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País acumula enorme faltante de especialistas en Medicina Crítica y Terapia Intensiva, pese a su papel durante la pandemia

Se estima que el país tiene apenas un total de 42 médicos intensivistas y cerca de 140 camas para cuidados críticos. El Hospital de Limón, por ejemplo, ni siquiera cuenta con este tipo de especialista.

Fueron catalogados como “héroes” durante la pandemia de COVID-19 por su ardua labor en las salas de cuidado intensivo; sin embargo, su irremplazable presencia sigue sin ser suficiente en los hospitales nacionales: se trata de los especialistas en Medicina Crítica y Terapia Intensiva.

“Somos una de las especialidades con menos especialistas en el país. También, es cierto que actualmente hay un déficit importante de especialistas en Medicina Crítica y Cuidado Intensivo”, señaló Ignacio Silesky, coordinador de la subespecialidad de Medicina Crítica y Terapia Intensiva en el Posgrado de Especialidades Médicas de la Universidad de Costa Rica (UCR).

Se estima que el país tiene apenas un total de 42 médicos intensivistas y cerca de 140 camas para cuidados críticos; no obstante, a la fecha la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) no ha hecho público el informe sobre falta de especialistas.

De acuerdo con Silesky, quien es intensivista en el Hospital Nacional San Juan de Dios, el ideal es que por cada siete u ocho camas críticas, exista un médico especialista en Medicina Crítica y Terapia Intensiva; sin embargo, esta regla no se cumple en el país.

Por ejemplo, este centro médico tiene un total de 29 camas para UCI y apenas 3 intensivistas, mientras que el Hospital de Limón no cuenta con ninguno.

El déficit de este recurso fue aún más evidente durante la pandemia, cuando la presión sobre los servicios de salud provocó que la CCSS ampliara a más de 300 camas su capacidad en cuidados críticos. Para solventar la situación, los hospitales nacionales tuvieron que recurrir a especialistas en Medicina Interna.

Cupos desiertos

La falta de estos especialistas tiene mucho que ver con la poca cantidad de espacios que abre la CCSS para la formación de esta subespecialidad en la UCR, los cuales muchas veces incluso terminan desiertos; es decir, las personas no se postulan, o pierden las pruebas para entrar al posgrado.

Según datos del Posgrado en Especialidades Médicas de la UCR, durante el período de ingreso 2019-2020, la CCSS ofreció nueve cupos (en período ordinario y extraordinario) para esta sub-especialidad; sin embargo, siete quedaron desiertos. En esta convocatoria, apenas participaron dos personas.

Un escenario peor ocurrió en el período 2020-2021, cuando se abrieron ocho plazas y apenas hubo dos participantes. En esta convocatoria ninguno de los oferentes entró a la especialidad.

Finalmente, para el período 2022-2023, se abrieron seis plazas; sin embargo, solo hubo tres candidatos a entrar. A la fecha se está a la espera de los resultados finales.

Esto significa que, en los últimos años, la mayoría de plazas desiertas en Cuidados Intensivos y Terapia Intensiva se deben al poco interés de los médicos, quienes por diversas razones no quieren aventurarse en esta subespecialidad.

“El médico que va a hacer medicina crítica y terapia intensiva sabe que cuidados intensivos es una subespecialidad muy dura, en la que hay que tener muchas habilidades manuales, por ejemplo, en cuidados intensivos vas a manejar los pacientes más graves de todo el país en pediatría y en la parte de adultos. Entonces, obviamente hay personalidades que les gusta este tipo de subespecialidad”, señaló la directora del Posgrado de Especialidades Médicas de la UCR, Lydiana Ávila, quien agregó que la mayor cantidad de cupos desiertos se encuentran en subespecialidades.

Demandante y poco atractiva económicamente

Pero las razones para no adentrarse en esta subespecialidad van más allá de la “personalidad” de los médicos, pues Medicina Crítica y Terapia intensiva resulta ser bastante demandante, requiere de mucha disponibilidad y es poco atractiva en términos económicos.

“Es una especialidad no muy atractiva desde el punto de vista económico. Hay otras especialidades que generan más dinero como Cardiología, Dermatología, Gastroenterología. Además, la malla curricular es bastante pesada, porque nosotros tenemos que ver al paciente crítico de las demás especialidades”, indicó el coordinador de la subespecialidad de Medicina Crítica y Terapia Intensiva en el Posgrado de Especialidades Médicas de la Universidad de Costa Rica (UCR), Ignacio Silesky.

“El entrenamiento es un poco pesado, aparte de eso usualmente se pide que sean médicos internistas, y muy pocos cuando terminan una especialidad quieren volver a embarcarse en llevar otro proceso educativo”, agregó el intensivista, quien señaló también que este personal debe estar disponible “cuando se les ocupe”.

El presidente del Sindicato Nacional de Médicos Especialistas (Siname), Mario Quesada, señaló también que otro de los factores que incide en que los médicos no apuesten por estudiar esta u otras subespecialidades radica en que deben volver a hacer —al igual que cuando estudiaron su primera especialidad— un año de servicio social obligatorio y tres por contrato de retribución.

En su criterio, la normativa sobre el servicio social obligatorio es algo que debe revisarse para las segundas especialidades. “Estas personas son por lo general adultos con hijos y parejas, y en dos ocasiones el Estado los está obligando a irse dos veces lejos de sus casas”, criticó Quesada.

Sobre si el país está preparado para enfrentar nuevamente una emergencia sanitaria como la del COVID-19, el coordinador de esta subespecialidad explicó que “idealmente no” debido a la poca cantidad de recurso humano que se tiene; sin embargo, resaltó que el sistema de salud nacional es capaz de organizarse y sacar la tarea adelante.

“Con esta pandemia, yo creo que salimos adelante con buenos números y ya la situación actual en cuanto a COVID-19 es diferente, se ha dado una disminución escalonada en cuanto a la cantidad de camas”, finalizó Silesky, quien agregó que el ideal sería que, en un contexto de 300 camas para cuidados críticos —como en la pandemia—, existieran 50 médicos intensivistas por turno.

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