Forja

Iris contra Alcoa

50 años atrás, la voz de una mujer universitaria protagonizó la primera acción estudiantil en contra de Alcoa.

Hace medio siglo, Iris Navarrete Murillo tenía 23 años y era representante estudiantil de la Facultad de Derecho de la Universidad de Costa Rica (UCR). A esa edad, Iris pronto se convertiría en abogada. Como una gran cantidad de jóvenes universitarios, militaba en la Juventud Liberacionista y en la JUC (Juventud Universitaria Católica), dos de las organizaciones juveniles con más personas afiliadas durante aquellos años y mayoritariamente compuestas por estudiantes de esa única universidad del país.

Su militancia estudiantil hizo que Iris participara en el XI Congreso de Estudiantes Universitarios (CEU), convocado anualmente por la Federación de Estudiantes Universitarios de Costa Rica (Feucr) para elegir su Junta Directiva y discutir las temáticas políticas y académicas más importantes para la comunidad estudiantil de la UCR.

Para 1969, las voces estudiantiles eran centrales. Los ecos de las revueltas juveniles de 1968 habían hecho que los adultos imaginaran un escenario similar en Costa Rica y aunque tal cosa nunca se materializaría, todo cuanto sucedía en la UCR era noticia y el CEU no fue una excepción. La prensa informó sobre sus más importantes discusiones y las protagonizadas por Iris trascendieron en el tiempo: más tarde, sus propuestas provocaron que universitarios y colegiales tomaran las calles más importantes de la ciudad y esas movilizaciones se instalaron en la memoria de muchas personas que fueron jóvenes durante aquellos días.

Ovacionada

El 27 de marzo de 1969 inició el CEU. Cientos de estudiantes y las más importantes autoridades universitarias asistieron a su inauguración. Luego de los discursos, las representaciones estudiantiles presentaron mociones que, tras ser discutidas y aprobadas, se convirtieron en la agenda anual del movimiento estudiantil de Costa Rica.

Dos días después, el semanario Libertad informó sobre el CEU, sobre su inauguración y sobre las más importantes mociones aprobadas. “Calurosamente ovacionada”, una de ellas fue de Iris, quien frente a un auditorio dominado por hombres se opuso a la empresa Aluminum Company of America (Alcoa), un tema que hasta ahora era solamente discutido por algunos políticos costarricenses.

La moción de Iris, que resultaba de un trabajo escrito para un curso junto con su amigo, Vernor Cruz Morúa, no había resuelto únicamente que la comunidad estudiantil repudiara a Alcoa. En su intervención, Iris propuso la organización de un seminario para analizar el contrato que el Estado firmaría con la empresa y dijo que, en cuanto iniciaran los debates legislativos sobre Alcoa, el movimiento estudiantil debía realizar una protesta.

Los diarios detallaron que la movilización planeada por Iris en 1969 buscaba instar a los diputados a “no hacerle modificaciones parciales al contrato, sino proceder a su rechazo definitivo” y en mayo del mismo año, los estudiantes confirmaron su repudio a la empresa en el seminario propuesto por ella y organizado por la Feucr, al que asistieron estudiantes, diputados y autoridades universitarias.

Temática estudiantil

Antes de marzo de 1969, el contrato de Alcoa era solamente un tema mencionado por periódicos como La Nación y La República. Por su larga trayectoria de afrentas en contra de empresas trasnacionales, la izquierda costarricense publicaba artículos en contra de Alcoa desde años atrás, pero antes de la intervención de Iris esta no era una temática estudiantil.

Tras aquella moción, Alcoa se convirtió en un tema predominantemente universitario. Después del seminario de mayo, el debate sobre Alcoa se intensificó y la moción de Iris fue ratificada en el CEU de marzo de 1970, cuando su idea se cumplió al pie de la letra: tan pronto como iniciaron las discusiones legislativas, los universitarios empezaron a movilizarse por las calles de San José y solo se detuvieron por la fuerza de la policía.

Para abril, esas protestas habían causado tanta simpatía entre la juventud, que miles y miles de estudiantes de secundaria marcharon a diario junto con los universitarios, en unas protestas que la prensa reportó como un hecho inédito y así permanecen en las memorias de muchas personas que estuvieron allí.

Memoria masculinizada

Aunque el seminario de mayo, el CEU de 1970 y las protestas de abril son parte de los recuerdos más privilegiados por un grupo de jóvenes que más tarde se bautizó como “la generación de Alcoa”, sus recuerdos escritos y orales guardan silencio sobre Iris, sobre su moción y sobre la trascendencia de su intervención en el CEU de 1969.

Iris y su acción política son un olvido del recuerdo juvenil épico que protagonizaron hombres universitarios y que más tarde fue recordado por ellos mismos, en su versión de profesores, catedráticos y políticos reconocidos de Costa Rica.

Aunque el contexto de las reivindicaciones políticas de las mujeres en la Costa Rica de 1969 era profundamente distinto al de medio siglo después, y aunque los hombres de esa generación recuerdan ocasionalmente a algunas mujeres que tuvieron un papel importante en las protestas, es interesante que Iris sea la primera estudiante universitaria en realizar una acción política en contra de Alcoa y que su voz, su nombre y sus ideas figuren como el silencio de una generación.

Indudablemente existen otras omisiones como esta, que moldearon una identidad y una memoria generacional nutrida de símbolos internacionales y masculinos como el Che Guevara y como los barbudos revolucionarios, que dominaron la construcción del recuerdo en los movimientos juveniles de muchas partes del mundo y de Costa Rica. Esa moda revolucionaria preparó un terreno sobre el que germinó la semilla de una memoria masculinizada. Semilla que dio frutos y terminó por convertirse en “el” referente de los movimientos estudiantiles del país. Una memoria que, a pesar de no tener un contenido exclusivamente masculino, privilegió el recuerdo de hombres que fueron ejemplares en su juventud.

Iris

Medio siglo después, Iris recuerda que en 1969 no tenía demasiado interés en la dirigencia estudiantil de la UCR y que, al evaluar el impacto, se siente satisfecha de su moción. Pero Iris también recuerda que durante cinco décadas, nadie le preguntó nada sobre su acción política; recuerda que “los de siempre” se apropiaron de su trabajo y “lo explotaron como propio”.

Como Iris, otras universitarias se opusieron de diferentes maneras a las actividades de Alcoa, pero no son parte de la memoria que divulgaron algunos miembros de esa generación. Las calles estuvieron llenas muchachas que desoyeron a sus autoridades familiares para protestar en un ambiente dominado por hombres. En aquellos años, protestar era un afrenta simbólica y material en contra de la autoridad y esa afrenta fue protagonizada por muchachos y muchachas, pero fueron ellos quienes dominaban los puestos de la dirigencia universitaria y tuvieron mucha más visibilidad en las calles.

Eso es evidente en los registros fotográficos de esos días. Entre las decenas de fotografías que tomó el corresponsal de Libertad en las protestas contra Alcoa, solamente hay tres en primer plano y las tres son de mujeres. Dos de ellas gritando y con pancartas en sus manos, otra en la que dos muchachas están aisladas del círculo de discusión de sus compañeros: son fotografías capturadas por amistad o por la sorpresa de un fotógrafo frente a la participación de esas mujeres en las protestas. Ninguna foto es de Iris, pero como ella, esas imágenes permanecieron inéditas durante medio siglo, aguardando a ser conocidas y esperando tener un lugar en la historia de su generación.

El autor es investigador del Centro de Investigaciones Históricas de América Central (Cihac) y profesor de la Escuela de Historia de la Universidad de Costa Rica.

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