Universitarias Red Sismológica Nacional y Laboratorio de Ingeniería Sísmica

Estudio de la UCR sobre amenaza sísmica busca estimar la intensidad de futuros terremotos en Costa Rica

La investigación, que es la primera de su tipo en el país y con la iniciativa de equipos científicos costarricenses, no busca predecir la cantidad de sismos que sucederán y en qué lapso, sino la estimación de la amenaza e intensidad de los terremotos a futuro.

La Red Sismológica Nacional (RSN-UCR) y el Laboratorio de Ingeniería Sísmica de la Universidad de Costa Rica (LIS-UCR)  realizaron un estudio de actualización de la amenaza sísmica en Costa Rica, a partir del cual se generó un mapa que muestra las zonas del país con mayor amenaza y que permite estimar la intensidad esperada (aceleración que sufre la superficie del suelo) de futuros sismos en estos sitios.

De esto trata la investigación “El Modelo de Riesgo Sísmico para Costa Rica 2022”, en la cual también participaron el Laboratorio Nacional de Materiales y Modelos Estructurales (LANAMME), La Escuela de Geología, la Escuela de Ingeniería Cívil, la Escuela de Psicología y la Escuela de Trabajo Social de la Universidad de Costa Rica (UCR).

El estudio, que recibió financiamiento de UCREA, iniciativa para proyectos trans y multidisciplinarios, permitió, además, evaluar la percepción psicosocial de las personas habitantes de la Zona Sur del país, en torno a lo que implica vivir en un ambiente de emergencia latente. Esto, luego de las estimaciones y alertas que ha emitido el OVSICORI sobre un posible terremoto en la Península de Osa.

“Lo cierto es que las penínsulas (Osa, Nicoya, Burica) nos están dando valores más altos (intensidad o aceleración sísmica), y creo que son zonas en las que hay que prestar atención en cuanto al nivel de protección que les pedimos a las construcciones para garantizar que el riesgo sea aceptable”, Diego Hidalgo.

“Sobre la importancia de participar de este proyecto, a parte de colaborar con personas de otras disciplinas de las cuales tengo que decir que aprendí mucho, pero, a mi criterio, esta es la forma más directa de aplicar y devolverle a la sociedad costarricense lo que el país ha hecho, a través de sus redes e investigaciones”, declaró la investigadora y sismóloga de la RSN, Ivonne Arroyo Hidalgo.

UNIVERSIDAD también conversó con Lepolt Linkimer Abarca, investigador y sismólogo de la RSN, quien resaltó: “los estudios de amenaza previos han sido liderados por equipos investigadores extranjeros y esta es la primera vez que la totalidad del estudio se lidera por científicos costarricenses y, principalmente, de la Universidad de Costa Rica, de la mano con una alianza de trabajo estratégica que continúa para la generación de próximos proyectos”.

Mapeo de la amenaza sísmica

La investigación constó de tres etapas, con aportes de las partes involucradas. Por un lado, desde el LIS trabajaron con base en un catálogo con más de 2000 registros de aceleración, mientras que, la RSN hizo lo propio con un registro que data de 1975 y que registra más de 150 mil sismos.

La primera etapa de indagación sismológica consistió en la valoración de la totalidad de las fuentes sísmicas del país e incluyó el trabajo de expertos en la detección de dichas fuentes, las cuales son “cambiantes y más complejas que la percepción de la tectónica tradicional”, por lo cual se requieren de estudios continuos para el establecimiento de clasificaciones más específicas y detalladas, según indicó el investigador del LIS, Diego Hidalgo Leiva.

“El panorama tectónico de Costa Rica no gira solamente alrededor de las placas Cocos y Caribe, además, están la Microplaca de Panamá, el Cinturón Deformado del Centro de Costa Rica, la Fractura de Panamá, entre otras. Eso hace que la caracterización de fuentes sea muy cambiante con el paso del tiempo, con definiciones que se pueden modificar en lapsos de 20 años, por ejemplo”, añadió Hidalgo.

La primera etapa, permitió la división del país en tres zonas principales: corteza, subducción superficial y subducción profunda. Para citar un ejemplo, el terremoto de Cinchona 2009, ocurrió en la parte superior de la superficie terrestre, a unos 20 km o 30 km de la corteza.

El investigador resalta que, para la presente actualización de la amenaza sísmica, ha contribuido el fortalecimiento de una red Sísmica, aunado a las evaluaciones de la red de los últimos diez o quince años sobre los sismos que se presentan en el país, los cuales permiten medir la prevalencia a partir de modelos matemáticos (modelo de recurrencia) y, con esto, establecer previsiones futuras sobre los eventos en las diferentes zonas geográficas.

La segunda etapa se realizó con base en modelos de atenuación sísmica y los registros de aceleración (intensidad de eventos sísmicos) del LIS. La atenuación consiste en la disminución de la aceleración o intensidad sísmica conforme se da un alejamiento de la fuente de un evento. Esto se puede ejemplificar con un sismo con epicentro en Golfito, cuya intensidad es más baja en el Valle Central.

Esta fase conlleva la selección de un modelo de atenuación adecuado y, luego de su selección, se hacen estimaciones a partir de los registros del LIS y la RSN, con el fin de evaluar y propagar ondas sísmicas a lo largo del país y generar un modelo de comportamiento propio para Costa Rica.

La tercera fase de la investigación involucró la presentación de los mapas sísmicos del país con base en modelos probabilísticos, los cuales permiten establecer la “probabilidad aceptada socialmente” sobre la incidencia de los sismos, con un nivel de corte promedio, sobre los eventos con los valores más probables.

Principales resultados

Con base en el mapa, que divide al país en cuatro zonas de amenaza sísmica: se desprende que las penínsulas en Costa Rica (Osa, Nicoya y Burica) son las que tienen las mayores probabilidades de intensidad sísmica. Además, se concluyó que la zona de Limón, en concreto el Caribe Sur, tiene un nivel de amenaza sísmica similar al de la provincia de San José, lo cual no se registraba de tal forma entre 1970 y 1980, debido a los escasos datos sobre dicha zona y que fueron posibles actualizar recientemente.

En concreto, Limón ya no es una zona considerada de baja intensidad, sino de intensidad moderada y alta; la provincia de Guanacaste arrojó una amenaza muy alta, aspecto que resultó sorpresivo para las y los investigadores; y Talamanca y la Zona Norte destacaron como los sitios de menor amenaza sísmica del país.

El presente estudio permitió contrastar los hallazgos obtenidos con los datos del Código Sísmico de Costa Rica, para el cual se obtuvieron registros superiores en la amenaza sísmica, lo cual no implica la invalidez de dicho código, al tratarse de estudios diferentes con escenarios y probabilidades distintas.

“Sin embargo, nuestro estudio viene a traer un poco de luz sobre algunas zonas de las que antes tal vez no teníamos mucha información. Lo cierto es que las penínsulas nos están dando valores más altos (intensidad o aceleración sísmica), y creo que son zonas en las que hay que prestar atención en cuanto al nivel de protección que les pedimos a las construcciones para garantizar que el riesgo sea aceptable”, enfatizó Hidalgo.

Los expertos de la RSN, Ivonne Arroyo y Lepolt Linkimer, coinciden en que la importancia de la actualización sísmica reside en el fortalecimiento de la red, con un crecimiento desde 2014 de 47 a 170 estaciones de estudio, 130 manejadas por la UCR, por lo cual ha sido posible capturar un mayor número de sismos y, así, poder describir de forma más detallada el cálculo de la amenaza y las características de los sismos en las diversas zonas del país.

“Estos son productos que tienen todos los países de alta sismicidad: Estados Unidos, Japón, Italia, Chile, entre otros. Es un ejercicio que consideramos adecuado y pensamos que era tiempo de que tomáramos la iniciativa en decir: nosotros estamos aquí con la capacidad operativa para hacerlo y es algo que necesita el país”, concluyó Hidalgo, sobre la importancia del estudio.

Suscríbase al boletín

Ir al contenido