País

Mujeres trabajadoras siguen arrastrando fardo de la desigualdad

Menor remuneración e inequidad en atención de labores del hogar generan desventaja.

Las mujeres en Costa Rica continúan con dificultades para incorporarse al mercado laboral con respecto a los hombres, y cuando lo hacen es en condiciones más desfavorables, con menores salarios, dobles jornadas que deben sortear entre el trabajo y las labores domésticas no remuneradas, el subempleo y la informalidad.

Así lo determinó un estudio de expertos del Observatorio de la Coyuntura Económica y Social  de la Universidad Nacional (UNA), con base en los datos de la Encuesta Continua de Empleo del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC).

Las cifras de dicha encuesta para el cuarto trimestre del 2015 mostró una serie de resultados desagregados por hombres y mujeres, lo que permite determinar las condiciones que tienen ambos al incorporarse al mercado laboral y cuando están fuera de este.

De acuerdo con Roxana Morales, coordinadora del Observatorio de la Coyuntura Económica y Social de la UNA, la tasa de participación masculina es del 73,3%, mientras que la femenina es únicamente del 46,5%, lo que evidencia que más de la mitad de las mujeres en edad de trabajar se dedican a actividades fuera del mercado laboral, no remuneradas, y que en efecto son muy importantes para el desarrollo del país, pero que normalmente se invisibilizan.

“Es una cuestión cultural; muchas mujeres deciden quedarse en su hogar, incluso teniendo títulos universitarios, otras lo hacen casi por obligación; el problema es que el trabajo del hogar no es valorado, no se recibe ninguno ingreso y no es reconocido como tal. Esto es algo que debemos cambiar como sociedad”, indicó Morales.

En este sentido, las estadísticas han mostrado una tendencia creciente, pues en el año 2000 la cifra de participación era del 30%. El incremento es positivo, porque genera autonomía y hace a las mujeres menos vulnerables a la violencia doméstica, pero la brecha aún es muy amplia.

“Los datos demuestran que el trabajo doméstico no remunerado recae sobre las mujeres y es común observar que la mayoría de integrantes de asociaciones comunales, juntas directivas o patronatos escolares, entre otras organizaciones de bien social, son mujeres que realizan un trabajo muy importante para la comunidad, de manera gratuita y que no es valorado por el mercado ni por la sociedad”, añadió Morales.

El tener estas dobles jornadas les impide, según el estudio, acceder a puestos más demandantes en tiempo, como cargos gerenciales o directivos, ya que no tienen disponibilidad para trabajar horas extra o viajar, reduciendo sus posibilidades de crecimiento profesional y económico.

En desventaja

 A lo anterior se suma que las mujeres que sí deciden incorporarse al mercado laboral enfrentan una gran cantidad de dificultades, como una mayor tendencia al subempleo, lo que se traduce en jornadas laborales insuficientes, bajos ingresos y en muchas ocasiones empleos informales.

“Los datos nos indican que en el país la tasa nacional de subempleo se ubica en el 11,6%; en el caso de los hombres es del 9,8% y en las mujeres alcanza el 14,5%; es decir, casi cinco puntos porcentuales de diferencia. El empleo informal para las mujeres es del 45,1%, superior al de los hombres, que es del 41,7%”, puntualizó la coordinadora del Observatorio.

Estar en la informalidad significa trabajar sin seguro de pensiones, sin seguro de salud, bajo jornadas insuficientes o con horarios extendidos sin pago de horas de extra, o trabajando tiempos parciales con salarios bajos.

Otro problema que enfrentan las mujeres es no tener quién cuide a sus hijos para buscar un trabajo y deben aceptar cualquier empleo y salario, para llevar el sustento a su hogar y, por lo general, no hay corresponsabilidad de la pareja.

Peor aún, al analizar el ingreso promedio mensual en las actividades principales del mercado, los datos analizados demuestran que durante el 2015 el promedio masculino superaba al femenino en un 12%.

Para Natalia Morales, investigadora del Programa Estado de la Nación, definitivamente hay una relación entre la realidad de muchas mujeres que no participan en el mercado laboral y que deben enfrentar barreras de entrada, relacionadas con el trabajo no remunerado y el cuido de personas.

“El país requiere una política nacional de empleo de largo plazo y en ella un especial foco de atención de las oportunidades para las mujeres. La inserción laboral femenina sin una red de cuido de calidad y sin corresponsabilidad de los hombres les resta oportunidades, les provoca estrés, les genera dobles o triples jornadas e incrementa la vulnerabilidad de los niños y niñas, especialmente de las mujeres jefas de hogar”, advirtió Morales.

Abrir espacios

En el reciente Informe Estado de la Nación se realizó un ejercicio de pronóstico de escenarios para acelerar el crecimiento de la oferta laboral, y uno de los elementos que saltó a la vista fue la necesidad de incentivar la participación femenina.

Existe un margen para ampliar la inserción femenina en el mercado laboral, eso sí mediante la aplicación de políticas públicas y privadas, redes de apoyo y una justa distribución de las tareas domésticas, que permitiría renovar la oferta laboral del país, menciona el informe.

Si la participación femenina se incrementara en un 3% anual, el promedio de nuevos ocupados sería de más de 45.000, favoreciendo la productividad y competitividad de la nación.

Un aspecto relevante es que estos cálculos realizados por Estado de la Nación consideran que no se trata solo de expandir la fuerza laboral, sino de dotar a las mujeres de más y mejores puestos de trabajo; es decir, que su inserción remunerada se aplique en empleos de calidad.

“El beneficio económico que se deriva de un aumento de la participación femenina en la fuerza laboral se conoce como el “bono de género”, y se estima que en América Latina tiene el mismo potencial que el primer bono demográfico. Sin embargo, para materializar esta oportunidad es necesario reducir las barreras que enfrentan las mujeres para acceder al mercado de trabajo remunerado”, destacó Morales.

Concentración por la vida

El pasado 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, un grupo de mujeres y hombres vestidos de negro fueron convocados por la Unión Nacional de Empleados de la Caja y la Seguridad Social (Undeca) para manifestarse en la Plaza de la Justicia, ante la inconformidad y preocupación por la desproporcionada cantidad de personas que están en lista de espera para ser atendidas en diferentes servicios hospitalarios del país.

De acuerdo con Luis Chavarría, secretario general de Undeca, existen unas 600.000 personas que están en las listas de espera para consultas con especialistas, cirugías, exámenes clínicos y otros procedimientos hospitalarios, y la mayoría de ellas, son mujeres.

Por ejemplo, solo en mamografías hay 26.000 mujeres que esperan por diagnóstico y otras 8.000 esperan para que les hagan el examen médico.

En el servicio de Cardiología del Hospital México, 1.700 personas esperan por un procedimiento; en el hospital San Vicente de Paúl, 105.000 esperan una cirugía general, citas para fisiatría y ortopedia y mamografías, y en el hospital de Alajuela 8.000 personas esperan por una gastroscopia.

“La Caja es depositaria por derecho de realizar y cumplir uno de los valores más preciados de la sociedad costarricense y nuestro ordenamiento jurídico: la preservación de la salud y vida de las personas. Es por ello que entregamos una queja formal ante la Corte Suprema de Justicia, exigiendo dar curso a las denuncias presentadas por corrupción, distracción de recursos institucionales, tráfico de influencias y deterioro de la prestación de servicios de salud”, detalló Chavarría.

 

Mujeres y trabajo

-46,5%, tasa de participación femenina en mercado laboral.

-108.000 mujeres se encuentran desempleadas.

-12,5% es el desempleo femenino.

-14,5% de subempleo en mujeres.

Suscríbase al boletín

Ir al contenido