Los Libros

Con George Orwell, al borde del precipicio

Las turbulencias políticas del siglo XX marcaron la vida y la obra del autor de 1984, que en sus cartas fue narrando sus temores ante la Segunda Guerra Mundial y el auge de los totalitarismos. Un futuro incierto. Epistolario íntimo de George Orwell recoge misivas con autores como Cyril Connolly, T. S. Eliot o Henry Miller para dar cuenta de sus íntimas preocupaciones políticas y literarias.

“He llegado a creer que podría escribir una buena novela si tuviera cinco años de paz y tranquilidad, pero por el momento es como si quisiera pasar cinco años en la Luna”, escribía en una carta George Orwell, hacia fines de 1938 cuando la Segunda Guerra Mundial golpeaba las puertas de Europa. El escritor inglés estaba saliendo de una crisis de los bronquios que lo dejó débil por el resto de su vida. Mucho más que la bala que recibió en la garganta en la Guerra Civil Española. Tenía 35 años, avanzaba muy poco en su escritura y temía que el futuro fuera oscuro: “El campo de concentración asoma en el horizonte y hay tantas cosas que quiero hacer”, agregaba en la misiva.

Orwell escribía desde Marruecos, donde estaba junto a su esposa descansando de la enfermedad y, a la vez, alejándose de los tambores de guerra. Su destinatario era John Sceats, un amigo que le entregaba información para una novela sobre un agente de seguros (Subir a respirar, 1939), pero también era un confidente en el ánimo agrio que lo tenía consumido. Unas semanas después de enviar esa carta, Orwell escribió otra al escritor Cyril Connolly, un amigo de los años en el internado Eton College, y ahí también abordaba sus temores: “Todo lo que uno escribe en estos tiempos parece enturbiado por la espantosa sensación de que avanzamos hacia un precipicio y de que, aunque no consigamos evitar la caída, debemos dar alguna resistencia”.

Ambas cartas aparecen en el libro Un futuro incierto. Epistolario íntimo de George Orwell, que acaba de publicar en Chile Ediciones Alquimia. Es un volumen que recoge una selección de A life in letters (2013), en que aparecieron prácticamente todas las cartas disponibles del autor de 1984. El volumen, editado y traducido por Felipe Reyes, permite asomarse a las bambalinas de la creación de Orwell, a la relación que mantuvo con editores y agentes, como también, y muy especialmente, a las preocupaciones sociales y políticas que lo movieron. El avance de Hitler en Alemania es tan decisivo para el autor como su decepción radical de la Unión Soviética y el comunismo.

Un futuro incierto incluye cartas entre 1931 y 1949; es decir, desde que todavía era un autor inédito y hasta meses antes de su muerte. Entre los destinatarios está su agente Leonard Moore, a quien le comunica que usará el nombre de “George Orwell” como seudónimo (el de nacimiento es Eric Arthur Blaire), y los escritores Connolly, Henry Miller, Arthur Koestler y T.S. Eliot, entre otros. Del último, el volumen también trae una carta que le escribe a Orwell rechazando la publicación en la editorial Faber & Faber de la novela Rebelión en la granja, y otra de Aldous Huxley comentando la novela 1984.

“Mis sentimientos son sin duda alguna de izquierda, pero creo que un escritor solo será honesto si se mantiene al margen de las etiquetas partidarias”, expresó Orwell es una nota autobiográfica que se incluye en el libro, en que hace un pequeño recorrido por su vida hasta 1942: nacido en la India en 1903, fue parte de la Policía Imperial de la India, vagó casi sin un peso por un tiempo en París, fue profesor y librero en Inglaterra, se unió a los republicanos en la Guerra Civil Española y, luego, apuntó: “sinceramente no creo que haya hecho otra cosa que escribir libros, criar gallinas y cultivar verduras”.

Horror por la política

Convencido desde los cinco años de que sería escritor, Orwell creció anhelando escribir “largas novelas naturalistas, de final triste, llenas de descripciones detalladas y símiles atractivos, colmadas además de episodios grandilocuentes”. La agitación política y bélica que le tocó vivir lo llevó a otra parte. “En tiempos de paz podría haber seguido siendo ajeno a mis lealtades políticas, pero tal como están las cosas me he visto obligado a convertirme en una especie de panfletista”, decía en un artículo que publicó en 1938.

En las cartas que le escribe Orwell a amigos, editores y familiares, Un futuro incierto va mostrando el camino por el que avanza el autor, tanto laboral, como literario y político. “Dios quiera que pueda deshacerme de esta enseñanza asquerosa después del año que viene”, escribió en 1933, cuando era profesor de un colegio y trataba con poca suerte de terminar la novela Los días en Birmania. Al año siguiente lo logró: entró a trabajar en una librería en Londres. Pero en 1936 dejó Inglaterra para unirse a los bandos republicanos en España. “Matar a fascistas”, eso es lo que quería Orwell y llegó a Barcelona unido a la milicia del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), que no muy tarde iba a enfrentarse con el Partido Comunista.

“Espero salir con vida de esta, aunque sea solo para escribir un libro sobre lo que está pasando. Espero tener la ocasión de escribir la verdad sobre lo que he visto. Casi todo lo que se ha publicado en los diarios ingleses es una espantosa sarta de mentiras; y no puedo decir más por la censura”, le escribió a su editor, Victor Gollancz, en 1937, cuando ya detectaba que incluso el Partido Comunista detenía parte de la información que se difundía de la Guerra Civil Española. Finalmente publicó el libro Homenaje a Cataluña, pero debió recuperarse de un disparo.

“Una bala me atravesó la garganta, la que por supuesto debería haberme matado, pero solo me ha producido dolores en el brazo derecho y me ha dejado casi sin voz”, le contó en una carta a Connolly desde Barcelona. “Me alegro de haber recibido un balazo, porque creo que a todos nos pasará en un futuro no muy lejano y qué bueno saber que no es doloroso”, añade el escritor jugando a las predicciones. Pero más que esa herida, a Orwell lo que lo dejó marcado fue la relación con el Partido Comunista, que había vetado al POUM: entre otras cosas, le costó mucho publicar en revistas soviéticas. “Lo que vi en España y lo que he visto después sobre el funcionamiento de los partidos políticos de izquierda me han inculcado el horror por la política”, diría el escritor.

Dos comentaristas

Mientras en las cartas Orwell habla de sus nuevos libros, comenta la actualidad literaria y aborda su trabajo en la BBC, con el pasar de la Segunda Guerra va afinando una idea sobre los totalitarismos. Cree que son amenazas radicales: “En cierto sentido la historia ya dejó de existir. Por ejemplo, ya no hay algo así como una historia de nuestro tiempo que pueda ser universalmente aceptada, y las ciencias exactas se encuentran amenazadas por la necesidad militar de mantener a la gente a raya. Hitler decide que los judíos comenzaron la guerra y, si sobrevive, eso se convertirá en la historia oficial”, le dice al crítico literario Noel Willmett.

Con esas ideas de fondo, Orwell va definiendo sus libros más influyentes: Rebelión en la granja y 1984. Son sus libros sobre totalitarismo una fábula y una distopía que sintetizan sus peores miedos sobre el destino de la humanidad. Clásicos indiscutidos, en su momento vivieron ciertos rechazos. Un año antes de que fuera publicada, T.S. Eliot en su rol de editor de Faber & Faber decidió no lanzar Rebelión en la granja. La carta de rechazo es un texto oblicuo en que el poeta da varias vueltas para su negativa, e incluso empieza alabándola: “La fábula está manejada con mucha habilidad, y la narración mantiene el interés en su propio contexto —y eso es algo que han conseguido muy pocos autores desde Gulliver”, dice.

“No tenemos la convicción de que este sea el punto de vista correcto para criticar la situación política del momento”, agrega Eliot aludiendo a las claras referencias a la Unión Soviética que hace Orwell en la novela. Y termina: “Creo que mi insatisfacción con este relato reside en que el efecto es simplemente la negación. Debería provocar alguna simpatía con lo que el autor quiere, al igual que alguna simpatía con sus objeciones hacia algo; y el punto de vista positivo, que considero en general trotskista, no es convincente”.

Un año antes de morir, en 1950, Orwell publicó 1984, de donde vienen conceptos tan populares como el Gran Hermano. Éxito de ventas y clásico del siglo XX, tuvo un lector exigente: Aldous Huxley, autor de otra distopía totalitarista, Un mundo feliz (1932). Huxley le escribió a Orwell calificando su novela de “profundamente importante”, pero aprovechó de sugerir que su visión del futuro tenía más posibilidades de cumplirse: “Dentro de la próxima generación creo que los gobernantes del mundo descubrirán que la subordinación infantil y la narco-hipnosis son más eficientes, como instrumentos de gobierno, que los palos y las prisiones; y que el ansia de poder puede satisfacerse tanto sugiriendo a la gente que ame su propia servidumbre, como azotándola y pateándola hasta la obediencia. En otras palabras, siento que la pesadilla de 1984 está destinada a modularse en una pesadilla de un mundo más parecido al que imaginé en Un mundo feliz”.

Tomado de El Mercurio

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