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Silvia Hernández, una mujer competitiva salta a la Presidencia legislativa

La carta del género, de opositora dura y de diputada seria se sumaron a una negociación con otros partidos alrededor de la liberacionista de corazón siquirreño.

La diputada liberacionista Silvia Hernández Sánchez se convirtió el sábado en la cuarta mujer en la historia de Costa Rica en tomar la Presidencia de la Asamblea Legislativa, casi 25 años después de enfrentarse a la duda de qué carrera escoger para aplicar su competitividad y su ambición de crecimiento.  Solo sabía que no le gustaba la sangre y por eso descartaba la medicina, pero la política no estaba en el menú.

A los 44 años de edad, la economista que creció en Siquirres logró consolidar el cóctel de votos de partidos opositores para encabezar el Directorio legislativo, lo que ocurrió por primera vez en este cuatrienio sin la participación ni el apoyo de la bancada oficialista.

La carta del género, la de opositora dura y de diputada seria se sumaron a una negociación de varios días cuyos detalles certeros se conocerán quizás después, poco a poco, como es usual en los arreglos partidarios del 1° de mayo.

La legisladora que dirigió la comisión UPAD e hizo a Carlos Alvarado ser el primer presidente en comparecer en el plenario legislativo, da así un paso notable en una carrera política que tiempo atrás no soñó y que ahora le provoca ganas de más. A fin de cuentas sí le gustaba la “sangre”, pero en otro sentido.

Nominada en 2017 para una diputación por la acción directa del entonces candidato Antonio Álvarez Desanti, salió electa sin problemas en 2018 y pronto supo conducirse en una Asamblea Legislativa revuelta.

Fue jefa de fracción, dirigió la comisión de Hacendarios en el crítico año 2020-2021 y ahora asciende al escritorio más alto de la Asamblea Legislativa con la promesa de impulsar en lo inmediato la agenda fiscal relacionada al acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), aunque no necesariamente de la manera que pretende el gobierno de Alvarado.

Hernández fue nombrada viceministra de planificación durante el gobierno de la presidenta Laura Chinchilla.

Lo suyo no ha sido complacer al Ejecutivo y nadie espera que lo haga en este último año condicionado por los movimientos electorales. Cualquiera que le haya escuchado su discurso este 4 de mayo ante el presidente Alvarado podría confirmarlo.

Así culminaron las jornadas de inicios de mayo, con la Presidencia de manos de una mujer que se define como competitiva y empecinada, incapaz de dormir bien cuando lleva asuntos importantes porque en las noches previas imagina todos los escenarios y en las posteriores se pregunta si hizo lo mejor.

Trata de cubrir todos los detalles y ver cuál es el paso siguiente, qué viene después. Ahora, por ejemplo, sabe que viene un año complejo, que las relaciones internas entre diputados están tan desgastadas como el Gobierno, que los funcionarios legislativos tampoco están cómodos, que la pandemia lo altera todo, que la crisis fiscal, que el año preelectoral, que la impopularidad también cubre a los diputados.

“Hay una angustia. No soy ilusa. Tengo susto y también ilusión”, dice cuando se le pregunta por qué se metió a presidir el Congreso. Contesta que siente bien en las funciones políticas, que le llena ser diputada y disfrutaría repetir un cuatrienio en Cuesta de Moras, aunque también le gustaría participar en funciones de Gobierno con su Partido Liberación Nacional (PLN) más allá de las tareas de asesora que llevó en las administraciones de Óscar Arias y Laura Chinchilla. Ahora se siente con un nombre propio y tanto que no se cansa de sacudirse del señalamiento de ser la ficha de Álvarez Desanti, aunque sí admite ser cercana a él.

Este es un factor que podría inclinarla a apoyar a la precandidatura de José María Figueres en el PLN, por la alianza que este acordó con su exrival Álvarez para sorpresa de todos, incluida Hernández. “No la vi venir”, dijo la diputada que, sin embargo, declinará apoyar públicamente a cualquier aspirante, pues en su bancada también convive con los precandidatos Roberto Thompson y Carlos Ricardo Benavides. Sabe que en el ajedrez de la política puede ser una ventaja no dejar explícitas las posiciones.

Ahora, de todas formas, su prioridad es lucirse como presidenta legislativa, como siente que lo ha hecho en las tareas en este cuatrienio, como se lo aplauden a menudo algunos seguidores en las redes sociales donde ella, sin embargo, no es asidua. Un buen desempeño, lo que sea que eso signifique, será un ascenso en una carrera política corta pero intensa y sobre todo prometedora, dicen los suyos. Algunos la veían como una buena opción presidencial y ella no contestaba nada, pero se agradaba y quién sabe después, dice. “Me gustaría en algún momento construir mucho más en el partido y acumular experiencia para una eventual decisión de ese tipo”, reconoce.

“Es un buen momento para ser mujer en política, como nunca antes. Tengo enormes ambiciones personales orientadas a espacios no necesariamente en política, pero tampoco renuncio a ocupar espacios. Me ha encantado la Asamblea Legislativa, siendo que he calzado bien”. Siente que ha competido bien, se entiende de las respuestas de esta mujer que desde la secundaria estudió dentro y fuera del país con becas. Dependía del rendimiento para ascender y quizás se acostumbró a ello.

Es hija de funcionarios públicos. El papá empleado de aduanas y la mamá educadora. Ella también: en el Ministerio de Planificación, en la Presidencia y en el Instituto Tecnológico, antes de ser diputada. Asegura que cree en el valor de los trabajadores del Estado, pero asegura que cree también en la eficiencia, justificación que se ve reflejada en las posiciones pro austeridad. Llevará adelante el proyecto de Empleo Público porque el ajuste fiscal es su prioridad, dice.

La segunda prioridad es impulsar proyectos de activación de la economía y la tercera, reformas profundas del funcionamiento del Estado. (También reconoció que es optimista, que se aferra a la idea de que todo saldrá bien, algo que le funcionó cuando en años de universidad estuvo meses postrada en cama por un atropello que le quebró las dos piernas y le funcionó también ahora al buscar votos para presidir el Congreso).

Este sábado parecía realizada al tomar la conducción de la Asamblea Legislativa. Por segunda vez una mujer en este cuatrienio (la primera fue Carolina Hidalgo, ahora precandidata presidencial del PAC). Por segunda vez un miembro de la bancada del PLN (el primero fue Benavides, a cuya reelección en 2020 ella se opuso). Por segunda vez un Directorio ocupado por solo opositores. La diferencia es que este es año electoral con una fuerte carga de proyectos declarados fundamentales y Hernández advierte que el Gobierno podría dejar la carga en hombros ajenos. Los de ella incluidos, y eso la pone de nuevo a competir por rendimiento. “La gente verá qué hay para un nuevo gobierno”.

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