De acuerdo con datos de la ONU, a finales de julio de este año, Costa Rica había recibido más de 23 mil solicitudes de refugio de ciudadanos nicaragüenses que llegaron huyendo de la violencia producida por el conflicto político que se vive en su país.
El pasado sábado 18 de agosto, Costa Rica vio –con una mezcla de asombro e indignación- explotar una ola de odio hacia esos migrantes nicaragüenses, cuando un pequeño grupo de costarricenses con un espíritu de nacionalismo xenófobo vestido de “patriotismo” tomaron el Parque de La Merced e iniciaron una protesta racista contra esta población y contra la política de refugio del gobierno costarricense. Tras los disturbios, la Policía docomisó entre los manifestantes 13 cuchillos, un bate de béisbol y ocho bombas caseras listas, y detuvo a 44 personas.
La crisis política y social que vive Nicaragua desde el 18 de abril a causa de la política de su presidente, Daniel Ortega, ha hecho que los nicaragüenses emigren y busquen otros sitios donde establecerse, no solo para trabajar y mejorar su calidad de vida, sino también para salvar su vida.
El aumento de la xenofobia contra nicaragüenses se disparó desde que Costa Rica decidió recibir las solicitudes de refugio de todos los nicaragüenses que se declaren perseguidos por fuerzas asociadas al gobierno de Daniel Ortega. La crisis política lleva ya más de cuatro meses y la represión de la polícía y los paramilitares ya cobró más de 300 muertos y provocó 2.000 heridos, según medios de prensa nicaragüenses.
De acuerdo con la Agencia de la ONU para los refugiados ACNUR, muchos nicaragüenses que huyen de su país son acogidos por algunas de las entre 100.000 y 150.000 familias nicaragüenses que ya estaban instaladas en Costa Rica antes de la crisis.
Además desde hace cuatro años Costa Rica experimenta también el fenómeno de la migración venezolana, ciudadanos que huyen de la represión del presidente Nicolás Maduro y de la crisis económica que ha provocado escasez de alimentos y medicinas en el país sudamericano.
En los primeros cuatro meses del 2018, 1.369 venezolanos solicitaron refugio en Costa Rica.
Las dos crisis tienen distinto color; pero su punto en común es que son migrantes que salen hacia Costa Rica con el propósito de mejorar su calidad de vida y sobrevivir.
Para discutir los desafíos que enfrentan los solicitantes de refugio y los retos que tiene Costa Rica en materia de políticas públicas y salvaguardar los derechos humanos de esta población, Diálogos sobre el Bienestar convocó a cuatro expositores del tema:
Yescárleth Rodríguez , coordinadora de Inteligencia Productiva de Fundación Mujer, describe la crisis política y social que vive Nicaragua y señala cuáles son los desafíos pendientes que tiene el Estado costarricenses con esta población de migrantes.
Javier Johanning, profesor e investigador de la Escuela de Ciencias Políticas, UCR , se enfoca en explicar que Costa Rica no está a las puertas de una “crisis migratoria” que pone el énfasis en la recepción de población extranjera al país, sobrepasando sus capacidades de acogida; por el contrario, está frente a una crisis humanitaria producto de la violencia política llevada a cabo por el régimen de Ortega en Nicaragua.
Gabriela Rodríguez, representante legal del Centro Internacional para los Derechos Humanos de los Migrantes (CIDEHUM), quien muestra que Costa Rica enfrenta grandes retos en la actualidad, como la integración entre nacionales y la población migrante y solicitante de la condición de refugio.
Finalmente, la profesora e investigadora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso Costa Rica), Jenyel Contreras, explica cuál es el proceso al que deben someterse quienes deseen solicitar condición de refugio en Costa Rica.
En conjunto, estos textos proponen un cuerpo de ideas que permiten a los lectores reflexionar acerca de la migración que hoy golpea a miles de personas, quienes huyen de sus países para buscar una mayor estabilidad.
