Opinión

Los parques nacionales: de Orozco a Figueres y Oduber

Aquella criatura gestada por don José María Orozco, dichosamente encontró en don Pepe un gobernante visionario y en don Daniel un padrino que velaría amorosamente por ella.

Cada año, al celebrar el Día de los Parques Nacionales, no dudamos en honrar la memoria de los tres costarricenses que más se han destacado por su creación y mantenimiento. Uno en épocas del gobierno de don León Cortés (1936 – 1940), el Dr. José María Orozco, el expresidente don Pepe Figueres (1970 – 1974) y, muy especialmente cuando ejerció la Presidencia de la República (1974 – 1978), don Daniel Oduber. Expresidentes separados décadas en su vida pública del trabajo pionero Dr. Orozco, quienes desde diferentes escenarios, supieron adelantarse a lo que eventualmente sería el movimiento mundial por el ambiente, que tuvo impacto planetario principalmente a partir de la Cumbre de Río de Janeiro en 1992.

Como parte de su identificación con la riqueza biológica de este país maravilloso, sumergido en una variedad increíble de zonas de vida que conocía muy bien, el Dr. Orozco, declarado “Pionero de la Biología” por el Colegio de Biólogos, honrado al bautizar con su nombre el Jardín Botánico de la Universidad de Costa Rica y declarado Benemérito de la Patria (durante la administración Oduber) ¡fue alguien excepcional! Dentro de sus valiosos legados, algo poco reconocido, aunque de singular importancia, fue el que en 1937, ante una petición presidencial,  seleccionara muy acertadamente la guaria morada como la Flor Nacional de Costa Rica; ese “lucero” de los “pétalos suaves” que tanto orgullece al pueblo tico. Y es que pese a que la lista de logros de don José María son inestimables, uno de los que permite vislumbrar su sapiencia, su visión de futuro, en momentos en que ni se hablaba siquiera de ecología, fue la para entonces insólita idea de crear un parque nacional. Sucedió en 1939 (¡hace 81 años), cuando en Costa Rica los bosques eran vistos como áreas “improductivas” que había que talar para sembrar cualquier cosa, el que sería el primer parque nacional costarricense en el macizo del volcán Poás, por su riqueza biológica, por su agua, por su belleza escénica. Después, con los años, vinieron otros más, pero sin ese atrevido primer paso, el camino al frente de los que le siguieron habría sido muy escabroso. Por ello y mucho más, merecidamente al Dr. José María Orozco Casorla se le reconoce como el “Padre de los Parques Nacionales de Costa Rica”.                           

Pero, como las buenas obras no han de detenerse, para dicha del pueblo costarricense hubo quienes con poder político seguirían decididamente sus pasos. Como adelantamos, hablamos de don Pepe y don Daniel Oduber Quirós. A partir de un “puente conservacionista” construido principalmente por don José Figueres Ferrer y doña Karen Olsen, don Daniel también tuvo el coraje necesario para terminar de edificar físicamente lo que iniciara el Dr. Orozco. Don Pepe, durante su tercer gobierno vio nacer los magníficos parques nacionales de Cahuita, Santa Rosa, Manuel Antonio, Rincón de la Vieja, y, cual formalización legal, la creación del Parque Nacional Volcán Poás. Estaba así, trazado el sendero que con especial ímpetu habría de recorrer don Daniel.

Aquella criatura gestada por don José María Orozco, dichosamente encontró en don Pepe un gobernante visionario y en don Daniel un padrino que velaría amorosamente por ella. De esa formidable relación, surgieron de mano del presidente Oduber,  parques nacionales tan extraordinarios como Corcovado, Chirripó, Tortuguero, Barra Honda, Braulio Carrillo, Carara, y reservas biológicas y forestales, que hoy constituyen el muy valorado patrimonio natural de todos los costarricenses. “Los Parques Nacionales a los que mi Gobierno ha dado prioridad, serán vivos santuarios de la vida de ayer y del mañana”, escribió una vez Oduber.

Pocos países en el planeta pueden compartir con la humanidad, tan extraordinarios templos protectores de la maravillosa flora y fauna que los sustenta. La riqueza más grande de Costa Rica, inobjetablemente, está resguardada en ese 25% del territorio nacional. Bien demanial que, por cierto hace unos 15 años,  un señor que como viceministro ayudó a modificar la burocracia administrativa de los parques nacionales durante el gobierno de Calderón Fournier (1990 – 1994), eventualmente, desde el ámbito de las fundaciones y organizaciones no gubernamentales, propuso en el año 2006, que los parques nacionales de Costa Rica fueren administrados como una “sociedad anónima” regida, por definición, por la legislación privada. Propuesta que provocó tanto revuelo, que hasta fue motivo de denuncias penales, pues su proponente, quien se presenta como “padre” de una mala copia del sistema de parques nacionales de los Estados Unidos, se molestó mucho por la oposición que le provocó desechar esa amenaza contra lo que tanto ha costado forjar a todos los costarricenses,  gracias necesariamente a la comprensión de los que han tenido el poder político para que así fuere.

Pero bueno, aunque situaciones no deseables como esa se han presentado alrededor de esa inmensa riqueza, lo bueno es que los parques nacionales de Costa Rica son orgullo de un pueblo que habrá de agradecer a los que desde hace más de ochenta años, y por  años posteriores, tuvieron la visión de resguardar ese gran tesoro de Costa Rica. Gracias Dr. José María Orozco Casorla, gracias don José Figueres Ferrer, gracias Lic. Daniel Oduber Quirós, representantes insignes de los muchos compatriotas que construyeron y siguen resguardando esos santuarios biológicos.

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