Los Libros

Entre Chile y la reina Isabel, Hernán Rivera Letelier gana el Premio Nacional de Literatura

Hernán Rivera Letelier cree que en el mundo del arte existe la suerte, pero asegura que esta llega solo si es atraída por el trabajo y la perseverancia. La mañana del jueves 8, se preparaba para salir rumbo a su habitual café en pleno corazón de Antofagasta, cuando a las 11, justo en su número de la suerte, recibió un llamado del Ministerio de Cultura. Desde Santiago al escritor le notificaban que había ganado el Premio Nacional de Literatura, respondiendo con un “zuácate” a la ministra Julieta Brodsky, quien escuchó esta palabra entre risas.

Este año, Rivera Letelier acumuló su quinta nominación al galardón y el autor explicaba que se dejaba querer por sus cercanos y que, por ello, aceptaba que insistieran en proponer su nombre. “Tal vez como persona no merezca el premio, pero creo que mi obra sí lo merece”, dijo en junio durante una entrevista con Timeline.cl. Su obra rescata y transmite para la posteridad la vida pampina en las salitreras, gracias a su paso como minero en el desierto. Con 21 novelas publicadas, además de otros cuentos y poemas, sus escritos están traducidos en 23 idiomas y se han utilizado para películas y en camino viene un cómic sobre El Fantasista.

En su habitual café en el Paseo Prat, cerca del mediodía, el escritor compartía una mesa con familiares y amigos, pero poco pudo disfrutar de su tradicional bebida de las mañanas. Transeúntes ingresaban para felicitarlo y retratarse con el premio nacional. Su teléfono no paraba de sonar, así que, mientras posaba para una foto, tenía el móvil en su oído y para escuchar mejor entre el bullicio, se apartaba a un rincón, aunque rápidamente llegaba otro teléfono y en sus manos estaba con dos aparatos e intentaba agradecer a todos quienes lo contactaban.

“Siempre digo que el artista nace, pero la obra se hace. Si naciste artista, te dieron el don, pero la técnica la tienes que poner tú y ahí está el trabajo, el esfuerzo, la perseverancia. Y la suerte, porque si trabajas y tienes técnica, la suerte llega”, reveló.

¿Quién le comunicó la noticia?

—La ministra de Cultura (Julieta Brodsky). Me llamó a las 11 de la mañana, cuando venía al café, como un día normal. Me dijo que me habían dado el premio y lo único que pude decir fue ¡zuácate! La ministra se reía.

Tras conseguir el premio, ¿cómo definiría su obra?

—No soy bueno para poner etiquetas, solo soy un contador de historias y mi obra cuenta historias, nada más que eso. Mientras esté vivo no voy a parar. Siempre he dicho que mientras escriba, no muero y si dejo de escribir, chao pescado.

Su obra más conocida es La Reina Isabel cantaba rancheras. Consigue el galardón y fallece en paz la Reina Isabel II.

—Son cosas mágicas que pasan en la literatura. Me dan el premio a las 11 de la mañana, el 11 es mi número de la suerte. Cuando me entregaron el premio de La Reina Isabel cantaba rancheras, que me cambió la vida, me lo dieron a las 11 de la mañana del día 11 y del mes 11. La primera vez que fui a París a presentar un libro, iba con mucho miedo, porque venía de estar con una pala y una picota en la mina, a presentar una obra en París. Estaba cagado de susto, llegué a Francia y en la pantalla se congeló el kilometraje y quedó en 11.111. Dije ‘me va a ir el desjueves acá’, y me fue bien. El país donde le va mejor a mis libros es en Francia.

Tomado de Timeline, Chile

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