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Una apuesta arriesgada: el movimiento pro Rodrigo Chaves mide fuerzas en las elecciones municipales

Con un partido “en obras”, con incertidumbre por la variedad de cartas “oficialistas”, con un liderazgo centralizado en el presidente y con prohibición de este para participar, el “rodriguismo” intenta algo que no ha logrado ningún partido posterior al bipartidismo: convertir el éxito de una elección nacional en éxito en 84 campañas cantonales.

El politólogo Ronald Alfaro todavía tiene fresco el gesto de disgusto de un par de dirigentes políticos de Talamanca que militan en el Partido Pueblo Soberano (PPS) al enterarse de que el dinero de deuda política por la elección nacional 2022 el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) no se lo da al presidente Rodrigo Chaves y que, por tanto, este no lo puede repartir entre su gente para que haga campaña ante las elecciones municipales de febrero próximo como un gran bloque gobiernista.

La suposición estaba llena de errores: 1) el TSE no entrega ni un cinco a al presidente Chaves, sino al Partido Progreso Social Democrático (PPSD) con el que fue candidato y con el que ahora rivaliza; 2) Chaves tiene prohibición legal para participar en las elecciones municipales y sus márgenes de maniobra son limitados; 3) el PPS está lejos de ser la plataforma que mejor represente al movimiento político liderado por Chaves ante la tentación de ver los comicios como un plebiscito de apoyo al actual gobierno; 4) la agrupación que parece más cercana a Chaves es Aquí Costa Rica Manda, que aún está en construcción y que, no sin conflictos, posee un contingente de líderes territoriales que debe crear 84 estrategias adaptadas a realidades diversas que quizás tienen un solo factor en común: el deseo de que la gente vote “por el partido de don Rodrigo”.

“Se trata de 84 elecciones absolutamente independientes, pero que ocurrirán en simultáneo en todo el territorio nacional”, como dijo en cadena nacional el magistrado vicepresidente del TSE, Max Esquivel.

La incertidumbre de los dirigentes talamanqueños podría representar la confusión que tienen los electorados, reflejada en el dato de la encuesta CIEP-UCR de septiembre, en que un 81% de los entrevistados ni siquiera lograba identificar a uno de los partidos representantes del movimiento político que lidera la figura de Rodrigo Chaves con su poder centralizado y la popularidad alta que, sin embargo, se ha erosionado con el paso de los meses. 

Por un lado, está el deseo de probar que Chaves es el fundador de un movimiento político con futuro y no solo el “ganador de la lotería” en la presidencial del 2022, pero, por otro, está el duro terreno en donde deben desplegarse las fuerzas oficialistas para intentar llevar el éxito nacional a la escala cantonal. Intentan algo que no lograron los partidos del siglo XXI como PAC que ganó dos elecciones presidenciales, el Movimiento Libertario que fue protagonista legislativo, Frente Amplio que incluso estuvo en encuestas colocado para una segunda ronda (2014) ni tampoco Restauración Nacional o Nueva República después del “shock religioso” de las elecciones del 2018.

El jugador nuevo

El movimiento “chavista” deja claras señales de que quiere entrar a jugar esa partida de las elecciones municipales. Aunque el mandatario tenga limitaciones legales, han sido frecuentes las alusiones a la importancia de esos comicios para cambiar la vida de las comunidades y, además, están involucrados su asesor en comunicación Federico “Choreco” Cruz y la diputada Pilar Cisneros con Aquí Costa Rica Manda, el partido que ella señaló en agosto como verdadero representante del “rodriguismo”, aunque en semanas recientes ha dado declaraciones de aparente desmarcaje en el apoyo a algunas candidaturas.

“Es una apuesta muy arriesgada,aún teniendo las armas para entrar a esa competencia, pero, más aún, si no se tienen”, dice el politólogo Ronald Alfaro, investigador del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la Universidad de Costa Rica (UCR), en una entrevista sobre las circunstancias de las elecciones municipales del 4 de febrero.

“La pregunta clave es cuánto arrastre territorial puede tener ese movimiento político y eso pasa por tener una expresión organizada en el nivel territorial. Eso no es nada fácil y ya varios partidos nacionales han fracasado. El Partido Liberación Nacional (PLN) y, sobre todo, el Partido Unidad Social Cristiana (PUSC) han perdido arraigo y fuerza, pero no se pueden decir que han sido sustituidos por una fuerza de escala nacional, sino que han cedido espacio ante partidos cantonales”, explica Alfaro en relación con lo ocurrido en las últimas dos décadas.

La tentación es alta: son 84 puestos de alcalde, 518 de regidor propietario, 491 de síndico propietario y 1.936 concejales de distrito propietarios, pero el total de puestos en juego es de 6.212. Difícilmente una fuerza política de expresión nacional como el “rodriguismo” puede dejar pasar esta oportunidad de probar sus capacidades y difícilmente puede hacerlo sin que se vea como una evaluación popular al gobierno actual, aunque las lógicas cantonales sean muy distintas.

“Lo que puede pasar es que, si los resultados son buenos, pueden decir que sí hay una validación al gobierno, pero. si son malos, quizás renieguen de esa función de tipo plebiscitaria, pero es inevitable verlo así: el rodriguismo intenta medir sus fuerzas”, describe Alfaro sobre el movimiento que surgió al calor de la campaña 2022 como una embestida contra la política tradicional, de la mano del discurso de Chaves en contra de los políticos de siempre y con el madrinazgo de la periodista Pilar Cisneros, actual diputada.

El problema es que Chaves ya no puede ser el motor de las 84 campañas cantonales y sus actuaciones están en la mira. La presidenta del TSE, Eugenia Zamora, pidió al Gobierno, el 4 de octubre en la convocatoria a elecciones, que “prudentemente evite que sus acciones, en especial las de comunicación institucional, generen dudas respecto de su imparcialidad”. Ahora los motores deben ser los candidatos a alcaldes y no necesariamente despiertan el apoyo que logró Chaves, quien aún obtiene de 53% de la población. Además, el mensaje debe ser diferente, porque no son iguales los problemas urbanos en Curridabat (donde por años ha dominado un partido cantonal) que en Talamanca, un cantón fronterizo, pobre, turístico, rural e indígena.

¿Quién es quién?

Un grupo de seguidores y dirigentes del partido Aquí Costa Rica Manda en el cantón San Ramón, provincia de Alajuela. (Foto: Facebook ACRM)

Para muchas personas puede ser confuso saber si a Chaves lo representa mejor ACRM, el PPS, el PPSD o, incluso, el partido Unidos Podemos que fundó la excandidata presidencial en 2022, Natalia Díaz, actual ministra de la Presidencia. “Esa es otra pregunta importante: ¿quién es más oficialista que el otro? ¿Cómo pueden saberlo las personas en los distintos territorios? La respuesta no la puede dar el presidente de manera explícita porque la ley lo limita”, añade el investigador y coordinador de las encuestas CIEP-UCR, que han mostrado la tendencia de reducción de popularidad de Chaves después de sus cifras muy favorables en el 2022, lo cual podría estimular a otras fuerzas a entrar en la competencia.

“Por eso decimos que esta corriente política tendría que hacer lo que otros no ha logrado, en un período más corto, con menos experiencia política y con más confusión en el ambiente”, explica Alfaro antes de advertir que en estos tiempos es cuando más claridad se requiere, por la cantidad de informaciones y verdades a medias que llegan a la población votante.

Ante la premura, ACRM ha recurrido a liderazgos ya consolidados provenientes de otros partidos o que ya tengan alguna trayectoria propia. Así se entiende la posibilidad de que, en San Carlos, la candidata a la alcaldía sea la actual alcaldesa Karol Salas, quien llegó a ese puesto al sustituir al Alfredo Córdoba, del Partido Liberación Nacional (PLN), con quien pactó hace cuatro años para presentarse a las elecciones del 2020 como una alianza entre verdiblancos y Restauración Nacional, de donde venía ella. La relación no es del todo nueva, pues ella participó en la campaña presidencial con el PPSD y, en meses recientes, habría negociado ser la abanderada de ACRM, aunque no sin conflictos internos de por medio.

Las candidaturas de ACRM, sin embargo, fueron objeto de una asamblea nacional marcada por la opacidad y conflictos por las postulaciones en algunos cantones. Tanto fue así que la propia Pilar Cisneros, quien había manifestado total entusiasmo por ese partido, dijo después que no necesariamente apoyará a todas las candidaturas de la agrupación. 

Así, quedaría por verse la participación de los dos rostros más prominentes del “rodriguismo”, el del presidente y el de la diputada Cisneros. No necesariamente se verá la imagen de la diputada actual en las campañas de cantones cuyas candidaturas ella quizás ni siquiera conozca, aunque ya ha habido algún caso de ello. Ronald Alfaro agrega otro elemento adicional: el arrastre popular de Cisneros puede haber cambiado también. 

“Ella también sufre un desgaste por su desempeño como diputada y su alta exposición”, añade sobre la figura que hace solo unos meses atrás aseguraba que no intervendría en la campaña de las municipales. Puede que no a todas las candidaturas oficialistas les convenga incluirla en su campaña electoral, en caso de que ella esté dispuesta, pues algunas personas postulantes tienen ya su imagen que no necesariamente calza con la de la legisladora o esta pesa poco ante los problemas concretos de un cantón particular. 

¿Cada uno en lo suyo?

La dificultad es promover líneas estratégicas uniformes del oficialismo, pero el riesgo es no hacerlo y dejar que los liderazgos actúen sin coherencia con el resto del movimiento. “Yo apoyo a don Rodrigo, pero tengo que buscarme la vida aquí y ver lo mejor para el cantón, porque los del cantón de al lado no votan por mí. Hasta ahora no tengo líneas marcadas y yo decido qué hacer. No sé si con otros es diferente”, dijo un candidato de la provincia de Cartago en una actividad social.

Por eso, Ronald Alfaro insiste en los “juegos de lealtad” y otros factores que atentan contra el entusiasmo de los dirigentes centrales “rodriguistas”: “Es un error pensar que la fórmula va a ser igual que la campaña del 2022. Un partido nuevo tiene que dedicar muchos recursos y tiempo en construir liderazgos, no es solo llenar papeletas. Eso se trabaja, es meterse a los territorios con un trabajo de hormiga que consume mucho tiempo”.

Ese es otro factor en contra para las candidaturas afines a Chaves, aunque también para otras agrupaciones: el tiempo. La campaña se inició el 4 de octubre y el ambiente electoral está frío; ni siquiera se conocen cuáles son las candidaturas ratificadas y la escasez de dinero también puede jugar en contra. Todavía, hasta el 20 de octubre, los partidos tienen tiempo para presentar solicitudes de inscripción de candidaturas. No se sabe aún si ACRM y otras agrupaciones oficialistas va a competir en todos los cantones. Tampoco se sabe qué posibilidades de triunfo tienen los postulantes, pues las posibilidades de realizar encuestas precisas son muy reducidas y, en la mayoría de los cantones, la competencia se desarrolla casi a ciegas.

“Uno se pregunta qué pasa si el oficialismo no logra su meta de triunfar en cierta cantidad de cantones. La respuesta puede ser sencilla: quizás nada. La verdad es que el régimen municipal en Costa Rica tiene poca influencia sobre la política nacional por numerosas razones. Hay un techo para la acción política municipal, pero diría que es casi una frontera. A lo más que han llegado alcaldes es a obtener curul de diputado, pero más por mérito propio o del partido que por una gestión local determinada”, añade el investigador, aunque advierte que el peso político de los cantones también varía mucho. 

Como ventaja, el oficialismo tiene aún un apoyo popular considerable y el empuje de los sectores más entusiastas hacia Chaves. Como oportunidad está la opción de pelear por puestos de alcaldes que han estado varios períodos en manos de “caciques”, ahora inhabilitados por una nueva ley. El terreno, sin embargo, no ofrece aún garantías.

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