Forja

Credo político de Luis Barahona Jiménez

La escritora y académica Macarena Barahona recupera este trascendental texto del filósofo costarricense Luis Barahona, su padre, con motivo del natalicio de este que se conmemora el 21 de abril, pero además por el extraordinario valor de actualidad que conlleva. Dice la autora: “Comparto este ‘Credo’ de mi padre en recuerdo vivo para el día de su nacimiento, 21 de abril de 1914. Pensando que es vigente, contestatario, crítico, fuerte y lleno de esperanza. Un credo que no hay punto en que discutir, sino darnos a la tarea, realizar la libertad y la solidaridad, y a los que no quieren, empujar la balanza, porque el destino de una patria es tarea de todas y todos.

 Me doy cuenta cabal de que los años no pasan en vano; uno acumula con el correr del tiempo ideas y experiencias, se quiera o no, por lo que no hay mérito en compartirlas. Es más, considero que es una obligación exponerlas a la consideración de los conciudadanos porque bien puede suceder que algunas de ellas sean de provecho para alguien que piense en forma similar a fin de que pueda compararlas con las suyas y encontrar así un camino, un estímulo para llevar adelante sus inquietudes, sea en el campo del estudio o en el terreno de la acción social y política.

Bien quisiera que ese fuera el destino de las ideas o creencias que voy a exponer, pues bien necesitado está el país de recursos de todo tipo para salir del atascadero en que se encuentra. Este credo político y social, como le llamo y que resumo en unos cuantos puntos, viene a ser un ideario que he ido elaborando a lo largo de mis actividades intelectuales, sociales y políticas durante más de 50 años. Sean los lectores de esta columna testigos de mi sinceridad y honradez, pues no hay en él cálculo alguno, sino puro amor a la verdad y a un insobornable deseo de luchar siempre por la dignificación de la política social costarricense y por este pueblo humilde y trabajador que tiene pleno derecho a vivir en justicia y en libertad.

CREO en la trascendencia del hombre ligada a su principio creador, inteligente, bueno y ordenador.

CREO en la eminente dignidad de la persona humana.

CREO en una sociedad de personas y en que el orden político no puede tener otra finalidad que la de promover el desarrollo pleno de las personas.

CREO que todos estamos obligados ante nuestra conciencia a comprometernos en la tarea de promover un orden social y político en el que sea posible a cada uno alcanzar la dignidad de persona.

CREO que siendo el hombre un ser compuesto de materia y de espíritu requiere de todos los medios para alcanzar su pleno desarrollo.

CREO que los medios materiales, culturales y morales son los que constituyen el bien común.

CREO que un Estado no puede ser justo si no pone a la disposición de todos los medios materiales indispensables para su desarrollo integral de conformidad con su naturaleza racional y con sus aptitudes ingénitas.

CREO que el hombre nace y se desarrolla, en primer lugar, en el seno de una familia y ulteriormente en una comunidad intermedia entre el individuo y el Estado, constituida por la escuela, la comuna, la organización profesional, la organización deportiva, el partido político, la iglesia y, finalmente, por el Estado. Son los llamados organismos intermedios destinados a completar la formación del individuo, viniendo en última instancia el Estado a cumplir una función supletoria para que el orden social y político se realice plenamente en bien de la comunidad y de todos y cada uno de sus miembros.

CREO que la justicia en el plano social y político consiste en que cada uno tenga lo suyo, es decir, los bienes que requiere para llegar a ser persona. Por consiguiente, la injusticia proviene de que alguno o algunos, frecuentemente muchos, no puedan disponer de esos bienes, sea porque otros se quedan con ellos, sea porque el Estado los guarda para sí. No otra es la finalidad de las leyes y del buen gobierno, hacer que se cumpla la justicia distributiva.

CREO que cuando los particulares acaparan los bienes, el Estado debe intervenir para restablecer la justicia; en el caso de que sea este último el que los guarde para sí, es el pueblo el que debe impedirlo.

CREO que el derecho es la libertad, que todo hombre tiene derecho de utilizar los medios necesarios para su desarrollo personal, no otra cosa es lo que hoy entendemos por derechos humanos, tal como han sido reconocidos en la Carta de las Naciones Unidas y en los códigos de todos los países democráticos del mundo.

CREO que los deberes humanos deberían figurar también en todos los códigos al lado de los derechos, pues son complementarios, de tal modo que los unos no pueden existir sin los otros.

CREO que el hombre se realiza en comunión con el hombre, participando de sus alegrías, de sus problemas y tratando de contribuir al bien de sus semejantes; un nosotros compuesto de personas y no de seres anónimos disueltos en la masa o en la ficha numérica que solo cuenta como elemento computable para fines económicos, electorales o militares.

CREO en la participación popular para construir el bien común sea en el plano escolar, distrital, cantonal, profesional, laboral, deportivo, partidista o nacional.

CREO en que esta participación debe empezar en el hogar entre el hombre y la mujer, como dos sujetos sui juris, o mejor como dos personas morales que se unen en un destino común, sin anularse, para su realización plena.

CREO que la participación política es el esfuerzo libre, inteligente y organizado de todos los ciudadanos en todos los planos de la acción y de la organización para contribuir a la realización del bien común nacional mediante la participación en la vida de los partidos, sin mediatizaciones y, desde luego, sin que se utilice a las personas al margen de su voluntad.

CREO que es hora de que los partidos políticos le concedan a la mujer costarricense el lugar que le corresponde como persona y como ciudadana.

CREO necesario que los partidos políticos vean en la juventud a los ciudadanos que deben cumplir una función específica en la vida política del país y no tratarla más como instrumento o masa electoral que habrá de hacer inclinar la balanza el día de las elecciones. A los jóvenes corresponde hacer respetar sus derechos organizándose debidamente en el seno de los partidos para que puedan hacer oír su pensamiento y sus inquietudes; solo de esta manera podrá contar su voluntad democráticamente.

CREO que en Costa Rica cada día nos alejamos más de aquella solidaridad cristiana de nuestros mayores, por lo que el panorama actual se caracteriza por una guerra en la que los poseedores de la riqueza tienden a hacer de la ganancia su único fin, sin mostrar sensibilidad social por los desposeídos. Todavía seguimos esperando ver la cuota de sacrificio del sector capitalista, hasta hoy solo se ha hablado de la cruz sobre las espaldas del pueblo.

CREO que el verdadero fundamento de la paz de que disfrutamos radica en la forma como se desarrolló nuestra vida colonial, ni envidiados ni envidiosos, para decirlo con las palabras de don Quijote en su discurso sobre la Edad de Oro. Al abandonársenos a nuestra suerte por vivir en los confines, supimos descubrir la paz, comunicándonos bienes, alegrías y penas. Fue así como se fue formando la vivencia de “lo nuestro” convirtiéndose luego en vivencia patriótica al sobrevenir la Independencia y posteriormente la guerra contra el filibustero. La labor de la escuela de alfabetización de los ciudadanos y la práctica política ha contribuido en mucho a fortalecer esas felices disposiciones que surgieron en los días coloniales. Desgraciadamente la deshumanización de las relaciones económicas, sociales y políticas están alterando la idiosincrasia de nuestra gente hasta el punto de que bien puede ocurrir que cualquier día los intereses egoístas de los menos den al traste con el espíritu pacifista y democrático de la mayoría. Hay que tener presente que los pueblos no están constituidos por elementos inmutables, como lo cree el fascismo, siendo que tanto puede evolucionar hacia lo mejor como hacia lo peor.

CREO, finalmente, que la misión del estudioso de las ciencias sociales es fundamentalmente calar de tal manera en los problemas que pueda descubrir el “caos” como fuera posible, antes de que esta se produzca, poniendo al servicio de la comunidad su conciencia lúcida para acrecentar la acción de las personas, de los organismos y del Estado hacia formas de convivencia cooperadora y fraternales. En tanto que al político le corresponde encauzar el entender con imaginación, con espíritu creador y con valentía, salvando o preservando en todos los casos la libertad de derechos fundamentales de los ciudadanos, teniendo siempre muy presente que su misión es la de ser gente desde el poder del bien común para ponerlo al servicio del hombre total.

Este “credo” lo redactó el autor al cumplir 70 años de edad. Fue publicado en el periódico La Nación el 20 de agosto de 1982.

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