País Campesino de Pavoncito de Sierpe, Osa

Reconocido defensor del ambiente es amenazado de muerte

Además de imprecaciones, dos cerdos de su propiedad fueron agredidos, uno murió.
Una de las cámaras trampa en la propiedad de Parajeles captó la imagen de este felino maravilloso
Una de las cámaras trampa en la propiedad de Parajeles captó la imagen de este felino maravilloso

Alcides Parajeles es de esos campesinos duros, que reponen la falta de estudios formales con agallas y compromiso en su trabajo.

“Este servidor no tiene ni un día de escuela. En las paredes de mi casa, aquí en la montañas, usted ve reconocimientos por la conservación, por las peleas que he dado”, afirmó.

“Por algo ha de ser”, exclama, al referirse a los homenajes que ha recibido de parte de la Asamblea Legislativa, la Universidad Nacional y la organización Panthera.

El pasado 8 de octubre hacia el final de la tarde escuchó disparos cerca de su propiedad en Pavoncito de Sierpe, Osa. Según relata, pretendió salir a ver de qué se trataba pero su familia no se lo permitió porque ya estaba oscuro. Poco después “llegó la chancha maltirada con los balazos, antes había llegado otra con las costillas quebradas, ya se me han desaparecido cuatro chanchos más”.

Al día siguiente, domingo 9, su hijo encontró en los linderos de su propiedad “a un muchacho con una carabina de dieciocho tiros y a otro que es el dueño de la finca que colinda conmigo, tuvieron una cierta discusión y el de la carabina se echó a caminar”.

Los hechos fueron reportados en La Teja del 11 de octubre y al día siguiente ese vecino lo buscó en su casa. Según relató, le reclamó por los disparos que recibió la cerda, pues sostiene que solo pudieron haber sido hechos por el arma que su hijo había visto.

La situación es preocupante pues ya hay antecedentes de atentados contra la vida de Parajeles. En julio del 2013 varios cazadores le dispararon, afortunadamente sin buena puntería.

Más recientemente, hace alrededor de un mes y medio, fue amenazado por “unos monteadores que traían un saíno al hombro, cuando los requerí se vino uno con el machete con ganas de darme”.

Según dijo, tras ese incidente un asesor de la viceministra de Presidencia Ana Gabriel Zúñiga llegó al sitio para hacer constar la denuncia.
AGUERRIDO

Cuando tenía cuatro años de edad, Parajeles llegó al sitio donde ahora él y su hijo son propietarios de unas 550 hectáreas. Hoy tiene 71 años.

“Todo eso lo cuido, pero no solo eso. Soy uno de los hombres más aguerridos en la protección de la península de Osa, eso para nadie es un secreto, pero tengo problemas serios, he tenido amenazas de muerte por defender los recursos naturales”, añadió.

Parajeles lamentó que las autoridades “no responden”, pues “tengo entendido que no cuentan con las herramientas suficientes”, por lo cual “he tenido que apechugar lo que sobreviene con los cazadores”.

Tras relatar su amistad personal con el ministro de Ambiente Édgar Gutiérrez, quien “ha tratado de ayudarme en lo que está a su alcance”, el campesino lamentó “recortes de presupuesto para el Ministerio de Ambiente y Energía (MINAE) y la conservación, esto es un calvario”.

Parajeles también informó que tiene problemas para que el Estado lo apoye y reconozca su esfuerzo: “Cuando solicito pagos de servicios ambientales es porque tengo fotografías y documentos; los felinos me matan terneros, chanchos, gallinas; los pisotes y saínos me perjudican las siembras, considero que soy digno que se me paguen servicios ambientales”.

Según relató, para poder “medio sobrevivir” cría cerdos y terneros, pero la mayor parte de su trabajo tiene que ver con la conservación del ambiente. “No es de ahora, lo he cuidado toda mi vida”, subrayó.

Deploró además que “lo más grave es que esta zona la vienen comprando toda los narcotraficantes”.
“BRONCONES BRAVOS”

Parajeles relató que llegó a la zona de niño con sus padres, provenientes de Miramar de Puntarenas. Su padre debió quedarse trabajando en campos de la United Fruit Co. (UFCO) y junto a su madre asumió la tarea de empezar a abrir brecha en la montaña “cuando no había nadie aquí”.

Uno de sus recuerdos de infancia que más le marcó fue ver que “entraban los monteadores y ametrallaban a los chanchos de monte, los echaban en los botes y yo pasaba por el borde del río Sierpe y miraba esas sopilotadas cayendo en la orilla del río”.

También contó como la UFCO arrojaba “venenos bravísimos” en los bananales, los cuales iban a dar a los esteros y “se veían las matazones gigantescas de peces, le estoy hablando de hace un disparate de años”.

“Donde vi que empezaban a extinguirse los felinos y un montón de especies, empecé a pelear”, afirmó.

Parajeles se describió como una persona tranquila que se aleja del licor y la violencia, pero recordó que “me tocó agarrarme” con un sujeto al que sorprendió tras haber matado un felino en los alrededores de su finca. “Me dijo que donde me viera me iba a pegar si yo era hombre, y en Sierpe nos pegamos una pescosiada, nada más porque había matado un felino”.

Con convencimiento afirmó que ha dedicado su vida a esas luchas “por las grandes injusticias, también porque no pienso solo en mi persona, pienso en las futuras generaciones, mis nietos y los que no son mis nietos”.

Luego de expresar que “muchas personas me tienen amenazado” y que le han matado chanchos y robado madera por las denuncias que hace, Parajeles expresó que “claro que temo por mi vida, son broncones bravos los que me compro aquí por la protección”.

El campesino además sentenció que “esto se lo están volando a pellizcos, están exterminando todos los animales silvestres. Por eso los que amamos los recursos naturales tenemos que hacer algo, presionar a diputados de la Asamblea Legislativa y al gobierno para conseguir presupuesto para la protección de los recursos naturales”.



Ambientalistas bajo fuego

La defensa de la riqueza natural del país es una actividad que no pocas veces ha costado la vida a quienes han asumido ese compromiso.

El caso más reciente y notorio es el de Jairo Mora, asesinado en mayo del 2013 mientras cumplía con su labor de protección de tortugas marinas en una playa cercana al actual sitio de construcción de un megapuerto de APM Terminals.

En agosto del 2010, en Osa, el ambientalista Carlos León logró salvar su vida luego de que desconocidos intentaron quemar su casa y amarraron el portón mientras dormía.

Peor suerte corrió la canadiense Kimberly Blackwell, asesinada en su casa en Puerto Jiménez en febrero del 2011. Al igual que Parajeles, Blackwell continuamente tenía problemas con cazadores locales.

Particularmente trágicos para el activismo medio ambiental fueron los asesinatos en diciembre de 1994 y julio de 1995 de Óscar Fallas, Jaime Bustamante y María del Mar Cordero, y David Mardiaga, respectivamente. Se trató de activistas de la desaparecida Asociación Ecologista Costarricense (AECO).



 

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