País (Parte l)

Informalidad eléctrica condena a 5.500 familias a vivir con alto riesgo de incendio

Un incendio puede ocurrir en cualquier lugar, por cualquier descuido o a cualquier persona; pero la posibilidad de que ocurra en los precarios es mayor, en gran parte por el peligro que significa vivir con un sistema eléctrico informal.

Luz Marina Rodríguez sabe que está robando luz, pero ya no quiere hacerlo más. Ya no quiere que se le “joda” la refrigeradora, que se le queme el televisor o que su rancho en Tejarcillos se consuma entre las llamas, así como vio arder al precario El Pochote hace más de un mes.

Justo ahora, a Luz Marina le están arreglando la refrigeradora porque unos días atrás, mientras estaba en su casa, hubo un circuito y empezó a salir humo por detrás del electrodoméstico. Fue como un bombazo, recuerda. El abanico se le quemó, el televisor no prendió más. La refrigeradora dejó de congelar. La casa quedó oliendo a quemado.

Rodríguez ha vivido 28 años en Tejarcillos de Alajuelita, en un precario donde se calcula que hay más de 500 familias. La mayoría con limitaciones económicas que les dificulta tener un sistema eléctrico formal como el resto de los 575 mil clientes que tiene la Compañía Nacional de Fuerza y Luz (CNFL).

Las familias que viven en estos precarios pueden cocinar, ver tele, escuchar la radio, planchar o cargar su celular, pero no pagan un recibo de luz a la CNFL porque la electricidad que reciben proviene de un cable que conecta directamente con el tendido eléctrico público. Aunque tampoco les sale gratis, pues en algunos asentamientos informales funciona la modalidad de medidor colectivo, el cual consiste en pagarle a una persona del barrio, quien se encarga de reunir todo el dinero de los vecinos y llevarlo a la Compañía; pero el dinero no siempre llega completo.

Así como Tejarcillos, la CNFL estima que al menos 5.500 familias tienen conexiones de este tipo, según el diagnóstico Técnico Social de la condición de hurto de energía en zonas vulnerables, que se realizó en 2016 y que se actualiza periódicamente. También identifica 94 zonas que tienen alta incidencia de conexiones directas; es decir, “informales”, dentro del área a las que brindan servicio.

Cuando las familias compran electrodomésticos que vienen dañados, consumen más electricidad de la cuenta. Por ejemplo, una cocina de segunda mano que viene con los discos dañados o una refrigeradora con el empaque malo. También aumenta la posibilidad de incendio. Foto: Miriet Ábrego.

La CNFL considera que hay hurto de energía cuando las familias consiguen un cable de cualquier tipo, generalmente de poca calidad -pues es el que les alcanza económicamente- y lo guindan de la red pública para llevar la electricidad hasta sus casas. En zonas como los asentamientos informales, las familias que se cuelgan son tantas que la red no alcanza, pues supera las proyecciones que hace la Compañía según la demanda y el crecimiento de la zona. Esto lo explica Ronald Villalobos, jefe de la unidad de recuperación y pérdidas de energía de la CNFL.

Villalobos señala que como las familias están limitadas económicamente, van y consiguen cables usados y de menor calidad. Cuando el cable es de menor calibre del que se ocupa para transportar la electricidad se produce más calor de la cuenta. El cable se recalienta y la energía se escapa, por ende, hay fuga de energía. Este recalentamiento puede causar incendios y a la vez provoca pérdidas por temperatura.

Un incendio puede ocurrir en cualquier lugar, en cualquier instante, a cualquier persona, pero la posibilidad de que ocurra en los precarios es mayor. El vivir expuestos a instalaciones mal acondicionadas da pie para que en cualquier momento un circuito, un fallo eléctrico, una chispa, desencadene un incendio voraz.

En los precarios se juntan varios condiciones: no hay controles constructivos, los ranchos están muy juntos y son construidos con latas. Las familias viven hacinadas y los pasillos son estrechos, señala Ronny Latouche, jefe de operaciones del cuerpo de Bomberos de Costa Rica.

Las instalaciones eléctricas no están reguladas y si hubiera que atender una emergencia no hay cuchillas o cajas de breackers donde se pueda controlar el sistema, continúa. En los asentamientos informales el fuego se desplaza con mayor facilidad por el tipo de construcción. Se suman otras desventajas como la falta de hidrantes.

                                                                                                                                                                                *********

      El Pochote- Barrio Cuba: el precario que ardió en llamas

Foto. Fabián Hernández.

                                                                                                                                                                                   *********

                                 CNFL encamina familias de 7 precarios hacia la formalización eléctrica

Foto: Miriet Ábrego.

 

Suscríbase al boletín

Ir al contenido