País

¿Quién teme a la educación sexual?

Conferencia de la Sociedad Racionalista Costarricense.

Durante la etapa de redacción del programa de educación sexual, un periodista le preguntó al entonces ministro de Educación, Leonardo Garnier: “¿Lo consultará con la Conferencia Episcopal?”

“El de matemáticas tampoco”, dice Garnier que le respondió.

A casi cinco años de su aprobación, Garnier recordó los principales temores que ocasionó el programa de Educación para la Afectividad y la Sexualidad, la reforma más polémica durante su paso por el Ministerio de Educación (MEP), del 2006 al 2014.

En una conferencia organizada por la Sociedad Racionalista Costarricense el pasado miércoles 22 de marzo en San Pedro de Montes de Oca, el exministro advirtió que esos fantasmas aún dificultan la implementación de esa política educativa.

El propósito de la conferencia, según Garnier, era disipar los mitos que aún nublan la necesidad de que la educación sexual sea parte de todos los colegios de Costa Rica.

Pecado y carne

Los programas de educación sexual son parte de los temas impartidos en las clases de ciencias en los colegios del país desde el 2013. El programa aborda temas de enfoque de género, construcción de identidad, afectividad, violencia sexual, diversidad y placer.

El exministro admitió que hubo presiones –directas e indirectas– de la Conferencia Episcopal y las iglesias evangélicas contra Casa Presidencial para que el programa de educación sexual fracasara.

“¿Por qué le íbamos a consultar a los obispos sobre sexo? ¿No se supone que ellos de eso no saben?”, cuestionó Garnier en la conferencia.

Garnier señaló que el manejo de afectos y la construcción de identidad eran esenciales para los programas. “Tomamos eso como el hilo conductor: aprender a quererse, cómo no lastimarse cuando se quiere, cómo respetar al otro y cómo respetarse uno mismo. Por eso, yo insistí que se incluyera el tema del placer”, describió Garnier.

Por esa palabra, Garnier supone que surgió el miedo de que el programa educativo desatara un “alboroto hormonal”, en los adolescentes. “Alboroto hormonal siempre hay, pero prefiero un alboroto hormonal con educación sexual que sin educación sexual”, reconoció el exmandatario.

“El miedo al placer es rarísimo; tengo la sospecha de que es el miedo más importante de todos. Es el que provoca reacciones más extrañas; toda esta cosa del pecado, de la carne”, añadió Garnier.

“Disfrutar la diversidad”

El programa de educación sexual sigue la línea de otra reforma del MEP llamada “Ética, Estética y Ciudadanía”, cuyo enfoque es disfrutar la diversidad en esas áreas.

Garnier sugirió que esa redacción fue el pedal para impulsar el miedo de que los programas de educación sexual “promueven la homosexualidad”.

De acuerdo al exministro, la sexualidad también debe analizarse en las aulas como un acto social donde se vive, se convive y se comparte.

“Decir que uno va a dar educación sexual solo por razones de salud sexual y reproductiva sería como pensar que la alimentación es solo por nutrirse”, agregó el exjerarca.

Derechos y poder

Otro fantasma que Garnier notó fue el de una invasión de la ideología de género y el feminismo: “En el fondo, todo es es debilitamiento del patriarcado. Es de los temas donde la gente se siente más amenazada por los programas de educación sexual”.

A la vez, este es un miedo de que las mujeres puedan decidir sobre su propio cuerpo, dijo el exministro. “Si no fuera tan grave, sería divertido; nadie cuestiona que el hombre es dueño de su propio cuerpo, pero resulta que la mujer no”, afirmó.

Además, el exministro reclamó que algunos colegios privados cristianos se han abstenido de implementar el programa, así como direcciones de colegios públicos que lo han “saboteado”.  “Eso es ilegal, los programas son política pública”, advirtió Garnier.

En general, Garnier apuntó a que los ataques contra programas de educación sexual reflejan el temor de un sector de la población a perder poder.

“Cuando esto se plantea como un tema de igualdad de derechos, nadie pierde. Cuando uno lo plantea en término de poder, si usted iguala los poderes, alguien pierde”, resumió Garnier.

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