Primer año de la ‘era Chaves’: montaña rusa entre Zapote y Cuesta de Moras

En Zapote comanda un presidente temperamental que había prometido guerra contra los partidos tradicionales, respaldado por una popularidad alta que, a su vez, lo empuja a mayores choques con una Asamblea Legislativa marcada por la impopularidad, sin importar cuándo se lea esto, pero necesitado del trabajo de los diputados para que algunas promesas se cumplan.

Del otro lado, en Cuesta de Moras, entre prueba y error, los diputados de las seis bancadas aprenden a lidiar con sus tareas, sus compañeros de partido o de comisiones y sobre todo con un Ejecutivo que a veces sonríe amistoso y otras veces, quizás la mayoría, aprieta los dientes para reclamar, criticar o descalificar.

Por eso la relación de sube y baja entre los dos poderes, de giros repentinos, algunas planicies cortas y escasos acuerdos frente a abundantes desacuerdos, durante el primer año de este cuatrienio, tan peculiar por las formas del presidente como por la composición legislativa. Es el juego de poder del jefe de Estado ante  seis bloques con fuertes diferencias entre ellos, aunque con el mayor poder relativo del tradicional y conflictuado Partido Liberación Nacional (PLN), más el protagonismo opositor de Frente Amplio como única fracción ajena a la derecha, centroderecha y al conservadurismo.

Al margen de la productividad del primer año de este cuatrienio, las señales han sido abundantes en cambios de humor desde aquella hostil campaña electoral en que Chaves ascendió al poder aferrado a su discurso antipolítica. A bordo del novato Partido Progreso Social Democrático (PPSS) con cuya presidenta ahora ni se habla, Chaves y su discurso de “sacar pecho” han sido factores y combustibles en la relación con la Asamblea Legislativa a pesar de aquel discurso triunfal del 2 de abril del 2022, cuando hizo creer que la campaña había terminado de su parte.

“Con ese espíritu de guardar las banderas, de que nos unamos bajo el bellísimo azul, blanco y rojo y que empecemos a servir juntos, con ese espíritu me comprometo a gobernar. La democracia es nuestro valor número uno. A pesar de los retos que tenemos no hay espacios para resentimientos, menos para revanchismos o confrontamientos estériles”, leía Chaves en un discurso preparado en donde jamás se advertía que llegaría el momento, un año después, en que él mismo diría que hay que destrozar puentes con algunos grupos y que no tiene por qué reunirse con una bancada porque sería perder el tiempo.

El cambio, sin embargo, no ha sido lineal. Una revisión de los mensajes entre Zapote y Cuesta de Moras en este año demuestra el vaivén en la relación, y deja claro que ningún estado de ánimo tiene garantías de perdurar más que algunas semanas, porque vendrá un caso o un tema que provocará nuevos virajes y casi seguramente nuevas chispas.

Ese seguimiento lo ha hecho también como investigación académica el Observatorio para la Política Nacional (Opna) en la Universidad de Costa Rica (UCR). Enfocándose en el discurso, pero también en el flujo de proyectos de ley que se suponen materializan la acción política, la conclusión es que el primer año ha sido como el carrito en una montaña rusa que acelera y frena, que genera vacíos y giros bruscos, que incluso golpea, pero que además de todo vuelve a repetir el recorrido, y otra vuelta, y otra, como un camino sin otra salida.

“Es una secuencia de subir y bajar en un ciclo que vuelve sobre lo mismo, pero en la realidad es una relación compleja en buena medida por el estilo personalista y centralizado del presidente Chaves, cuyo protagonismo perdería peso en la medida en que se consolide una Asamblea Legislativa fuerte”, resumió Aguirre, profesora del curso de Procesos Parlamentarios en la Escuela de Ciencias Políticas.

Aguirre recuerda que, además de las expectativas de inicio del gobierno de Chaves (el combativo de la campaña o el conciliatorio del discurso de la victoria), el inicio de la relación estuvo marcado por los inéditos tres meses de sesiones legislativas en que Zapote controlaba los temas que trabajaban los diputados. El problema para Chaves es que ese período, creado como supuesta ventaja para un gobierno entrante, lo sorprendió con las manos vacías.

Estación obligatoria

Igual Chaves traía la intención de avanzar todo lo posible por la vía de los decretos ejecutivos, bordeando a la Asamblea Legislativa, según había dicho la propia Pilar Cisneros, la principal carta oficialista que pasó casi el año completo sin presentar su primer proyecto de ley. Con minoría legislativa, con diputados inexpertos e incluso desconocidos, además de una progresiva división interna en el PPSD, la elección del Ejecutivo era comprensible, pero más temprano que tarde tuvo que pasar por el control político de Cuesta de Moras y, sobre todo, por su poder para aprobar leyes. Y los “eurobonos” eran la mejor muestra.

Se trataba de la posibilidad de colocar títulos de deuda nueva en el extranjero por hasta $6.000 millones, con lo cual el Gobierno ganaba oxígeno presupuestario, aunque algunas bancadas expresaron inquietudes de que se emitiera un “cheque en blanco”. Después de críticas públicas de Chaves (juegan “chapitas”, dijo en Guanacaste el 25 de Julio), de un café conciliatorio convocado por Rodrigo Arias y de negociaciones fuera de micrófonos, hubo en noviembre consenso suficiente para aprobar no $6.000 millones, pero sí $5.000 millones bajo ciertas condiciones en próximos tres años y bajo la premisa de que eran necesarios para evitar mayores dificultades económicas a la población por vía de tasas de interés. “Gracias al apoyo patriótico de los diputados”, dijo el presidente.

“No ha sido sencillo”, dijo entonces Sofía Guillén, de Frente Amplio, bancada que también puso los votos a pesar de numerosas y variadas críticas al Gobierno por el fondo y por la forma. “Apoyar eurobonos no es apoyar al Gobierno”, advertía el legislador Fabricio Alvarado sin lograr del todo desmarcar a su fracción, Nueva República, como un brazo de respaldo al gobierno de Chaves, salvo algunos temas específicos. El PUSC también ha dirigido cuestionamientos a Zapote en contadas ocasiones y, un poco más, el Partido Liberal Progresista (PLP) de Eliécer Feinzaig. El PLN también reivindicaba sus votos como un acto de responsabilidad pese a las numerosas recriminaciones del mandatario, especialmente contra algunos diputados y cuidándose de no ir directo contra Rodrigo Arias. El Gobierno igualmente respiraba por la aprobación de esa propuesta que, irónicamente, había dejado presentada el gobierno anterior, del presidente Carlos Alvarado.

Al final los datos: los diputados aprobaron sólo siete leyes propuestas por el Poder Ejecutivo bajo el mando de Chaves, de las cuales cinco correspondieron a autorizaciones presupuestarias, según el registro que lleva Aguirre en el OPNA. En una de ellas, el diputado Jonathan Acuña (FA), dijo directamente a la ministra de Planificación, Laura Fernández, que viera la disposición a conciliar posiciones, a pesar de los frecuentes reproches del presidente Chaves en espacios como su conferencia de prensa semanal, la principal vitrina del mandatario hacia la gente.

En segundo plano ha quedado Natalia Díaz, ministra de la Presidencia, cuyo perfil han cuestionado los diputados por quedar opacada ante las palabras altisonantes de Chaves, al menos en público. La exdiputada y fundadora del partido Juntos Podemos suele aparecer cuando el Presidente le pide explicar el detalle de algún proyecto de ley y suele ser la voz moderada del Gobierno. “Ha tenido poco margen de maniobra ante el centralismo en la figura de Chaves”, acotó Aguirre, señalando el peso relativo del mandatario y también el elevado perfil de Rodrigo Arias como componedor, pese a su innegable condición de político tradicional.

Sin embargo, Chaves sigue incómodo con Arias, a juzgar por los intentos que hizo para negociar con otras bancadas opositoras una posible alianza para evitar que este 1° de mayo se reelegiera como presidente legislativo. La tarea, sin embargo, la llevaba adelantada Arias y, al final, el oficialismo se vio obligado a darle los votos para no quedar del lado de los derrotados. Chaves ni siquiera se esforzó en justificar el cambio de posición, pues solo dijo que no era importante lo que había intentado sino lo que había decidido. Así Arias se convirtió en el primer diputado opositor, en la historia, en reelegirse como presidente de la Asamblea Legislativa.

No es el único pulso que ha perdido Chaves ante los diputados. Antes vio cómo perdió la elección de la Defensoría de los Habitantes el candidato oficialista Eric Ulate y vivió en febrero “una noche muy triste” la salida de la ministra de Salud, Joselyn Chacón, después de numerosos cuestionamientos entre los cuales pesaron también los de diputados opositores, ante quienes ella debió ir dos veces a rendir cuentas. En las encuestas, sin embargo, Chaves recibe una evaluación mucho mejor que la de los diputados, lo que lo respalda en su intención de seguir “batallando contra los filibusteros (…) con el fusil del voto y de la opinión pública”, como dijo el 11 de abril, aunque después quiso aclarar que eso no lo decía por ninguna de las fracciones legislativas.

Así completaba la primera de cuatro vueltas, una legislatura dispuesta para las señales y las primeras impresiones, pero también para los primeros pasos de un camino que para el 2023-2024 podría complicarse más, con diputados menos novatos y con la mira de los partidos puesta en las elecciones municipales de febrero del 2023. Ya se han visto alusiones a un proceso que, pese a sus condiciones propias en los 82 cantones, suele funcionar como un indicador de la fuerza que en los territorios tienen las agrupaciones o los movimientos como el que ahora lidera Chaves sin tener certeza de los colores de su bandera.

Pero el segundo año arranca diferente, con los duros señalamientos que Rodrigo Arias, recién reelecto con los votos oficialistas, hizo en su discurso de réplica al informe de labores presentado este martes, con frases directas como “hago un llamado a la cordura, al buen sentido común, a la sensibilidad cívica y a la decisión prudente, porque Costa Rica está en un estado de equilibrio muy precario” y “no se puede seguir improvisando en educación”.