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Viajar por un bosque de palabras

Luego de la lectura de la estupenda novela que nos ocupa, me quedé rumiando no solo sobre su calidad

El abismo asoma en un bosque de palabras

Benjamín Campos Chavarría

Novela

EUNA

2015

Luego de la lectura de la estupenda novela que nos ocupa, me quedé rumiando no solo sobre su calidad, sino sobre el hecho de que en la formación discursiva de la literatura nacional existen varias franjas o, al menos, dos bien diferenciadas: la canónica (mezclada con la barahúnda farandulera del autobombo, los premios, la mercadotecnia  y las redes sociales) y una subterránea que se desliza con lentitud como sustrato – en este caso – de la buena narrativa. La novela que comento, a pesar de haber recibido el premio UNA-Palabra (2014) que otorga la Universidad Nacional, pertenece a la segunda. Por lo demás, se patentiza el lugar común que nuestras editoriales, especialmente las públicas, no dan a conocer ni distribuyen sus libros, y tampoco promocionan a sus autores.

Sostenida por el periplo de su personaje principal, Agustín Vigil, con un grupo de amigos, por Centroamérica y México (Oaxaca, el DF, Veracruz y Chiapas), la narración profundiza en los soliloquios de Agustín, sus escasos diálogos y la exuberancia de un paisaje agresivo y nostálgico. El viaje es una suerte de huida para sortear el trago amargo y la resaca de las actuaciones machistas de Vigil, sobre todo la agresión en contra de Mar, su excompañera. Pero además, para abandonar la modorra existencial y la monotonía de los estudios universitarios en una ciudad de provincia.

El texto es, por tanto, una novela de iniciación y aprendizaje en un laberinto de búsquedas por el istmo de un subcontinente plagado de violencia, dudas y desigualdades. Pero también de personajes, lenguas, poblados, ciudades, comidas y paisajes desconcertantes. El personaje central va reconociéndose y aceptándose, ya en los escasos encuentros eróticos, ya con nuevos amigos, lecturas, canciones, cervezas, alcaloides y, sobre todo, la escritura de un diario y de un blog que sostienen, en dialogía con los acontecimientos y consigo mismo, la polifonía narrativa.

Así, la realidad externa se refleja en las reflexiones, dudas, citas literarias, recuerdos, poemas e imágenes casi cinematográficas, de un Agustín que, a pesar de la compañía, se consume en una soledad profunda donde la historia y lo vivido se convierten en un estado de ánimo y en un mirarse para adentro. Recuerdan, de algún modo, algunos textos canónicos del existencialismo como El extranjero de Alberto Camus. De tal forma que el presente se convierte en un torturante desasosiego al comprenderse que la realidad histórica sigue su marcha deshumanizada a pesar de las luchas sociales, compromisos revolucionarios, guerras, pactos y componendas. La angustia existencial se da la mano con la derrota de pueblos y etnias en el marco de proyectos y estados fallidos.

En ese vacío solamente quedan las palabras como alicientes y como herramientas para no desfallecer. Son el sustento espiritual y la argamasa con que se puede sostener una realidad caótica plagada de injusticias, inconsecuencias y contradicciones irresolutas. Es la palabra, mejor dicho, la poesía, la que sostiene el mundo para permitir que Agustín Vigil no enloquezca o se suicide. Y es la poesía la que sustenta el texto narrativo, pues estamos ante un autor consolidado el cual, ya en su ópera prima, se muestra diestro en el uso del lenguaje y la tensión narrativa, la cual pasa de la reflexión más aguda, filosófica incluso, al surrealismo más desconcertante, a la sutileza de las emociones o a la descripción precisa; todo ello a partir de un narrador indirecto y protagónico a la vez, y de una síntesis poética muy bien lograda, lo cual le concede vigor y verosimilitud al mundo narrado.

Un lunar en el libro podría ser las referencias bibliográficas, las cuales, al menos para este escritor, no son necesarias ya que se sostienen y justifican al interior del mismo texto. Pero quizás la honestidad intelectual del autor y su deferencia con el lector expliquen esa muestra un tanto academicista. Ello no obsta para no recomendar una novela que sorprende no solo por la novedad estilística y los temas abordados, sino sobre todo por la pericia narrativa y la eficacia poética de este joven narrador. ¡Sí, recomendada!

 

 

 

 

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