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El compromiso de los intelectuales

Presentamos dos textos que provocan la reflexión y el análisis.

Presentamos dos textos que provocan la reflexión y el análisis. Uno es del joven Antonio Gramsci, quien llama a tener una actitud comprometida con la realidad en que se vive. El otro es precisamente la parte de las reflexiones del poeta y cineasta Pier Paolo Pasolini ante la tumba de Gramsci.

En 1922, Víctor Manuel III, un rey débil y timorato, violentando sus atribuciones constitucionales nombra primer ministro a Benito Mussolini, quien encabezaba el naciente movimiento fascista. Inicia así en Italia un régimen autoritario que poco a poco fue socavando las instituciones democráticas hasta convertirse en una dictadura que duró más de 20 años sostenida con un sistema de terror y represión. Relegado a un cómodo segundo plano, el rey vivirá a la sombra del dictador quien tiene en alta estima proteger los intereses de la aristocracia y la burguesía que lo ha llevado al poder.

Mussolini avanza con un proyecto de desmantelar el sistema parlamentario entonces nutrido y diverso.

El atentado del 31 de octubre de 1926 en Bolonia, fue la excusa de Mussolini para un recrudecimiento de la represión. Apenas unos días después suprime las libertades, persigue a los partidos políticos y encarcela a sus dirigentes. Uno de ellos es Antonio Gramsci, diputado del partido comunista, designado en las elecciones de 1924, quien es arrestado el 8 de noviembre.

Gramsci, hijo de una humilde familia y fundador del Partido Comunista Italiano, nació en 1891. Desde muy joven dio muestras de su extraordinario talento, pero debido a una lesión que sufrió en los primeros años tuvo una vida marcada por una salud debilitada y diversos problemas que su condición socioeconómica solo contribuyó a agravar.

No obstante, logró estudiar y desarrollarse como intelectual y líder político. Para Mussolini representaba una amenaza creciente.

Tras dos años de arresto sin juicio, en un proceso por demás irregular convocado por el Tribunal Especial Fascista, se le acusa de instigación a la violencia, al odio de clase y a la guerra civil. El fiscal de la causa, Michele Isgró, pide que “por veinte años debemos impedir a este cerebro que funcione.”

La condena se hace efectiva en junio de 1928.

Durante todo su confinamiento Gramsci padece las consecuencias de una salud precaria, pero en 1929 logra que se le permita tener materiales para escribir. Durante los seis años siguientes de prisión se dedica a la escritura de uno de sus textos más importantes, los Cuadernos de la cárcel donde expone sus reflexiones y análisis políticos. Tras redactar 32 cuadernos donde se refleja su pensamiento y posición política, se ve obligado a dejar de escribir por su quebrantada salud.

En 1937 Mussolini acepta concederle la libertad, apenas para que muera el 27 de abril después de más de diez años de prisión, a la edad de 46 años.

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