta una primera caja de registro.
Allí, una caja de captación conjunta de 1.000 litros evita problemas de inundación por “tapones de agua”. Además, esta caja cuenta con un filtro de sólidos que recoge todas las hojas, restos de zacate y demás basura que se encuentra en las canoas.
Una vez filtrado el material, pasa a una segunda caja donde unas pastillas de cloro se encargan de eliminar las bacterias y virus que puedan venir en el agua. Sin embargo, como el agua se va a utilizar para lavar ropa y, por lo tanto, va a estar en contacto con la piel, no puede haber un exceso de cloro en el agua puesto que daña las fibras de la ropa y puede generar alergias en las personas.
Para esto, el sistema cuenta con un filtro de carbono activo, el cual retira el exceso de cloro y metales presentes en el agua, como el manganeso, y funciona como puente entre las tuberías pluviales y la conexión con el sistema de lavandería.
Allí, seis lavadoras conectadas por medio de tubería externa llevan el agua de lluvia ya filtrada para iniciar el ciclo de lavado de los estudiantes que residen en la universidad, quienes también coordinan entre ellos para realizar tandas de lavado en conjunto.
Además de reducir el desperdicio de agua potable y disminuir la huella ambiental en actividades cotidianas, tiene un sistema de mantenimiento bastante sencillo.
Por ejemplo, el filtro de carbono está programado para que cada cuatro días haga un proceso de autolavado, además de que cuenta con un código QR mediante el cual el equipo de mantenimiento puede acceder al manual de usuario del filtro.
El paso de mantenimiento tiene que ver con el proceso de clorado, puesto que hay que agregarle nuevas pastillas de cloro y realizar un chequeo general cada 15 días.
Un sistema parecido a este puede ser implementado en cualquier hogar o empresa nacional. Por ejemplo, actualmente existen opciones en tanques de PVC que funcionan mediante gravedad, los cuales tiene un costo total de $800 dólares si se incluye el servicio de instalación y tuberías.
Sin embargo, no es necesario invertir en un tanque para utilizar un proceso de recolección en los hogares. Otra de las opciones es colocar recipientes en los techos o patios de las casas para luego utilizar esta agua recolectada en los servicios sanitarios, para regar el jardín o incluso para lavar el automóvil.
¿Cómo lo lograron?
Como parte del camino hacia un campus ecosostenible, la Unidad de Gestión Ambiental (UGA) de la UCR apoyó a los estudiantes de las residencias en el diseño y financiamiento de la iniciativa desde el momento en que iniciaron el trabajo hace dos años.
“Este proyecto ha sido una labor conjunta. Nosotros con la parte técnica y ellos con la iniciativa y el empuje para llevar todo a cabo”, aseguró Emilia Marten, coordinadora de la UGA.
Desde hace varios años, la UGA ha acompañado a los estudiantes en sus iniciativas ambientales, empezando con el programa de separación de residuos sólidos, el cual ya está sólidamente implementado.
“Ayudamos a las Residencias Estudiantiles porque son una unidad conformada, ya están organizados. No quiere decir que otros estudiantes no puedan buscarnos para hacer este tipo de actividades. De parte de la Unidad de Gestión Ambiental, estamos con las puertas abiertas para recibir este tipo de proyectos”, aseguró Marten.
Residencias ambientales
Desde el 2011, los estudiantes de las residencias de la UCR se propusieron como meta ser pioneros en materia ambiental. Bajo este estandarte nació el grupo Reciclarte, una iniciativa estudiantil que se ha encargado de brindar capacitaciones en temas como la clasificación de desechos sólidos y aprovechamiento de recursos a otros estudiantes.
Una de sus primeras iniciativas fue la separación de desechos sólidos, y desde entonces, todos los miércoles los estudiantes del colectivo pasan por los dormitorios universitarios y recogen las bolsas de papel y envases de vidrio que separan los residentes. De allí, las llevan a unos contenedores en las afueras del edificio donde más tarde los recogen las empresas de reciclaje con las que establecieron convenio.
Además, implementaron un proyecto de biblioteca de antologías y libros, para el que colocaron mesas de depósito en las entradas de cada edificio de residencias donde los estudiantes, al final de cada semestre, pueden donar sus antologías y material de estudio para que otros estudiantes los aprovechen el semestre siguiente y así disminuir el desperdicio de papel.
“Acá en residencias también se recoge lo que es el aceite y se recoge también lo que es el orgánico. El aceite se lo llevan a una planta en Ochomogo donde lo convierten en combustible y los orgánicos se los lleva don Alexis, un señor que con ello alimenta a sus chanchitos”, agregó Lineth Nájera, estudiante de tercer año de Bibliotecología y parte del grupo Reciclarte.
Nájera, quien vive en las residencias desde el 2015, cuando se mudó desde Corredores a San Pedro para atender a la universidad, contó que la UGA también les brinda las capacitaciones necesarias en materia ambiental, y que incluso los llevó a las residencias de la Sede de Limón de la UCR para que ayudaran a los estudiantes de esa Sede a implementar el proyecto de reciclaje.
“Estos proyectos son importantes porque influyen mucho en la formación profesional y también en la formación como persona, porque hoy día hay mucha contaminación, entonces si uno lo aprende, lo puede llevar a sus hogares y luego se expande a la comunidad o en los trabajos”, aseguró Nájera.
Un ejemplo de ello es Jeimi Selles, estudiante de Enseñanza de los Estudios Sociales proveniente de Amubri, Talamanca, quien aprendió todos los hábitos de cuidado ambiental que ahora son parte de su día a día hasta que llegó a las residencias estudiantiles.
“Me parece excelente y que se debería seguir haciendo en las otras residencias tanto de la UCR como en las universidades del país, porque se aprovecha mucho el agua y también uno empieza a hacer conciencia sobre que el agua se va a acabar en algún momento. También uno aprende a ahorrar, cuidar y todo eso”, aseguró.
CRÉDITO: Diseño de infografía, Luis Arias.