País De acuerdo con el Estado de la Nación

País retrocede en igualdad de género en materia laboral: ahora solo 40% de mujeres trabaja frente al 67% de hombres

La CEPAL señaló que en América Latina hay 118 mujeres en situación de pobreza y 120 mujeres en pobreza extrema por cada 100 hombres en similar situación, una problemática que se amplía aún más en poblaciones indígenas, afrodescendientes y habitantes de áreas rurales.

Las brechas laborales históricas entre hombres y mujeres se mantienen, incluso algunas se han profundizado, actualmente la mujer se inserta menos en el mercado de trabajo, tiene más problemas para encontrar un empleo y siguen sin ganar en la misma proporción.

De acuerdo con un análisis del Programa Estado de la Nación, a finales del 2023 solamente participaba en el mercado laboral un 40% de las mujeres, pese a que poco más de 2 millones tenían edad para trabajar, había 774.666 ocupadas y 68.865 desempleadas, mientras que la cifra en 2022 era del 48%.

Esta cifra contrasta fuertemente con la participación de los hombres en el mercado laboral, dado que en 2023 la brecha era de 27 puntos porcentuales (67%), basado en cifras del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos.

Al terminar el año 2023 había 58.000 mujeres ocupadas menos que el mismo período del 2022, mientras que cayó el desempleo femenino, pero no porque hubiese más mujeres ocupadas, sino porque muchas dejaron de buscar trabajo remunerado.

“La razón es que las personas están dejando de buscar trabajo, por lo que el desempleo se reduce porque se están saliendo del mercado laboral. Algunas de ellas porque están cercanas a la edad de jubilación (55 años y más), otras porque las tareas domésticas (como el cuido) les limita salir a trabajar y otras porque no encuentran un puesto de acuerdo con su perfil”, detalló Natalia Morales del Estado de la Nación.

Luis Vargas, economista y vocero del Colegio de Ciencias Económicas calificó de situación preocupante lo que sucede en materia de empleo para las mujeres en Costa Rica, debido a la desmejora en las condiciones femeninas en el mercado laboral.

“Las mujeres son las que sufren una mayor reducción en la tasa de participación laboral, que duplica a la de los hombres, esto se asocia en gran medida a la destrucción de microempresas de los hogares, pues en esta rama de actividad se concentra la disminución en el empleo y en un 90% de la salida del empleo de los hogares como empleadores son mujeres”, añadió Vargas.

Las brechas laborales son un flagelo que no sólo toca a Costa Rica, pues según José Manuel Salazar-Xirinachs, secretario ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en la región latinoamericana, una de cada cuatro mujeres, un 25,3%, no cuenta con ingresos propios, casi tres veces más que los hombres (9,7%), algo que se profundiza para las mujeres más pobres, aquellas que se ubican en el primer quintil socioeconómico suman casi el 40% que no percibe ningún tipo de ingreso monetario propio.

Estas situaciones agravan la desigualdad y situación de pobreza femenina, de hecho, la CEPAL reseñó que en América Latina hay 118 mujeres en situación de pobreza y 120 mujeres en pobreza extrema por cada 100 hombres en similar situación, una problemática que se amplía aún más en poblaciones indígenas, afrodescendientes y habitantes de áreas rurales.

En Costa Rica (y en el resto del mundo) las mujeres con hijos enfrentan muchas más dificultades, dado que aquellas que están en edad de trabajar, un 73% son madres; pero se insertan menos al mercado laboral, alrededor de un 38,8% por debajo de las mujeres sin hijos (45,2%).

“En definitiva, el nivel educativo de las madres es un factor asociado con la posibilidad de participar en un empleo remunerado. Por ejemplo, solo el 26% de las madres con primaria o menos trabajan o buscan un empleo, cifra que aumenta al 63% entre aquellas que se graduaron de la universidad; a su vez, entre las mujeres de mayor logro educativo, participan más las que no tienen hijos o hijas (83%). Entre las de menor escolaridad, la participación laboral es baja sin importar si son madres o no”, indicó Morales.

Además, entre las madres son más comunes las ocupaciones no calificadas, las jornadas de menos de 40 horas y los empleos informales, que, entre las mujeres sin hijos e hijas, probablemente muchas de las madres tienen trabajos que les permiten conciliar con su vida familiar, más flexibilidad, pero con menos derechos laborales, obstáculos que no solo las perjudican a ellas y a sus familias, sino que llevan al país a un proceso más acelerado de envejecimiento de la población.

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