País

Sequía enciende la costosa generación térmica y aleja al país del 100% en energías limpias

El ICE proyecta que el país debería recurrir a 270 GWh mediante combustibles en 2023, la mayor cantidad en nueve años, que podría incrementarse dependiendo de escasez de lluvias.

La racha de años en los que Costa Rica se posicionaba ante el mundo como ejemplo de generación prácticamente 100% limpia, está a punto de finalizar ante la amenaza de un clima que haría escasear las lluvias y los sistemas de energía renovable alternativos, los cuales no han podido dar el paso al frente.

La proyección para este 2023 es que se deberán producir 270 gigavatios hora (GWh) mediante combustibles, lo que podría incluso aumentar en caso de que los fenómenos climáticos generen un escenario muy seco, según las estimaciones de la Gerencia de Electricidad del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE).

En los registros del primer cuatrimestre, ya se habían alcanzado 92 MWh, un 70% de lo utilizado en el 2022. Y los pronósticos del Instituto Meteorológico Nacional (IMN) apuntaban a un año con tendencia a un déficit de precipitaciones (con excepción de las zonas Norte Oriental y Caribe), como consecuencia de la transición entre el fenómeno de La Niña y El Niño.

Es decir, podría superarse la proyección de la Gerencia de Electricidad, que ya de por sí representaba que Costa Rica alcanzara el mayor uso de combustibles para generar electricidad en nueve años (ver gráfico).

Sin embargo, no se trata de una sorpresa. El Plan de Expansión de la Generación 2020-2040 del ICE apuntaba que “el cambio climático afectará la disponibilidad de la mayor parte de las fuentes energéticas renovables, con excepción de la geotermia. Como estas afectaciones pueden ser negativas, el efecto de un cambio climático hace vulnerable un sistema basado en recursos renovables como el costarricense”.

Factura creciente

También implicaría un aumento en los costos. El año pasado esta generación requirió una inversión de ₡8.207 millones, mientras que el corte a abril ya había alcanzado la cifra de ₡6.596 millones (un 80% de lo que costó en todo el 2022).

Si la proyección del ICE mantiene los costos de este primer cuatrimestre, el precio superaría los ₡27.000 millones, casi el doble de la factura más alta por esta actividad en los últimos 9 años (₡15.227 millones en 2019).

Esto tendría, también, su efecto en los bolsillos de los consumidores: el costo de los combustibles que el ICE utiliza para la generación térmica es uno de los componentes del Costo Variable de Generación (CVG) que se calcula trimestralmente. El otro son las exportaciones e importaciones de electricidad al MER.

Se consultó al ICE sobre la posible incidencia de esta situación en los costos. La Gerencia de Electricidad indicó diplomáticamente que “el sistema está estructurado para que los cambios en las condiciones habituales tengan el menor impacto en las tarifas finales a los clientes”.

Cambios en la corriente

Un panorama muy diferente del que se pintaba tan solo hace menos de un año, cuando en agosto del 2022 el presidente ejecutivo del ICE, Marco Acuña, anunciaba que el ICE detendría la generación térmica, con el fin de ahorrar ₡30.000 millones al año, lo que se vería reflejado en una reducción en las tarifas eléctricas.

Acuña indicó, ante la comisión legislativa que estudia la reforma del sector energético, que se retirarían 226 megavatios de generación térmica para generar el ahorro. Afirmó que, en caso de requerir respaldo para el sistema eléctrico, se recurriría al Mercado Eléctrico Regional (MER).

Sin embargo, un clima más árido no solo afecta a Costa Rica, sino también al MER, con lo que complica esta opción. Y ya UNIVERSIDAD reportó que en el 2023 se reportó una fuerte reducción de las exportaciones de electricidad del país, con lo que esta alternativa muestra limitaciones.

Acuña se pronunció sobre estas situaciones en Twitter, el pasado 2 de junio: “hemos estado importando electricidad y generando con combustible porque no ha llovido lo suficiente y tampoco hay viento, esto para ningún generador. Por eso el ICE debe tener respaldo y encenderlo en estos momentos. Tendremos solar en los próximos años para mitigar estos eventos”.

De alguna manera, estas situaciones hacen referencia al afán de eliminar el térmico y sustituirlo por otras formas de generación de energía limpias, como la eólica y la solar (ver recuadro).

Esto explica que desde el 2018, el ICE redujo la capacidad instalada en térmica de 571.691 kW, a 380.962 en el 2022: un 33% en cinco años. El problema no está en la búsqueda de una generación más limpia, sino que las otras formas de generación dieran el paso para relevarlo: en este mismo período, la capacidad instalada eólica pasó de 17.600 kW a 13.200. La solar ha sido incapaz de pasar de 1.000 kW, y ni siquiera sobrepasa el 0,06% en la producción de electricidad.

Esto evidencia que aún no hay reemplazo para la energía térmica como el principal respaldo para el sistema eléctrico nacional, ante un clima cada vez más caprichoso.


Combustibles repuntan desde 2022

La capacidad instalada en el sistema eléctrico de Costa Rica es de 3.482 MW, conformada en un 67% por plantas hidroeléctricas, un 12% por plantas térmicas, 8% por plantas geotérmicas, 11% de plantas eólicas, 2% de bagazo y 0,16% de plantas solares.

Sin embargo, la generación muestra otro panorama. Para el 2022, la energía hidroeléctrica representó un 75% de la producción bruta de energía eléctrica, según la División de Operación y Control del Sistema Eléctrico (DOCSE) del ICE. Las plantas geotérmicas aportaron un 12,8%, mientras las eólicas un 10,8%. La energía térmica fue apenas un 0,7%, superando al bagazo (0,4%) y a la solar (0,06%).

En este entorno, la energía térmica está registrando un repunte, luego de caer en el 2021 el uso más bajo de combustibles para generar electricidad en el país (apenas 2,9 gWh, un microscópico 0,02% de la energía producida).

Esto posiblemente influyó en que, en el 2022, sin ser un año especialmente seco, la energía térmica aumentará su protagonismo, al crecer un 3.121% con respecto al año anterior. En contraste, la hidroeléctrica y la geotérmica se mantuvieron en el mismo nivel, con incrementos de solo 1%; en tanto la producción eólica y solar, registraron caídas de 12%.


Eliminar generación térmica: una promesa sin corriente

La aspiración de eliminar la producción térmica de electricidad en Costa Rica no es un desafío reciente: hace una década ya se había concretado.

Para el 2013, el entonces presidente ejecutivo del ICE, Teófilo de la Torre, fijó la meta de que para el 2020 el país debería dejar de usar combustibles para la producción de su energía eléctrica.

En ese momento, el país generaba alrededor de un 10% de toda su producción eléctrica con plantas térmicas. La apuesta de Torres no se focalizaba tanto en aumentar la generación hidroeléctrica, que ya era la principal, con un 66%, sino en lograr una mayor participación de la geotérmica (15%), la eólica (7%) y la solar (0,01%).

Una década después, la hidroeléctrica aumentó su predominio (75%), mientras la eólica tuvo una mejora (10,8%), pero similar a la caída de la porción de geotermia (12%), mientras la solar no ha despegado (0,06%).


 

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